Nº 63: Pruebas de la evolución – Las formas de transición



Prueba 04: Las formas de transición:
Si la teoría de la evolución es cierta y solo hay una única filogenia universal, entonces todos los organismos, tanto los presentes como los pasados, deben encajar en ella. Por lo tanto, esperamos que todos los fósiles puedan ser ubicados de un modo coherente y objetivo dentro del árbol genealógico de las especies.

Cada punto del árbol filogenético en el que nacen dos nuevas ramas representa un ancestro común. Según los criterios morfológicos y bioquímicos las aves están estrechamente relacionadas con los reptiles y compartirían un ancestro común, por otro lado los mamíferos estarían también relacionados con los reptiles por medio de un ancestro común distinto. Según este resultados esperaríamos encontrar formas de transición entre reptiles y aves o entre reptiles y mamíferos pero en ningún caso encontraríamos formas intermedias entre mamíferos y aves. Es decir, si la teoría de la evolución es cierta, podremos predecir que características morfológicas podrán presentar las formas de transición ya extinguidas y cuales no. En base a lo que sabemos de las aves y los reptiles podemos esperar encontrar fósiles similares a reptiles con plumas o similares a aves con dientes, pero no esperamos encontrar fósiles similares a mamíferos con plumas o similares a aves con los huesos del oído medio de los mamíferos.

Una vez más las predicciones basadas en la evolución de las especies se cumplen, se han identificado un gran número de formas de transición entre dinosaurios y aves que permiten observar sin apenas interrupciones las progresivas transformaciones morfológicas que conectan ambos grupos, desde la aparición de los precursores de las plumas hasta la modificación progresiva de las extremidades anteriores, pasando por la perdida paulatina de los dientes. Estas formas de transición están representadas por Eoraptor, Herrerasaurus, Ceratosaurus, Allosaurus, Compsognathus, Sinosauropteryx, Protarchaeopterys, Caudipteryx, Velociraptor, Sinovenator, Beipiaosaurus, Sinornithosaurus, Microraptor, Archaeopteryx (en la imagen), Rahonavis, Confuciusornis, Sinornis y Patagopteryx, entre muchas otras.

También existe una colección de fósiles que ilustran de forma extraordinaria la transición entre reptiles y mamíferos, desde los grupos pelycosauria, therapsida y cynodonta hasta los mamíferos primitivos. En lo que se refiere al esqueleto, una diferencia importante entre reptiles y mamíferos es que los primeros tienen al menos cuatro huesos en su mandíbula inferior y solo uno en su oído medio mientras que los mamíferos tienen un único hueso en la mandíbula inferior y tres en el oído medio. A comienzos del siglo XX se descubrió que dos huesos homólogos en el feto daban lugar a dos huesos de la mandíbula (cuadrado y articular) en los reptiles y a dos huesos del oído interno en los mamíferos (yunque y martillo), lo que sugiere que estos dos huesos del oído interno de los mamíferos evolucionaron a partir de los primeros. Todo este proceso evolutivo esta perfectamente ilustrado mediante una completa colección de formas de transición fosilizadas (Figura inferior).


Uno de los ejemplos más famosos de fósiles de transición es la colección actual de fósiles de homínidos. Basándonos en numerosos análisis filogenéticos el chimpancé es considerada la especie viviente más próxima a los humanos. Por lo tanto, según la teoría de la evolución, debieron vivir en el pasado especies que presentasen morfologías intermedias entre humanos y chimpancés. A lo largo del siglo XX varios descubrimientos paleontológicos espectaculares han identificado los fósiles de varias especies de homínidos que cumplen estas características predichas y que se ilustran de un modo incuestionable en la figura inferior. Los craneos de la figura van desde el chimpancé moderno (A) hasta el hombre moderno (N) pasando por el Australopithecus africanus (B, C), el Homo habilis (D, E), Homo rudolfensis (F), Homo erectus (G), Homo ergaster (H), Homo heidelbergensis (I), el hombre de neandertal (J, K, L) y el hombre de Cro-Magnon (M). Debe quedar claro que esto en ningún caso significa que el hombre proviene del chimpancé, sino que ambas especies comparten un antepasado común.

Del mismo modo han sido identificados ejemplos similares de formas de transición incluso en los casos más extremos, como la evolución de las ballenas y otros mamíferos marinos, como el manatí o el dugongo, a partir de mamíferos terrestres.

Hasta el momento no se ha encontrado ninguna especie fosilizada que represente un estado intermedio entre aves y mamíferos ni ninguna otra transición incoherente con el árbol filogenético estandar basado en la teoría de un ancestro común. Si las especies fuesen el resultado de actos de creación independientes nada impediría la existencia de dichas formas de vida, animales con plumas y placenta al mismo tiempo, por ejemplo.

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