La unión de los ateos es posible y deseable
© FermÃn Huerta MartÃn
Este artÃculo pretende refutar la opinión de Gustavo Bueno expuesta al comienzo de su libro La fe del ateo y que dice asÃ:
«Tenemos que considerar como producto de un puro embrollo, y una patológica e indocta confusión de ideas, hablar del ateÃsmo como si pudiera designar una posición unitaria capaz de servir de fundamento para algún movimiento social o polÃtico consistente».
Considero, al contrario que Gustavo Bueno, que si existe una «posición unitaria», aunque sea sobre mÃnimos, que fundamente un movimiento ateo, y que quizás la confusión de ideas provenga del que hace tal afirmación.
Bueno usa una serie de ejemplos de distinciones de ateos para justificar su tesis y que me van a servir de base para contestarle, son las siguientes:
Ontológicos/Ónticos. Privativos/Negativos. Esenciales/Existenciales.
Católicos/Musulmanes. Anarquistas/Nazis. Comunistas/Liberales.
PoliteÃstas/MonoteÃstas. Militante/No practicante. Anticlerical/Clerical.
Primera distinción: ateos ontológicos, ateos ónticos
Esta distinción queda eliminada sin ningún problema cuando nos atenemos a un argumento que queda ejemplarizado en esta entrada de la Wikipedia:
«El término ateo tuvo su primer uso en la Roma antigua, para designar a todo aquel que no creyera en los dioses del panteón romano, en particular, y curiosamente a los cristianos.
A raÃz de la confluencia de las religiones en el mundo, el sentido etimológico de la palabra tomó todo su significado para aplicarse a todos los dioses, ya que parecÃa injusto designar ateÃstas a quienes creÃan en cierto dios, razón por la cual el término se limitó a las personas que no creyesen en ningún dios. Actualmente ya no se usa el adjetivo ateo para designar a los que no creen en unos dioses aunque crean en otros».
El que hizo esa entrada evidentemente no conocÃa a Gustavo Bueno y sus seguidores, sino no hubiera dicho que actualmente no se usa el término ateo de esa manera, asà por ejemplo lo usa Atilana Guerrero en su artÃculo Un «bus ateo», sÃ, pero ateo protestante, publicado en El Catoblepas nº 85:
«En efecto, todo teÃsta católico, pongamos por caso, es ateo del resto de religiones monoteÃstas y politeÃstas, en la medida en que dichas religiones, desde su punto de vista, proclaman falsos dioses. Ateos se les llamó a los cristianos por parte de los paganos, como de Sócrates decÃa Voltaire que era el ateo que creÃa en un solo Dios».
Una vez aceptado que el ateo niega a todos los dioses, la especificación ateo ontológico, ateo óntico, desaparece.
El ateo niega los dioses ónticos, por ejemplo, el Demiurgo del Timeo platónico, los dioses corpóreos de los epicúreos, el Dios antropomorfo de Cleantes (de los Diálogos de Hume), incluso, el Gran Ser de Augusto Comte, o el Zeus de Hanson. También los dioses ontológicos, como el Acto Puro de Aristóteles, el Uno de Plotino, el Dios del argumento ontológico de San Anselmo, pero también el Dios de Gaunilon, el Dios de las cinco vÃas de Santo Tomás, el Dios de Leibniz o el Dios panteÃsta, o, si se quiere, el Dios panenteÃsta. También el Dios de Kant.
Niega hasta los dioses que aún no conoce, a todos los dioses. También se elimina asà la distinción ateo monoteÃsta, ateo politeÃsta.
Segunda distinción: ateos privativos, ateos negativos
Una distinción puramente psicológica sin mayor importancia, que me resulta realmente sorprendente que Bueno utilice. Un ateo que se definiese a sà mismo como privativo, que se sintiese mutilado por haber perdido la fe religiosa, serÃa un ateo inmaduro, recién llegado, en transición, en cualquier caso, no es lo que le ocurrió a él, según nos cuenta en Cuestiones cuodlibetales sobre Dios y la religión, donde dice:
«También cabÃa (y éste fue mi caso) una ruptura privada, inconfesable, que tampoco era necesariamente dolorosa (no lo fue en mi caso) puesto que podÃa ir acompañada de compensaciones psicológicas muy claras, como podÃan serlo la sensación de haber "descubierto el secreto", o el sentimiento de superioridad sobre "las pobres gentes" que iban a besar el pilar sobre el que descansa la Virgen».
