Los dos apellidos



Leemos en la prensa que el Gobierno está barajando una nueva ley para poner los apellidos a los hijos. Hay, por lo menos, dos puntos que se deben tener en cuenta cuando uno se mete en estos berenjenales.

1. Todo sistema que parta de un conjunto dado de apellidos y que no garantice, con probabilidad uno, la supervivencia de todos, está irremediablemente abocado a la disminución continua de la diversidad de los apellidos.

2. Todo sistema que, antes de una negociación, de ventaja a una de las partes en caso de desacuerdo provoca una disminución de los casos de acuerdo y aumenta los de desacuerdo.

La propuesta que ha trascendido a la prensa, lejos de resolver estas cuestiones, las agudiza:

1. Tanto el sistema actual como el propuesto hacen poco por evitar la pérdida de apellidos. A corto plazo, el actual hace que se pierdan más rápidamente los que ahora son los primeros apellidos de las mujeres. La nueva propuesta, si bien podría paliar algo este aspecto, hace que se pierdan más rápidamente los posteriores en la ordenación alfabética. Para la diversidad la nueva propuesta es peor, puesto que el mismo apellido puede ser el de una madre aquí y el de un padre allá.

2. La propuesta da poder de negociación al miembro de la pareja que tenga un apellido anterior según el orden alfabético. ¿Para qué querrá llegar a un acuerdo, si en caso de desacuerdo se pone el suyo?

Hay maneras de evitar estos dos problemas. El segundo se soluciona fácilmente haciendo que, en caso de desacuerdo, decidiera el azar. El primero se soluciona si se permiten poner apellidos ya extinguidos o nuevos.

Hay otras alternativas. Freman, en el Otto Neurath nos propone que los hijos hereden el primer apellido del padre y el segundo de la madre. De esta manera ambos pasan a la siguiente generación en pie de igualdad (ambos pasan como ahora pasa el del padre). Conviene hacerse un ejemplito con varias generaciones para ver que ciertamente es así. Esto evita que desaparezcan los maternos con más probabilidad.

Aloe, en el mismo Otto Neurath propone que rescatemos los patronímicos. Esto podría añadir variedad al conjunto de apellidos.

Otra posibilidad es que, en caso de desacuerdo, gane el apellido menos común. Esto podría ralentizar mucho la pérdida de apellidos. Es posible que, aunque no sea norma obligada, sea lo que de hecho podrían practicar muchas parejas cuando uno de los apellidos sea lo suficientemente vulnerable a la extinción.

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