Ni muerto en la cruz ni resucitado

¿Y si la Sábana Santa fuera legítima? ¿Y si los evangelios pudieran tomarse más o menos literalmente? ¿Nos llevaría esto a considerar la veracidad de lo que allí cuentan y convertirnos en cristianos? Pues, no necesariamente. El forense Miguel Lorente argumenta que la cruz y la sábana acogieron a un simple mortal que jamás «se levantó de entre los muertos»: Jesús de Nazareth

(Agencia Efe).- Miguel Lorente, forense y experto en violencia de género, ha publicado un libro sobre la crucifixión en el que sostiene, en base a los análisis de la sábana santa y las tradiciones funerarias judías de la época, que Jesucristo no murió en la cruz ni resucitó.
Lorente, especialista en análisis de ADN, afirma que como consecuencia de la crucifixión, Jesús sufrió un coma superficial o muerte aparente y que cuando José de Arimatea descolgó el cuerpo de la cruz para enterrarlo, durante el proceso de lavado y embalsamamiento, recuperó su mecanismo respiratorio, volviendo a la vida en un proceso que el escritor denomina «resucitación biológica».
El autor, profesor asociado de Medicina Legal en la Universidad de Granada y asesor de varias Comisiones en el Congreso y el Senado sobre violencia de género, afirma que su libro 42 días. Análisis forense de la crucifixión y la resurrección de Jesucristo, no busca criticar la religión ni la fe cristiana y que su intención «no es atacar o minar los misterios de la fe».
Se trata, afirma, de «explicar con una argumentación científica unos hechos que ya otros intentaron bajo otras referencias, pero considero que el verdadero milagro no está en lo extraordinario, sino en lo excepcional de lo ordinario».
Miguel Lorente dijo que sus estudios sobre las investigaciones y análisis que se han venido llevando a cabo sobre el sudario sagrado que se guarda en Turín, le llevan a la tesis de que, con toda probabilidad, Jesús no murió en la cruz ni posteriormente resucitó, «aunque los acontecimientos llevaron a los testigos a percibir los hechos de esa manera».
Lo que nosotros entendemos en la palabra resurrección, afirmó Lorente, no es lo que se entiende como tal en aquella época –y de hecho la de Jesús no es la única como recogen los Evangelios– porque no tiene el sentido sobrenatural o de retorno de la muerte, que damos hoy a esa palabra.
Miguel Lorente, indicó a Efe, como sostiene en su libro, que la sábana santa data de la época en que vivió Jesús, y afirma al respecto, coincidiendo con los análisis de otros científicos e investigadores, que las pruebas del carbono 14 que la sitúan en siglos posteriores «no estuvieron bien hechas, como se ha demostrado».
Este error, dice, pudo deberse a los avatares que ha sufrido la tela a lo largo de la historia por los efectos del fuego y del agua, la incorporación de materiales extraños y contaminaciones orgánicas cada vez que la sábana ha sido manipulada para ser exhibida a lo largo de los siglos.
Esta tela, recuerda, no es la misma con la que el cuerpo de Jesús fue envuelto al ser bajado de la cruz, sino que corresponde a la que le envolvió como sudario al ser tendido sobre ella en el sepulcro para, según los ritos judíos, lavarlo y embalsamarlo.
Lorente insiste en que el descendimiento tuvo efectos rehabilitadores para el proceso respiratorio tras el colapso o aparente muerte, que al tumbar el cuerpo se distribuyó mejor la sangre tras la postura forzada de la crucifixión, y que los productos (entre ellos aloe y mirra) que se le aplicaron tras el lavado tuvieron efectos cicatrizantes, hidratantes y antipiréticos, que llevaron a la «resurrección» biológica.
Editado por Aguilar, el título de «42 días» del libro corresponde al período de tiempo que abarca desde el prendimiento de Jesús, su crucifixión y sus apariciones posteriores, hasta su marcha definitiva de este mundo que, en la tradición cristiana se conoce como la Ascensión a los cielos.


Los comentarios han sido cerrados para esta nota