Una distinción que parece realizada más por las ganas de buscar diferencias entre los ateos que por su importancia real. Que puede dar juego en una conversación entre dos ateos, preguntándose mutuamente por el origen de su convicción:
«¿Cómo llegaste al ateÃsmo?». El ateo negativo dirÃa: «mis padres me educaron asû. El ateo privativo dirÃa: «Yo era un devoto católico hasta que se me ocurrió leer La genealogÃa de la moral de Friedrich Nietzsche».
Tercera distinción: ateos esenciales, ateos existenciales
Dice Bueno en La fe del ateo: «Desde la perspectiva del ateÃsmo esencial, en la que por supuesto nosotros nos situamos, las preguntas habituales: “¿Existe Dios o no existe?â€, o bien: “¿Cómo puede usted demostrar que Dios no existe?â€, quedarÃan dinamitadas en su mismo planteamiento, y con ello su condición capciosa. En efecto, cuando la pregunta se formula atendiendo a la existencia (“¿existe Dios?â€) se está muchas veces presuponiendo su esencia –o si se quiere, el sujeto gramatical y no el predicado– (si la existencia se toma como predicado gramatical en la proposición: “Dios es existenteâ€) y esto supuesto es obvio que no es posible la inexistencia de Dios, sobre todo teniendo en cuenta que su existencia es su misma esencia ; y dicho esto sin detenernos en sus consecuencias, principalmente en ésta: que quien niega la esencia de Dios está también negando la existencia, precisamente en virtud del mismo argumento ontológico que los teÃstas utilizan».
HabrÃa que decir entonces que si «su existencia es su misma esencia» y quien niega la esencia de Dios niega también su existencia, entonces los que niegan su existencia están negando también su esencia. En todo caso la presuposición de su esencia se dará en quien realiza la pregunta: ¿existe Dios?, pero no en la respuesta negativa, si es verdad que su «existencia es su misma esencia». Porque al negar la existencia de Dios se estará negando su esencia y con ello también la posibilidad de la pregunta.
Bueno en el pasado ha negado la existencia de Dios, recientemente por ejemplo en La Nueva España, 13 de diciembre de 2008.
El argumento del ateÃsmo esencial que desarrolla en La fe del ateo es tan brillante, que a los ateos, que en general somos gente de mente abierta, no nos cuesta reconocerlo y admitirlo, recientemente lo hizo Puente Ojea (ateo y adversario intelectual de Bueno en ocasiones) en el periódico Público el 18 de mayo de 2009.
Por todo ello pretender que la distinción esencial/existencial es un impedimento para formar un «movimiento social consistente» es totalmente ridÃculo.
Cuarta distinción: ateos católicos, ateos musulmanes
Dice Gustavo Bueno en La fe del ateo:
«La interpretación simplista (unÃvoca) del ateÃsmo monoteÃsta impide (teniendo en cuenta que el ateÃsmo es una situación a la que los hombres llegan después de haber creÃdo en Dios) percibir diferencias importantes entre, por ejemplo, un ateo procedente del judaÃsmo, otra vez del catolicismo y una tercera vez del islamismo. No es lo mismo, en efecto, ser ateo judÃo, que ser ateo católico o ateo musulmán, de la misma manera que los emigrantes de diversos paÃses que, ya en Londres, han olvidado sus idiomas respectivos para hablar inglés, conservan unas veces el acento pakistanÃ, otras el acento indonesio y unas terceras el acento ceilandés. El ateÃsmo tiene también, según esto, diferentes "acentos" o coloraciones: la coloración propia del ateÃsmo judÃo, el acento propio del ateÃsmo católico o quizá el color del ateÃsmo mahometano.»
Evidentemente no es lo mismo.
