Nº 43: Apócrifos II – ¿Cristianismo homicida? Ananías y el hijo de Anás


Otro de los argumentos que suelen emplearse para desacreditar a los textos cristianos apócrifos frente a los canónicos es que en los primeros aparece un Jesús vengativo, que llega a castigar con la muerte a quien lo ofende. Sin embargo, una lectura completa de los textos canónicos, aquellos en los que según la Iglesia Católica se recoge solo la verdad revelada por Dios, encontramos que la muerte como castigo no es exclusiva de los textos apócrifos. Comparemos un episodio de la infancia de Jesús descrito en el evangelio apócrifo de Pseudo-Tomás con el relato que aparece en el texto canónico de los Hechos de los Apóstoles.

EL HIJO DE ANÁS (Apócrifo de Pseudo-Tomás)

Y el hijo de Anás el escriba estaba allí con José; tomó una rama de sauce e hizo que corriesen las aguas que Jesús había recogido. Y Jesús, viendo lo sucedido, se enfadó y le dijo: ¡Oh, malvado, impío e ignorante! ¿qué daño te han hecho los charcos y las aguas? mira, ahora quedarás seco como un árbol, y no darás ni hojas, ni raíces ni frutos. E inmediatamente el niño quedo seco. Y Jesús se marchó a la casa de José. Pero los padres del niño que había sido secado lo tomaron, lamentando su juventud, y lo llevaron ante José y le reprocharon el tener un hijo que hacía semejantes cosas.

ANANÍAS Y SU MUJER (Hechos 5: 1-11)

Un hombre llamado Ananías, junto con su mujer, Safira, vendió una propiedad, y de acuerdo con ella, se guardó parte del dinero y puso el resto a disposición de los Apóstoles. Pedro le dijo: «Ananías, ¿por qué dejaste que Satanás se apoderara de ti hasta el punto de engañar al Espíritu Santo, guardándote una parte del dinero del campo? ¿Acaso no eras dueño de quedarte con él? Y después de venderlo, ¿no podías guardarte el dinero? ¿Cómo se te ocurrió hacer esto? No mentiste a los hombres sino a Dios». Al oír estas palabras, Ananías cayó muerto. Un gran temor se apoderó de todos los que se enteraron de lo sucedido. Vinieron unos jóvenes, envolvieron su cuerpo y lo llevaron a enterrar. Unas tres horas más tarde, llegó su mujer, completamente ajena a lo ocurrido. Pedro le preguntó: «¿Es verdad que han vendido el campo en tal suma?». Ella respondió: «Sí, en esa suma». Pedro le dijo: «¿Por qué se han puesto de acuerdo para tentar así al Espíritu del Señor? Mira junto a la puerta las pisadas de los que acaban de enterrar a tu marido; ellos también te van a llevar a ti». En ese mismo momento, ella cayó muerta a sus pies; los jóvenes, al entrar, la encontraron muerta, la llevaron y la enterraron junto a su marido. Un gran temor se apoderó entonces de toda la Iglesia y de todos los que oyeron contar estas cosas.

El episodio descrito en el texto canónico es muy ilustrativo en cuanto a los orígenes del cristianismo ¿hay algo más parecido a lo que hoy llamamos sectas? Se insta a sus seguidores a vender sus bienes y entregar todos sus beneficios a la comunidad bajo amenaza de grandes desgracias mediadas por el Espíritu Santo, incluida la muerte.

En cuanto a los textos apócrifos, una cosa queda clara, durante los primeros siglos del cristianismo se escribieron numerosos relatos referidos a la vida de Jesús y se recopilaron numerosos dichos, parábolas y recomendaciones atribuidas a su persona, todo basado en leyendas, mitos, cuentos, rumores, etc, etc. Cuando llego el momento en el que el cristianismo alcanzó una posición de privilegio en el Imperio Romano hubo necesidad de crear una figura de Jesús con unas características determinadas, para ello se seleccionaron los textos que podían servir a ese propósito y fueron nombrados por decreto verdad absoluta mientras que cualquier versión incómoda o extremadamente fabulosa fue descartada también por decreto. La figura de Jesús en la que hoy creen los cristianos es simplemente el resultado de ese trabajo de marketing realizado en el siglo IV.

Los comentarios han sido cerrados para esta nota