La última víctima de la fe

En 1826, el maestro valenciano Cayetano Ripoll fue el último condenado por un Tribunal Eclesiástico

Las causas estaban sobradamente demostradas para la Junta de Fe de Valencia. Por "hereje formal que abraza toda especie de herejía". La suerte de Cayetano Ripoll, un humilde maestro que impartía su saber en el municipio valenciano de Ruzafa, estaba echada. El Arzobispo de Valencia ya no tenía dudas para relajarlo a la justicia ordinaria. La pena debía cumplirse. La sala del Crimen de la Audiencia lo confirmó: condena a la "pena de horca y a ser quemado como hereje pertinaz y acabado".

El maestro Ripoll era un antiguo soldado que había sido hecho prisionero por el ejército francés. En Francia abrazó las ideas liberales y se convirtió al deísmo, esa nueva visión de la espiritualidad defendida por los pensadores ilustrados que promovía una religiosidad basada en la creencia de la existencia de Dios a través de la razón y no de la fe.

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