¿POR QUÉ HAY TANTOS DIOSES RELACIONADOS CON EL 25 DE DICIEMBRE?
Por Santiago Campillo
¿Qué tiene el 25 de diciembre que se rodea de tantas festividades y dioses? Estas fechas relacionadas con el solsticio de invierno han sido siempre objeto de adoración y celebración de un ciclo nuevo de la vida, que siempre continúa.
El 25 de diciembre es una fecha muy señalada. Para la religión cristiana coincide con la Navidad, una festividad en la que se celebra el nacimiento de Cristo. Pero esta religión no es la única que considera (o consideraba) sagrado dicho dÃÂa. El 25 de diciembre y los dÃÂas cercanos han sido importantes a lo largo de la historia en diversas culturas.
El panteón romano, por ejemplo, tenÃÂa su propia festividad. Apolo y Saturno eran venerados durante el solsticio y el apogeo de sus fiestas ocurrÃÂa normalmente durante el 25 de diciembre. Huitzilopochtli, en México, también era venerado durante estas fechas. Celtas, persas, griegos, sajones, incas e incluso babilonios tenÃÂan su propia interpretación. ¿Por qué esta curiosa coincidencia? Probablemente nunca encontremos una respuesta que contente a todo el mundo pero puede que el culpable no sea otro que el solsticio de invierno.
Lo cierto es que probablemente esta fecha se asentara en el 350 gracias al papa Julio I aunque la natividad podrÃÂa estar celebrándose desde tiempo atrás en este dÃÂa.
Hay historiadores que ven en el 25 de diciembre una adaptación del Natalis Solis Invictis romano, una festividad que celebraba el renacimiento de la luz, personificada en el dios Apolo. Romana también es la Saturnalia, una fiesta en honor a Saturno y que duraba una semana, celebrándose el clÃÂmax durante el 25. Durante las saturnales habÃÂa intercambio de regalos, se liberaban temporalmente a los esclavos y se detenÃÂan las guerras y otras obligaciones. Además se celebraban banquetes públicos y una especie de ambiente de carnaval rodeaba los foros romanos. Saturno, en su aspecto de dios de la agricultura era el verdadero protagonista por la renovación del ciclo.
Pero no solo los romanos veÃÂan en estas fechas algo especial. La poca (pre)historia que nos llega de Babilonia indica que en este paÃÂs se celebraba también el solsticio de invierno probablemente entre nuestros 21 y 26 de diciembre. Los germanos y escandinavos también celebraban un dÃÂa después, el 26, el nacimiento de Freyr, uno de los dioses asociados al sol más importante del panteón nórdico.
Varios historiadores también ven mucha casualidad en la costumbre de decorar un árbol perenne, como un abeto, en honor a Yggdrasil, el árbol del universo, y los actuales árboles de Navidad.
Para los germanos esta fiesta era un sÃÂmbolo de la renovación y de la continuidad de la vida. También celebraban el Modresnach, la noche de los sueños, durante estas fechas.
Los celtas veÃÂan en el Grianstad un Gheimhridh, el solsticio de invierno, un momento de cambio, donde se renovaba el ciclo de la vida y era venerado ofreciendo varias vituallas a distintos dioses de la fertilidad.
En el imperio Azteca el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y la guerra, llegaba durante el solsticio, durante el mes duraba entre el 7 y el 26 de diciembre.
Los Incas también celebraban el renacimiento de Inti, el dios del sol. Este protagonizaba también un mes donde se celebraba el Cápac Raymi. En general casi todas las culturas tienen una referencia al solsticio, ocurrido en torno al 25 de diciembre.
Es fácil ver la relación con el sol, el cambio de ciclo y la implicación sobre los dioses.
Es el momento en el que el sol se encuentra en una posición caracterÃÂstica en la que comienza a acercarse en su distancia angular del ecuador celeste. Esto quiere decir que a partir de este momento los dÃÂas comienzan de nuevo a alargarse hasta el solsticio de verano.
