Noticia: Detienen a cabecillas del narcotráfico durante una ceremonia religiosa
Recientemente leÃ, gracias al blog de Minerva, las siguientes declaraciones del presidente de México sobre la relación entre ateÃsmo y drogadicción:
"La drogadicción ocurre en jóvenes que no creen en Dios, porque no lo conocen. Esta falta de asideros trascendentales hace, precisamente, un caldo de cultivo para quienes usan y abusan de ese vacÃo espiritual y existencial de nuestro tiempo"
Esta afirmación me parece escandalosa viniendo de un jefe de Estado, no solo por infundada (como bien aclara Minerva, la mayorÃa de los que han consumido droga en México se declaran católicos) sino porque reflejan una falta de separación entre Iglesia y Estado e implican una actitud prejuiciosa del presidente mexicano ¿Que habrÃa sucedido si el señor Calderón hubiese dicho que los musulmanes son violentos o los judÃos usureros? Un escándalo internacional, por supuesto. Por esa razón me hizo mucha gracia que al dÃa siguiente me despertase con esta noticia:
El Gobierno mexicano propinó un nuevo golpe al cartel de la Familia Michoacana. Ayer fueron presentados ante la opinión pública Miguel Ãngel Beraza Villa, conocido como La Troca, y Rafael Hernández Harrison, apodado La Cuchara. Se trata, según las autoridades, de dos elementos clave de esta organización criminal. El primero estarÃa encargado de organizar el tráfico de drogas sintéticas y el segundo, del planeamiento de extorsiones y del control de los laboratorios en Apatzingán, en el Estado de Michoacán.
El golpe ha sido particularmente vistoso porque la detención de los cabecillas ocurrió en una iglesia, sin que se disparara un solo tiro y tras una sofisticada labor de inteligencia. La policÃa federal averiguó que el sábado se efectuarÃa una ceremonia en la iglesia del Perpetuo Socorro de Apatzingán.
Entre los carteles mexicanos de la droga, la Familia Michoacana se distingue porque, además de su adiestramiento en el manejo de las armas y en la producción y tráfico de drogas, sus integrantes respetan algunos "principios", una mÃstica no reñida con la religión. De hecho, en abril fue detenido en la celebración del bautizo de su nieta Rafael Cedeño Hernández, El Cede, lugarteniente de la banda e identificado como uno de los ideólogos de la organización. Cedeño diseñaba e implementaba un "programa de valores" que se inculca a los jóvenes que son reclutados en la organización, a los que se les enseña a mantener una búsqueda de superación personal.
"La drogadicción ocurre en jóvenes que no creen en Dios, porque no lo conocen. Esta falta de asideros trascendentales hace, precisamente, un caldo de cultivo para quienes usan y abusan de ese vacÃo espiritual y existencial de nuestro tiempo"
Esta afirmación me parece escandalosa viniendo de un jefe de Estado, no solo por infundada (como bien aclara Minerva, la mayorÃa de los que han consumido droga en México se declaran católicos) sino porque reflejan una falta de separación entre Iglesia y Estado e implican una actitud prejuiciosa del presidente mexicano ¿Que habrÃa sucedido si el señor Calderón hubiese dicho que los musulmanes son violentos o los judÃos usureros? Un escándalo internacional, por supuesto. Por esa razón me hizo mucha gracia que al dÃa siguiente me despertase con esta noticia:
El Gobierno mexicano propinó un nuevo golpe al cartel de la Familia Michoacana. Ayer fueron presentados ante la opinión pública Miguel Ãngel Beraza Villa, conocido como La Troca, y Rafael Hernández Harrison, apodado La Cuchara. Se trata, según las autoridades, de dos elementos clave de esta organización criminal. El primero estarÃa encargado de organizar el tráfico de drogas sintéticas y el segundo, del planeamiento de extorsiones y del control de los laboratorios en Apatzingán, en el Estado de Michoacán.
El golpe ha sido particularmente vistoso porque la detención de los cabecillas ocurrió en una iglesia, sin que se disparara un solo tiro y tras una sofisticada labor de inteligencia. La policÃa federal averiguó que el sábado se efectuarÃa una ceremonia en la iglesia del Perpetuo Socorro de Apatzingán.
Entre los carteles mexicanos de la droga, la Familia Michoacana se distingue porque, además de su adiestramiento en el manejo de las armas y en la producción y tráfico de drogas, sus integrantes respetan algunos "principios", una mÃstica no reñida con la religión. De hecho, en abril fue detenido en la celebración del bautizo de su nieta Rafael Cedeño Hernández, El Cede, lugarteniente de la banda e identificado como uno de los ideólogos de la organización. Cedeño diseñaba e implementaba un "programa de valores" que se inculca a los jóvenes que son reclutados en la organización, a los que se les enseña a mantener una búsqueda de superación personal.
En definitiva, parece no existir ninguna relación entre drogadicción y religión, aunque sà parece que los narcotraficantes mantienen una estrecha vinculación con ella. CabrÃa preguntarle al Señor Calderón si lo que empuja a sus jóvenes a la droga no será una tasa de desempleo del 25% (según estimaciones del gobierno estadounidense) o el hecho de que más del 40% de la población mexicana viva por debajo del umbral de pobreza.