PodrÃamos especificar más y decir por ejemplo que no es lo mismo ser ateo católico catalán que ateo católico andaluz. O especificar más y decir ateo católico soriano o ateo católico sevillano.
Puestos a buscar diferencias, podrÃamos encontrar muchas en función de la imaginación que tengamos. Pero el mismo Bueno da con la solución al problema en su ejemplo cuando dice que los emigrantes hablan todos el mismo idioma, el inglés, aunque sea con acentos diferentes, lo importante es poder comunicarse con un idioma común, lo importante es que cada colectivo de ateos, localizado en una nación determinada, al negar las respectivas religiones en las que han sido educados y después todas las demás religiones, disponen de un lenguaje en común que les permite comunicarse y ponerse de acuerdo (o no) a pesar de sus respectivas diferencias que se darán siempre.
Porque una cosa es que el ateÃsmo tenga «acentos» y otra es suponer, como dice en su libro España no es un mito: «El ateo católico español, incluso en los casos de anticlericalismo más radical, sigue moldeado, en negativo, por el catolicismo. Y del mismo modo que un español, trasplantado a Inglaterra, logra hablar correctamente el inglés, pero conservando siempre el “acento españolâ€, asà también un católico “trasplantado al ateÃsmo†conserva siempre el acento católico, incluso en sus negaciones, y por ello no se confunde con el ateo que conserva el acento musulmán, o con el ateo que conserva el acento protestante, o con el ateo que conserva el acento budista».
Porque entonces la distinción que sobrarÃa serÃa la de ateo privativo, ateo negativo. Ya que los ateos privativos estarÃamos en realidad presos de la influencia de la religión en que nos educaron para siempre de tal forma que nunca llegarÃamos a la plenitud atea de los ateos negativos.
En cualquier caso, esta opinión de Bueno entrarÃa en contradicción con lo dicho en su artÃculo Sobre la obligatoriedad de la asignatura «Religión» en El Catoblepas nº 27:
«Y habrá que tener en cuenta que los propios cursos de religión católica, desarrollados según el "método escolástico", ni siquiera constituyen un obstáculo para que el alumno pueda distanciarse, sin trauma alguno, de la misma religión».
Quinta distinción: ateos anarquistas, ateos nazis, ateos comunistas, ateos liberales
Evidentemente hay ideologÃas que son incompatibles con determinados «movimientos sociales consistentes». Un nazi no colaborarÃa con una ONG de ayuda a inmigrantes. Un creyente no pertenecerÃa a una organización atea, ni un ateo a una cofradÃa andaluza. Un comunista o anarquista no se afiliarÃa a las juventudes del Partido Popular, etc.
Luego existen otro tipo de asociaciones donde el mero hecho de entrar arrinconarÃa la ideologÃa determinada para propiciar otros objetivos, como por ejemplo: una peña de un equipo de futbol, una organización ecologista, un grupo antitaurino, una asociación antitabaco, una asociación vecinal, o un grupo ateo.
En este sentido dice Mario Bunge en su libro FilosofÃa polÃtica pág. 256:
«Por último, recordemos que, afortunadamente, algunos vÃnculos sociales, tales como los de parentesco, amistad o vecindad, e intereses comunes de diverso tipo pueden, normalmente, superar las divisiones ideológicas. Este es el motivo por el cual personas con ideologÃas y lealtades partidarias muy diferentes pueden unirse a las mismas asociaciones no polÃticas».
Además, Bueno elige deliberadamente estas ideologÃas polÃticas tan remarcadas (y que exceptuando el liberalismo son minoritarias en la España actual) debido a su tesis de la ecualización entre izquierda y derecha. Si hubiera elegido posturas como centroizquierda o centroderecha o socialdemocracia, dada su tesis de la ecualización, se podrÃa decir que un grupo ateo compuesto de gentes de estas ideologÃas no tendrÃan verdaderos motivos de enfrentamiento ideológico.
Finalmente, a la experiencia me remito, dado que existen organizaciones ateas en las que me imagino hay diversidad ideológica, esta claro que esta diversidad no merma su consistencia.
