Los errores de Galileo

Quizás el caso mas famoso que nos regaló la Inquisición, fue la condena a Galileo. La versión de los críticos de la ICAR es ampliamente conocida, pero no puedo dejar de mencionar la visión de al menos un sector de la misma iglesia, y que se expone en la web de Catholic.net. En la misma se hace un repaso de los hechos, y se hacen algunos comentarios que en teoría pretenden matizar (por no decir atenuar) la condena generalizada a la actuación de los inquisidores. Básicamente se apoyan en los siguientes puntos.

Sostiene que los opositores de Galileo tenían razón en que este no disponía de una prueba concluyente de definitiva sobre el heliocentrismo que proponía. En esta linea, dicen “En este punto tenía razón san Roberto Belarmino al pedirle a Galileo que no considerara el heliocentrismo sino como una hipótesis, más o menos verosímil, mientras no contara con pruebas fehacientes de su realidad“. Recuérdese que el juicio a Galileo lo llevaba adelante un grupo de gente que afirmaba la existencia de un dios como un hecho sin prueba fehaciente alguna. Honesto hubiera sido aplicar el mismo criterio a Galileo y a la Iglesia, y que se considerara a Dios como una hipótesis.

Luego afirma que “la historia se pronunció a favor de Galileo, pero sus contemporáneos no podían saberlo. Belarmino, que aconsejó siempre a Galileo que hablara ´por hipótesis´, adoptó casi instintivamente un principio de metodología científica muy moderno; en su tiempo la prudencia era perfectamente justificada. Lo más acertado habría sido que Galileo hubiera seguido su consejo“. El primer mensajes intenta justificar la censura a Galileo apoyándose en la ignorancia sobre el hecho de que luego la historia le daría la razón. O dicho de otra manera: Como los contemporáneos de Galileo no podían saber que él iba a estar en lo cierto, lo censuraron. El segundo intenta justificar la censura dada la “falta de prudencia” de Galileo en no aceptar el “consejo” que le daba el cardenal Berlarmino de plantear su ideas solo como una “hipótesis”. Una buena forma de mostrar a la víctima como el culpable.

Sigue “Por su parte, el error de los teólogos del tiempo de Galileo fue el de no hacer una recta interpretación de la Escritura, al quedarse con el sentido literal de ésta, y al no discernir entre el ámbito de la ciencia y el de la revelación, los cuales, si bien no se oponen, tampoco deben confundirse.“. En otras palabras, el error de la Iglesia fue no saber interpretar la Biblia. Perseguir a alguien por cuestiones intelectuales no parece ser algo de lo que arrepentirse. Como siempre, el abuso de poder y la tiranía que ejercían pasan a segundo plano, siendo que en el primero se encuentra la recta interpretación de su leyenda predilecta, como si al resto nos importaran los mitos en los que ellos creen.

Otro sitio web, Corazones.org, hace también una defensa un poco más encendida del papel de la iglesia por aquellos oscuros tiempos.

Dice  “Galileo nunca fue torturado por afirmar que la tierra giraba alrededor del sol. Fue condenado a «formalem carcerem» -una especie de reclusión domiciliaria.“. Lo detuvieron, lo humillaron, le hicieron desdecirse de sus afirmaciones y aún así lo condenaron a reclusión domiciliaria, pero no lo torturaron. Y nosotros que no agradecemos!

Y luego aclara “A Galileo se le juzgó no por su tesis científica, sino por decir que la Biblia estaba equivocada al hablar de que “se detuvo el sol” -cuando la que se detuvo fue la tierra.“. Curiosa forma de defender a la ICAR del abuso de poder del que se le acusa.

