Los frutos marchitos de las religiones



Texto de Diego Banner, publicado inicialmente en HuffPost

Lamentablemente las religiones a lo largo de la historia han causado mucho daño en la sociedades. Los fundadores de las religiones tuvieron ese objetivo en mente sin ningún lugar a dudas.

No buscaban la solidaridad, la unión entre los pueblos, la paz entre los vecinos o el respeto por quien pensara distinto. No, nada de eso, sino todo lo contrario. Queda muy claro leyendo cualquiera de los libros llamados sagrados, el menosprecio con el cual se dirigen a otras religiones o cultos.

Cada uno de los integrantes de las distintas religiones considera que la suya es la verdadera religión y que su dios es el único y el verdadero. Por ejemplo encontramos en Lucas 12:49-53 el siguiente texto dicho por Jesús: “Fuego vine a echar en la Tierra. ¿Y qué quiero, si ya se ha encendido? De un bautismo tengo que ser bautizado. ¡Y cómo me angustio hasta que se cumpla! ¿Pensáis que he venido para traer paz a la tierra? Os digo: no, sino enemistad. De aquí en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres; estará dividido el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra”.

Es en estos casos cuando la gente religiosa trae la infantil excusa de decir que no se puede tomar literalmente lo que está escrito en la Biblia. Es la salida de escape de cualquier persona que no quiere reconocer que la Biblia está llena de versículos llenos de odio, discriminación y amenazas. Cualquiera que haya leído la Biblia desde su primer capítulo de Génesis, habrá notado que el dios de dicho libro tiene todas las características de un dictador violento en su máxima expresión, celoso, vengativo y extremadamente cruel.

El Islamismo tomó partes prestadas del Antiguo y Nuevo Testamento, creando también como consecuencia, creencias que dan como resultado división, odio, violencia e intolerancia, no solo contra otras religiones sino entre ellos mismos.

Las divisiones se dan entre las mismas religiones. Solo piensen ustedes la cantidad de sectas que existen en el Cristianismo. Pareciera ser que no se logran poner de acuerdo en cómo interpretar sus libros sagrados.

Dentro del mismo Vaticano se empieza a hablar sobre la posibilidad de realizar nuevos cambios para modernizar a la Iglesia.

En realidad pueden hacer lo que quieran ya que todas las religiones fueron inventadas por los hombres. Digo por los hombres ya que queda claro que la religión considera a la mujer una “creación” de segunda clase. Veamos que dice el Nuevo Testamento al respecto: Timoteo 2:11-12 “La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer enseñar, ni ejercer dominio sobre el hombre, sino estar en silencio”.

El Vaticano no permite incluir ninguna mujer dentro de su staff. Qué curiosidad es ver tantas mujeres que siguen a una religión que las discrimina en los libros y en la práctica. Pareciera ser un especie de masoquismo bien visto por una gran parte de la sociedad. Es uno de esos misterios que no se logra fácilmente comprender.


Una de las características más fuertes de la gente religiosa es la intolerancia. Los padres religiosos pretenden que sus hijos e hijas crean en las mismas fantasías que ellos creen. Estos padres no quieren tener hijos que puedan pensar libremente y llegar a través de un pensamiento crítico a sus propias conclusiones.

No Lo que estos padres quieren es inculcarles a sus hijos lo que tienen que pensar y creer. Yo les pregunto a estos padres: ¿No tienen vergüenza?

¿Cuáles son los frutos de toda esta historia de religiones? Hipocresía, supersticiones discriminación, racismo, odio, guerras, matanzas, ignorancia e intolerancia.
Si hay algo que tenemos que admirar en las otras especies que viven en este planeta, es que no tienen religión ni dioses.

Nunca he visto un grupo de gatos o un grupo de perros en guerra por creencias religiosas. Los seres humanos tienen el monopolio del absurdo, y por cosas absurdas se siguen matando unos a otros. Si todas estas cuestiones religiosas fueran ciertas, nadie tendría el menor problema en que fueran puestas a prueba.

Pero evidentemente la inseguridad, miedo y pánico que tienen las personas religiosas de enfrentar la realidad, los vuelve agresivos y como ya sabemos en muchos casos violentos.

Es el miedo la base de la violencia, y la base de cualquier religión es el miedo.

Tomen el riesgo de pensar por ustedes mismos y abandonen los miedos del infierno y los castigos eternos. La verdad no se transmite con amenazas, sino con sabiduría y amor. Solo las mentiras son inculcadas con amenazas y castigos. Es hora de salir del dogma, y empezar a pensar libremente.

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