Sexta distinción: ateos militantes, ateos no practicantes
HabrÃa que especificar qué se entiende por militante, si se entiende pertenecer a una organización atea o tomar iniciativas prácticas sin estar asociado a ninguna organización. (Dada la cantidad de diferencias que encuentra Bueno entre los ateos, si esto fuera cierto, no podrÃan existir ningún tipo de organización de esta clase, a lo sumo organizaciones ateas de un solo miembro).
Si militantes solo fuesen los primeros habrÃa que hacer dos distinciones: militante, no militante y practicante, no practicante. Asà un ateo serÃa militante mientras tuviese el carnet de turno, serÃa practicante mientras practicase el ateÃsmo. Dado que no pertenezco a ninguna asociación atea, mientras escribo este artÃculo soy ateo practicante, cuando escucho música soy ateo no practicante.
Pero estas distinciones no significarÃan un obstáculo para una «posición unitaria», a no ser que crea que «posición unitaria» solo puede significar que todos los ateos estemos asociados a la misma organización atea internacional.
Los ateos en general, militantes o no, practicantes o no, podemos participar de esa «posición unitaria», por lo que todos rechazamos como ateos. Ésa es la base de las posteriores organizaciones ateas, cada una con sus particularidades.
Séptima distinción: ateo anticlerical, ateo clerical
Un ateo clerical es un oxÃmoron, un disparate. Yo puedo hacer una valoración de las actividades del clero actual en España y escribir una lista de cosas con las que estoy en contra y cosas con las que estoy a favor, por ejemplo: Estoy en contra de todo aquello que dependiendo del clero (particular) invade el espacio general de forma permanente. Una procesión no entrarÃa en esta categorÃa, reconozco el derecho de los católicos a salir en procesión igual que reconozco el derecho de los sindicalistas a salir en manifestación, (ver mi artÃculo Gustavo Bueno y los crucifijos). Como es, que anuncien las misas tocando las campanas para llamar a los fieles. Es tan absurdo como si los cines anunciaran cuando empieza una pelÃcula tirando cohetes artificiales, que pongan una cartelera en la entrada del templo con los horarios para información de los interesados.
Estoy en contra de los crucifijos en los lugares públicos.
Estoy en contra de la presencia del clero en el ejército tal como esta ahora en España.
Estoy en contra cuando quieren tener privilegios en la enseñanza de la religión católica en los colegios públicos.
Estoy en contra de que cuando la iglesia no alcanza para autofinanciarse lo haga el Estado al que se critica vorazmente.
Por el contrario estoy a favor de la labor que realizan organizaciones vinculadas a la Iglesia como Caritas, de carácter social, o con los curas que se implican en luchas sociales al nivel que sea para mejorar colectivos desfavorecidos que ayudan alcohólicos o drogadictos o sin techo o inmigrantes, etc. Aunque es verdad que pienso que estas labores las deberÃa realizar el Estado.
Si algún dÃa desaparecieran de la lista todas las cosas con las que estoy en contra, ¿tendrÃa que volverme clerical? En ese momento la convivencia con el clero serÃa mejor que la actual, pero naturalmente seguirÃa existiendo la figura del cura, que es alguien a quien un ateo debe considerar como poco, profundamente equivocado en sus convicciones y como mucho, difusor de mentiras, entontecedor del pueblo y retrógrado de ideas.
Gustavo Bueno y parte de sus seguidores, recientemente y ante el temor de la amenaza islamista ha decidido volverse ateo clerical a la vez que parece sostener la interesante teorÃa de que el catolicismo es una fábrica de ateos (ver mi artÃculo La cruz del materialismo filosófico).
Que el lector saque sus propias conclusiones.