Pero hay un pequeño problema. El solsticio de invierno en realidad ocurre entre los dÃÂas 20 y 23 de nuestro calendario. ¿Por qué entonces esas referencias al 25 de diciembre o incluso al 26 del mes? La culpa la tiene nuestro calendario gregoriano.
En el 45 a.C. el calendario juliano especificaba la celebración del solsticio durante el 25 de diciembre en Europa. La diferencia (mÃÂnima) entre el calendario civil y tropical provocaba que el solsticio no coincidiera siempre con el 25.
Asàcada cuatrocientos años el solsticio se adelantaba unos 3 dÃÂas, aproximadamente. En 1582, el papa Gregorio XIII decretó el cambio obligatorio de calendario, cerrándose la fecha, gracias a los ajustes, en torno al 21 de diciembre con una variación de solo un dÃÂa cada 3000 años.
Otras culturas celebran el solsticio, bien en 25 de diciembre o en su más ajustada fecha entre el 21 o 23, y casi todas asociadas a una divinidad, como veÃÂamos antes.
Desde el resurgimiento de Amaterasu, la diosa Sol de Japón, pasando por el Chaomos pakistanàdonde se ofrecen oraciones a Dezao; el Khore ruz o dÃÂa del Sol del mazdeÃÂsmo, el Goru de Mali; el Junkanoo jamaicano o el Hogmanay escocés, en todo el mundo el solsticio de invierno es una fecha señalada y muy importante, indicativa de un cambio profundo en el ciclo de la vida. Algo que hoy dÃÂa todavÃÂa celebramos bien sea mediante la navidad o alguna celebración similar. Lo importante es que todas estas fiestas y dioses parecen compartir algo enterrado en lo más profundo de la naturaleza humana.
¿Qué tiene el 25 de diciembre que se rodea de tantas festividades y dioses? Estas fechas relacionadas con el solsticio de invierno han sido siempre objeto de adoración y celebración de un ciclo nuevo de la vida, que siempre continúa.
El 25 de diciembre es una fecha muy señalada. Para la religión cristiana coincide con la Navidad, una festividad en la que se celebra el nacimiento de Cristo. Pero esta religión no es la única que considera (o consideraba) sagrado dicho dÃÂa. El 25 de diciembre y los dÃÂas cercanos han sido importantes a lo largo de la historia en diversas culturas.
El panteón romano, por ejemplo, tenÃÂa su propia festividad. Apolo y Saturno eran venerados durante el solsticio y el apogeo de sus fiestas ocurrÃÂa normalmente durante el 25 de diciembre. Huitzilopochtli, en México, también era venerado durante estas fechas. Celtas, persas, griegos, sajones, incas e incluso babilonios tenÃÂan su propia interpretación. ¿Por qué esta curiosa coincidencia? Probablemente nunca encontremos una respuesta que contente a todo el mundo pero puede que el culpable no sea otro que el solsticio de invierno.
25 de diciembre en otras culturas
Tanto el 25 de diciembre como fecha inmediatas a este dÃÂa han sido consideradas sagradas o importantes en todo el mundo y a lo largo de la historia. Esto ha sido utilizado en muchas ocasiones para discutir todo tipo de temas religiosos y filosóficos. Más allá de la controversia hay que entender que es una fecha escogida, por una razón u otra. Por ejemplo, en el cristianismo no queda claro, aunque hay varias teorÃÂas, sobre por qué se eligió como fecha representativa.Lo cierto es que probablemente esta fecha se asentara en el 350 gracias al papa Julio I aunque la natividad podrÃÂa estar celebrándose desde tiempo atrás en este dÃÂa.
Hay historiadores que ven en el 25 de diciembre una adaptación del Natalis Solis Invictis romano, una festividad que celebraba el renacimiento de la luz, personificada en el dios Apolo. Romana también es la Saturnalia, una fiesta en honor a Saturno y que duraba una semana, celebrándose el clÃÂmax durante el 25. Durante las saturnales habÃÂa intercambio de regalos, se liberaban temporalmente a los esclavos y se detenÃÂan las guerras y otras obligaciones. Además se celebraban banquetes públicos y una especie de ambiente de carnaval rodeaba los foros romanos. Saturno, en su aspecto de dios de la agricultura era el verdadero protagonista por la renovación del ciclo.
