La iglesia sueca acepta el matrimonio gay

Ocurre que Suecia bien podría ser considerada la nación de referencia en Occidente en lo que se refiere a las cuestiones humanistas. De ahí que en semanas como ésta se lleve dos o tres artículos.

A pesar de las veladas amenazas de la Iglesia de Inglaterra sobre la forma en la que quedarían afectadas sus relaciones, el sínodo de la Iglesia Luetrana de Suecia ha votado recientemente a favor de permitir el matrimonio a parejas homosexuales. Bien por ellos. Agrada ver que algunas iglesias realmente aceptan promover los derechos civiles, aunque los textos que reclaman como sagrados sean rotundamente claros en contra.



Estando de acuerdo con el bloguero sueco Jesper Isaksson, el hecho de que una pareja institucionalice su unión debería estar separado de la religión. Hablar del matrimonio como de una unión promovida por un dios benévolo podría sonar bien, pero pasa por encima el hecho simple de que no existe evidencia alguna de la existencia de ese dios. En el mundo moderno, el matrimonio tiene que ser exclusivamente un asunto legal. Escribe Isaksson:


«El problema hoy en día es que el matrimonio ya no consiste sólo en religión y amor, sino también en derechos legales. Una pareja no casada no tiene los mismos derechos y no es igual ante la ley que un matrimonio. Eso es lo que hay que cambiar. En una nación secular como Suecia, pocas parejas eligen casarse "religiosamente" aunque lo hagan en una iglesia por un párrico. Es una tradición y una meta romántica para muchos de nosotros. Es hora de abandonar la idea del matrimonio como ritual religioso y que empiece a ser lo que en realidad es para muchos de nosotros: Un acto de amor y ley.»


Lo que la religión ha hecho en muchas de nuestras comunidades es trágico. La Biblia Cristiana sin duda es anti gay, y aún así, muchos profesan una religión en la que no tienen lugar. Admiro el progreso de la comunidad gay al forzar a muchas iglesias a evolucionar cuando se trata de derechos humanos. Pero me gustaría que más gente aún le de la espalda a esa antigua superstición que sigue siendo el mayor obstáculo para la igualdad.

Visto en Atheist Revolution. Foto de CarbonNYC.

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