24 de March del 2009
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En uno de sus más vÃvidos y conmovedores relatos, el católico Balzac señala que los creyentes no conciben que alguien no crea como ellos. En cambio, numerosos incrédulos aceptan, comprenden y hasta celebran que los demás crean. En “La misa del ateo” refiere el caso de un reputado médico de ParÃs, ostentosamente ateo, que es sorprendido por un colega asistiendo periódicamente a misa en San Sulpicio. Invitado a explicar su contradictoria conducta, el médico ateo refiere que, siendo un pobrÃsimo estudiante de medicina, casi muerto de hambre, fue protegido por un modesto aguador, hombre simple, muy creyente y bondadoso, que le financió los estudios, y en cuya memoria, agradecido, hace oficiar esas misas. |
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