Lo confieso: soy un liberal
(Y un poco escorado a la izquierda, como habréis podido comprobar en muchos temas los lectores de este blog.)
En el dÃa de La Pepa no está de más reivindicar el término liberal. SÃ, ya sabemos que la Constitución de Cádiz hoy serÃa considerada bastante retrógrada, sin igualar en derechos a las mujeres, por ejemplo, o consagrando la MonarquÃa por la gracia de dios. Pero en su dÃa fue una de las constituciones más avanzadas para lo que hoy en dÃa consideramos avance. TenÃa hasta su toque ingenuo, como ese ArtÃculo 6 del CapÃtulo II en que señalaba la obligación de que los españoles fueran justos y benéficos.
Como buen economista (justo y benéfico) me siento liberal en el sentido que siempre ha definido mejor este término: desarrollo de las libertades individuales, incluida la económica, y rechazo de los privilegios como fuente de progreso dentro de una sociedad abierta y un estado de derecho. El apoyo al progreso y a la actividad cientÃfica, asà como la amplitud de miras como para reconocer si una medida polÃtica conduce o no a los fines deseados y saber corregirse van completando el ideario liberal, tal como lo entiendo. No deberÃa hacer falta, pero tampoco estará de más recordar la idea de un estado completamene laico y aconfesional (yo creo que es lo mismo, pero digo las dos cosas por si acaso) y la ausencia total de todo tipo de discriminación.
Es triste ver cómo a menudo se confunde el término liberal con la influencia de la escuela austriaca de pensamiento económico. En la EconomÃa su influencia actual es prácticamente nula, sin aportaciones a la literatura académica en el último medio siglo, pero no lo es su influencia polÃtica y mediática. El pensamiento de la escuela austriaca influyó en gobernantes como Ronald Reagan o Margaret Thatcher. En España, algunos polÃticos como Esperanza Aguirre se declaran partidarios de esta escuela. El Instituto Juan de Mariana, Libertad Digital e IntereconomÃa, entre otros, son los medios que más difunden las ideas de la escuela austriaca.
Una de las paradojas que más distorsiona la visión de la EconomÃa por gran parte del público en España, y me temo que en buena parte del mundo, es la identificación de los postulados de esta escuela con los de la práctica de la EconomÃa académica. Demasiado a menudo se indica que el “neoliberalismo†o el movimiento “neocon†tienen su base en la EconomÃa ortodoxa, cuando lo cierto es que tienen su base en esta escuela heterodoxa, marginal en el pensamiento económico moderno. En España, en particular, ha llegado hasta el punto que sus simpatizantes parecen haberse apropiado del término liberal, contagiando a gran parte de la sociedad, incluida la progresista, que empieza también a identificar los “liberalâ€, “neoliberal†y “economista ortodoxoâ€.