No quisiera terminar este artÃculo sin un último comentario al mencionado texto de Atilana Guerrero. Ella cierra su artÃculo con tres perlas, primero dice que los ateos no pueden aceptar la libertad de pensamiento, debe referirse a los católicos, que según ella son «ateos del resto de las religiones», porque los ateos-ateos actuales defendemos la libertad de pensamiento, principalmente porque es una manera de defendernos a nosotros mismos. Segundo dice que el ateÃsmo es incompatible con la laicidad, esta vez le responderá Puente Ojea, dice en su libro AteÃsmo y religiosidad:
«El pensamiento ateo exige, ciertamente, la implantación efectiva del principio del laicismo como el único capaz de garantizar en la vida pública una tolerancia genuina que sitúe todas las ideologÃas en efectivo pie de igualdad en una sociedad democrática secularizada, y, por ello, la liquidación de toda forma de hegemonÃa clerical».
La última perla no tiene desperdicio. Dice:
«Un ateo esencial católico siempre agradecerá a la Iglesia, por el contrario, que en la batalla contra las supersticiones y las diversas creencias religiosas, ésta le allane el camino, quedando frente a frente con un rival, al menos, digno. Con lo que no podrá estar en contra de la privilegiada situación de la Iglesia en España para dar cabida a cuantas religiones "libre y democráticamente" la gente practique».
Primero, esto lo dice repitiendo la consigna que Gustavo Bueno establece en su artÃculo ¡Dios salve la razón!, en el apartado titulado «El Dios de los cristianos y su papel salvador de los extravÃos de la razón por los cauces de la superstición».
La cuestión es doblemente grave porque Bueno reconoce:
«Aún concediendo a los crÃticos la existencia de componentes supersticiosos de muchas prácticas utilizadas por los cristianos, bastarÃa tener en cuenta la progresiva extensión de sus normas y la asunción de su disciplina, para atribuir a estas prácticas la condición de "principios de racionalización", es decir, para dar cuenta de su capacidad para erigirse en criterios de "organización del caos". Por decirlo asÃ, una superstición, cuando alcanza una universalidad y funcionalismo normativo constante y parsimonioso que le permite alcanzar la victoria sobre otras supersticiones múltiples en caótica ebullición, se constituye a sà misma como canon eficaz de "racionalización del caos"».
Es decir cuando una superstición triunfa, cambia de nombre y se le llama «principio de racionalización».
Luego continúa y dice:
«El cristianismo, al oponerse a las supersticiones, estableció un canon de racionalidad que salvó en los siglos sucesivos, y en numerosas ocasiones, a la razón de la "hemorragia supersticiosa"».
En realidad tendrÃa que decir: «las supersticiones cristianas, al oponerse a otras supersticiones, estableció un canon de racionalidad que salvó en los siglos sucesivos, y en numerosas ocasiones, a la razón de la "hemorragia supersticiosa"».
Lástima que el cristianismo no salvara a la razón de la «hemorragia cristiana».
Luego dice:
«La misma conducta de los inquisidores (sobre todo en la Inquisición española) representó en muchas ocasiones un principio de racionalidad ante la pululación de fenómenos patológicos –aquelarres, posesiones y obsesiones diabólicas, brujerÃas...– que habitualmente se atribuÃan a Satán, o ni siquiera».
Lástima que los aquelarres, posesiones, etc., sigan existiendo todavÃa.
Es decir Atilana, que no hay motivos para agradecer a la iglesia nada en la batalla contra las supersticiones, que conviven felizmente dentro y fuera del cristianismo en la actualidad. Para comprobar eso hay que tener mas contacto con católicos mundanos y menos con católicos académicos o leer revistas como El Escéptico.
Para finalizar, las distinciones elegidas por Bueno, en ningún caso serÃan un impedimento para una posición unitaria atea. Posición ésta con la que los miembros del materialismo filosófico deberÃan colaborar en lugar de obstaculizar buscando distinciones absurdas, o queriendo desmarcarse del resto de ateos a toda costa con supuestos argumentos o descalificaciones detrás de los cuales sólo hay elitismo o clasismo (sólo cabria hablar de ateos académicos que serÃan ellos y de ateos mundanos, vulgares, indoctos, simplistas, ingenuos, univocistas y papanatas, que serÃamos todos los demás).
TodavÃa peor que eso es alinearse con el clero en la defensa del crucifijo o en contra del matrimonio gay o en contra del aborto.
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