Nº 32: ElÃas y Eliseo
El rey envió a un oficial con sus cincuenta hombres para buscar a ElÃas. Cuando él subió a buscarlo, lo encontró sentado en la cumbre la montaña, y le dijo: «Hombre de Dios, el rey ha dicho que bajes». ElÃas respondió al oficial: «Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore, a ti y a tus cincuenta hombres». Y bajó fuego del cielo y lo devoró, a él y a sus cincuenta hombres. El rey le volvió a enviar otro oficial con sus cincuenta hombres. Este tomó la palabra y dijo a ElÃas: «Hombre de Dios, asà habla el rey: Baja en seguida». ElÃas le respondió: «Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore, a ti y a tus cincuenta hombres». Y bajo fuego del cielo y lo devoró, a él y a sus cincuenta hombres. El rey volvió a enviar a un tercer oficial con sus cincuenta hombres. El tercer oficial subió y, al llegar, se puso de rodillas frente a ElÃas y le suplicó, diciendo: «Hombre de Dios, por favor, que mi vida y la vida de estos cincuenta servidores tuyos tengan algún valor a tus ojos. Ya ha bajado fuego del cielo y ha devorado a los dos oficiales anteriores con sus cincuenta hombres. Pero ahora, ¡que mi vida tenga algún valor a tus ojos!». El Angel del Señor dijo a ElÃas: «Baja con él, no le temas». ElÃas se levantó, bajó con él a presentarse ante el rey.
2 Reyes 2:19-25
La gente de la ciudad dijo a Eliseo: «El sitio donde está emplazada la ciudad es bueno, como mi señor puede ver; pero el agua es malsana y la tierra estéril». Eliseo dijo: «Tráiganme un plato nuevo y pongan en él un poco de sal». Cuando se lo trajeron, Eliseo se dirigió al manantial y echó allà la sal, diciendo: «Asà habla el Señor: Yo saneo estas aguas; ya no saldrá de aquà muerte ni esterilidad». Y las aguas quedaron saneadas hasta el dÃa de hoy, conforme a la palabra pronunciada por Eliseo. Desde allà subió a Betel. Mientras iba subiendo por el camino, unos muchachos salieron de la ciudad y se burlaban de él, diciendo: «¡Sube, calvo! ¡Sube, calvo!». El se dio vuelta, los vio y los maldijo en nombre del Señor. Entonces salieron del bosque dos osos, que despedazaron a cuarenta y dos de esos jóvenes. Desde allà se dirigió al monte Carmelo, y luego volvió a SamarÃa.
Menuda mala leche se gastaba la parejita, y con dios de matón (o guarura)... ¿o no?