Pero no solo los romanos veÃÂan en estas fechas algo especial. La poca (pre)historia que nos llega de Babilonia indica que en este paÃÂs se celebraba también el solsticio de invierno probablemente entre nuestros 21 y 26 de diciembre. Los germanos y escandinavos también celebraban un dÃÂa después, el 26, el nacimiento de Freyr, uno de los dioses asociados al sol más importante del panteón nórdico.
Varios historiadores también ven mucha casualidad en la costumbre de decorar un árbol perenne, como un abeto, en honor a Yggdrasil, el árbol del universo, y los actuales árboles de Navidad.
Para los germanos esta fiesta era un sÃÂmbolo de la renovación y de la continuidad de la vida. También celebraban el Modresnach, la noche de los sueños, durante estas fechas.
Los celtas veÃÂan en el Grianstad un Gheimhridh, el solsticio de invierno, un momento de cambio, donde se renovaba el ciclo de la vida y era venerado ofreciendo varias vituallas a distintos dioses de la fertilidad.
En el imperio Azteca el advenimiento de Huitzilopochtli, dios del sol y la guerra, llegaba durante el solsticio, durante el mes duraba entre el 7 y el 26 de diciembre.
Los Incas también celebraban el renacimiento de Inti, el dios del sol. Este protagonizaba también un mes donde se celebraba el Cápac Raymi. En general casi todas las culturas tienen una referencia al solsticio, ocurrido en torno al 25 de diciembre.
Es fácil ver la relación con el sol, el cambio de ciclo y la implicación sobre los dioses.
El solsticio de invierno
El solsticio de invierno coincide con la noche más larga del año.Es el momento en el que el sol se encuentra en una posición caracterÃÂstica en la que comienza a acercarse en su distancia angular del ecuador celeste. Esto quiere decir que a partir de este momento los dÃÂas comienzan de nuevo a alargarse hasta el solsticio de verano.
Pero hay un pequeño problema. El solsticio de invierno en realidad ocurre entre los dÃÂas 20 y 23 de nuestro calendario. ¿Por qué entonces esas referencias al 25 de diciembre o incluso al 26 del mes? La culpa la tiene nuestro calendario gregoriano.
En el 45 a.C. el calendario juliano especificaba la celebración del solsticio durante el 25 de diciembre en Europa. La diferencia (mÃÂnima) entre el calendario civil y tropical provocaba que el solsticio no coincidiera siempre con el 25.
Asàcada cuatrocientos años el solsticio se adelantaba unos 3 dÃÂas, aproximadamente. En 1582, el papa Gregorio XIII decretó el cambio obligatorio de calendario, cerrándose la fecha, gracias a los ajustes, en torno al 21 de diciembre con una variación de solo un dÃÂa cada 3000 años.
Otras culturas celebran el solsticio, bien en 25 de diciembre o en su más ajustada fecha entre el 21 o 23, y casi todas asociadas a una divinidad, como veÃÂamos antes.
Desde el resurgimiento de Amaterasu, la diosa Sol de Japón, pasando por el Chaomos pakistanàdonde se ofrecen oraciones a Dezao; el Khore ruz o dÃÂa del Sol del mazdeÃÂsmo, el Goru de Mali; el Junkanoo jamaicano o el Hogmanay escocés, en todo el mundo el solsticio de invierno es una fecha señalada y muy importante, indicativa de un cambio profundo en el ciclo de la vida. Algo que hoy dÃÂa todavÃÂa celebramos bien sea mediante la navidad o alguna celebración similar. Lo importante es que todas estas fiestas y dioses parecen compartir algo enterrado en lo más profundo de la naturaleza humana.