Nº 40: La matanza de los inocentes


Uno de los cuentos que más me gustaba de pequeño era el de los tres reyes magos (o sabios de oriente) que acudían a adorar a Jesús recién nacido guiados por una estrella. Cuando a uno se la cuentan de pequeño le queda claro lo bueno que es Dios, que avisa a los magos en sueños para que no le cuenten al malvado rey Herodes el lugar en el que se encuentra el niño. Obviamente, todo cambia (o debería cambiar) cuando uno lee la historia desde una perspectiva adulta y racional. Recordemos la historia tal y como la cuenta el Evangelio de Mateo, el único que la menciona (Mt 2: 1-16):

Cuando nació Jesús, en Belén de Judea, bajo el reinado de Herodes, unos magos de Oriente se presentaron en Jerusalén y preguntaron: «¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de nacer? Porque vimos su estrella en Oriente y hemos venido a adorarlo». Al enterarse, el rey Herodes quedó desconcertado y con él toda Jerusalén. Entonces reunió a todos los sumos sacerdotes y a los escribas del pueblo, para preguntarles en qué lugar debía nacer el Mesías. «En Belén de Judea, –le respondieron–, porque así está escrito por el Profeta: "Y tú, Belén, tierra de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, porque de ti surgirá un jefe que será el Pastor de mi pueblo, Israel"».

Herodes mandó llamar secretamente a los magos y después de averiguar con precisión la fecha en que había aparecido la estrella, los envió a Belén, diciéndoles: «Vayan e infórmense cuidadosamente acerca del niño, y cuando lo hayan encontrado, avísenme para que yo también vaya a rendirle homenaje». Después de oír al rey, ellos partieron. La estrella que habían visto en Oriente los precedía, hasta que se detuvo en el lugar donde estaba el niño. Cuando vieron la estrella se llenaron de alegría, y al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje. Luego, abriendo sus cofres, le ofrecieron dones, oro, incienso y mirra. Y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar al palacio de Herodes, volvieron a su tierra por otro camino.

Después de la partida de los magos, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: «Levántate, toma al niño y a su madre, huye a Egipto y permanece allí hasta que yo te avise, porque Herodes va a buscar al niño para matarlo». José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto. Allí permaneció hasta la muerte de Herodes, para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por medio del Profeta: "Desde Egipto llamé a mi hijo". Al verse engañado por los magos, Herodes se enfureció y mandó matar, en Belén y sus alrededores, a todos los niños menores de dos años, de acuerdo con la fecha que los mayor le habían indicado.

Esta claro que Dios no estuvo muy rápido ¿Por qué no avisó a los magos ANTES de que llegasen al palacio de Herodes? ¿A que venía esa misteriosa estrella? ¿Solo estaba para que tres magos llevasen al niño oro, incienso y mirra? ¿Tan importantes eran esos regalos? ¿No podía haberse ahorrado este numerito de la estrella y los magos sabiendo las terribles consecuencias que iba a tener?.

Este episodio del nacimiento de Jesús, claramente inventado, tenía como objetivo justificar la huida de la familia de Jesús hacia Egipto (algo que no menciona ningún otro evangelista) para que se cumpliese una profecía "De Egipto llamé a mi hijo" (Oseas 11:1) y del mismo modo la supuesta matanza de inocentes pretende ser el cumplimiento de otra profecía "Se oyó un sonido en Ramá, sonido de llano y dolor. Era Raquel que lloraba por sus niños y no quería que la consolaran porque ellos ya estaban muertos" (Jeremías 31:15). El autor no debió darse cuenta de que Dios no quedaba en muy buen lugar después de un relato tan absurdo e innecesario. Tras este intento desesperado por demostrar la identidad mesiánica de Jesús el autor queda como un mentiroso y el resto del texto pierde la poca credibilidad que alguno le quiera dar.

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