LLEGA EL AUTOBÚS ATEO, “CARGADO DE ODIO”

¡Qué os voy a decir! Personalmente, lo del autobús ateo me parece una chorrada. Hay que reconocer que está bien que el ateísmo "salga del armario" a la escena pública, que se considere tan aceptable moralmente -si es que no más- que las múltiples creencias religiosas con las que convivimos, y que haya discusión pública sobre el asunto. Pero el formato de una campaña de publicidad me parece contraproducente, porque la propia esencia de la publicidad la tenemos asociada a la mentira ("si algo sale en los anuncios, no debe ser muy bueno"), porque no hay en España una cultura de anuncios religiosos similares en los transportes públicos (que yo recuerde) y sobre todo porque no favorece esa discusión pública tan necesaria, especialmente en este país tan poco dado a la argumentación razonable. Por todos estos motivos,  es más verosímil que la gente reaccione en contra de la campaña (aunque sólo sea "por joder") que a favor. Además, lo de "disfrutar de la vida" dicho a los católicos de nuestros días parece un chiste: ya están tan poco habituados a pensar en las penas del infierno, que el Vaticano ha tenido que reafirmar recientemente su existencia. 
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Puestos a elegir otro tema, y dadas las fechas, habría preferido algo del estilo "Si ya no crees en los Reyes Magos, entonces ¿por qué sigues creyendo en Dios?". 
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Lo que sí es de risa son las quejas y la indignación de algunos creyentes, teniendo en cuenta la cantidad incomensurablemente mayor de publicidad que la Iglesia Católica hace en nuestro país, desde los monumentos permanentes bien visibles para todos, hasta las campañas con motivos particulares (y aún así les parece poca, y están pensando en hacer más y mejor márketing). Si hay quien se siente ofendido ("contaminado") por la presencia de voces que defienden y pregonan lo que humildemente opinan como fruto de su reflexión racional, ¡qué no habríamos de hacer los ateos ante los permanentes reclamos publicitarios y ocupaciones del espacio público en nombre de creencias que consideramos absurdas! Como muestra, unos botones.
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