La idea de que el problema de la Iglesia no era con la propuesta heliocéntrica en sí, sino con las formas que Galileo utilizó, no es rara. Suele leerse que ya Copérnico había propuesto esto antes y que la Iglesia lo había aceptado de buena forma. En realidad esto es una manipulación de lo que realmente sucedió. Ciertamente Copérnico había postulado ya su sistema heliocéntrico, pero su libro estuvo prohibido por la Iglesia hasta que no se hicieran las “correcciones” adecuadas, que incluían mostrar la propuesta heliocéntrica solo como un modelo matemático para simplificar los cálculos, y no poniendo realmente al sol en el centro. Dicho de otra manera, el centro seguía siendo de la tierra, pero permitían tomar como centro de referencia al sol para ahorrarse algunos cálculos. Incluso en ACI Prensa (un órgano de prensa católico) lo explica con algunos detalles interesantes.

“Los hechos de 1616 acabaron con dos actos extra-judiciales. Por una parte, se publicó un decreto de la Congregación del Índice, fechado el 5 de marzo de 1616, por el que se incluyeron en el Índice de libros prohibidos tres libros: Acerca de las revoluciones del canónigo polaco Nicolás Copérnico, publicado en 1543, donde se exponía la teoría heliocéntrica de modo científico; un comentario del agustino español Diego de Zúñiga, publicado en Toledo en 1584 y en Roma en 1591, donde se interpretaba algún pasaje de la Biblia de acuerdo con el copernicanismo; y un opúsculo del carmelita italiano Paolo Foscarini, publicado en 1615, donde se defendía que el sistema de Copérnico no está en contra de la Sagrada Escritura. Quedaba afectado por las mismas censuras cualquier otro libro que enseñara las mismas doctrinas. El motivo que se daba en el decreto para esas censuras era que la doctrina que defiende que la Tierra se mueve y el Sol está en reposo es falsa y completamente contraria a la Sagrada Escritura. Por otra parte, se amonestó personalmente a Galileo, para que abandonara la teoría heliocéntrica y se abstuviera de defenderla.

El opúsculo de Foscarini fue prohibido absolutamente. En cambio, los libros de Copérnico y de Zúñiga solamente fueron suspendidos hasta que se corrigieran algunos pasajes. En el caso de Zúñiga, lo que debería modificarse era muy breve. En el caso de Copérnico se trataba de diversos pasajes donde había que explicar que el heliocentrismo no era una teoría verdadera, sino sólo un artificio útil para los cálculos astronómicos. De hecho, esas correcciones se prepararon y se aprobaron al cabo de cuatro años, en 1620.”

El panorama parece claro. Es bien cierto que Galileo no fue condenado a muerte por la Inquisición, e incluso hay cierto acuerdo en que no fue torturado (aunque si amenazado con la tortura). Claro que semejante “privilegio” tiene dos explicaciones. Primero, Galileo era amigo de gente influyente de la Iglesia Católica (incluyendo al Papa Urbano VIII). Segundo, si bien cometió el “error” de pensar contra las interpretaciones contemporáneas de las Sagradas Escrituras, luego se retractó.

Es cierto que la Iglesia hizo su autocrítica, pero el mensaje no es del todo claro. Cuando Juan Pablo II parece haber pedido disculpas por el proceso del que fue víctima Galileo, su sucesor Benedicto XVI nos dice “En la época de Galileo la Iglesia fue mucho más fiel a la razón que el propio Galileo. El proceso contra Galileo fue razonable y justo».” en una cita que según Wikipedia puede encontrarse en Corriere della Sera el 30 de marzo de 1990. Sorprende que alguien “infalible” en un terreno pueda ser tan bruto en otro.

Quizás nada de esto nos enseñe que Dios no existe. Quizás está allá arriba rompiéndose la cabeza contra una nube mientras maldice a los dueños de su franquicia aquí en la tierra. Pero si nos enseña que la Iglesia puede cometer los mismos abusos que cualquier dictadura, y que su libro preferido (y por supuesto la interpretación que ellos hacen del mismo) no son garantía de nada. Algo que creo conviene recordar cuando los iluminados señores de la fe nos quieren enseñar como son las cosas que dice “el libro”.

Convertir esta entrada a PDF.

Los comentarios han sido cerrados para esta nota