La falacia del MesÃas neotestamentario
© Gonzalo Puente Ojea
La mesianidad de Jesús es la cuestión clave del escrito de Marcos y el ombligo de la nova religio. En la escena situada, sin solemnidad ni motivación, en el camino a Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus acompañantes: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» (Mc 8:27), y enseguida: «Y vosotros, ¿quién decÃs que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: “Tú eres el MesÃasâ€. Y les encargó que a nadie dijeran esto de Él» (vv. 20-30). Cualquier lector podrÃa sorprenderse de que el episodio se insertase cuando el relato ya habÃa mostrado, en la predicación, a un Jesús «mesianista» en el sentido davÃdico tradicional. Hasta la gran revelación secreta a los discÃpulos que figura en Marcos 8:31-33, los discÃpulos, incluido naturalmente Pedro, habÃan visto, en su experiencia cotidiana, a un Jesús situado en la lÃnea religioso-polÃtica del mesianismo judÃo. La turbadora profecÃa del Nazareno, según la cual vino para ser «rechazado por los ancianos y los prÃncipes de los sacerdotes y los escribas», y ser muerto y resucitado «al tercer dÃa» trastornaba sus expectativas hasta el punto de dejar sin sentido todo lo que el Maestro y ellos habÃan estado predicando, pues su fe en la absoluta inminencia de la instauración del Reino quedaba sustituida por un destino de fracaso y desolación, apenas paliado por una inexplicable resurrección. La reacción de Pedro no sólo expresa sorpresa, sino sobre todo inconformidad con lo anunciado: «Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderlo» (v. 32). El evangelista no nos dice qué le dijo Pedro al Nazareno, pero, si el episodio hubiera sido auténtico, sus palabras habrÃan indudablemente aludido a fraude o engaño del Maestro a sus discÃpulos. Pero Jesús, al parecer insensible a la justa queja, «volviéndose y mirando a los discÃpulos, reprendió a Pedro y le dijo: “QuÃtate allá, Satán, pues tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombresâ€Â» (v. 33). Y en Mc 9:1, a guisa de consuelo, exclama: «En verdad os digo que hay algunos de los aquà presentes que no gustarán de la muerte hasta que vean venir en Poder el Reino de Dios». Como se trata de un vaticinium ex eventu a partir de la certeza de la condena de Jesús por delito de sedición, todo el anuncio era cualquier cosa menos una profecÃa. El MesÃas vaticinado era una inverosÃmil novedad en el contexto del pensamiento escatológico-mesiánico judÃo, disfrazado ahora de fabulaciones apocalÃpticas. Repitámoslo, dos kerygmas antitéticos e inconciliables. El maltrato dado a los discÃpulos por los evangelios Sinópticos evidencia la necesidad de desacreditarlos paradójicamente por haber creÃdo en el Jesús real, y no haber aceptado verdaderamente la falacia del MesÃas neotestamentario, como lo prueba su expreso rechazo de la supuesta resurrección de Jesús. Concluyamos, pues, que la afirmación de Pedro tiene todos los visos de ser auténtica (v. 29) dentro de la radical inautenticidad de lo que dice y sugiere el evangelista.
Fragmento del capÃtulo «El mito cristiano», incluido en el libro Vivir en la realidad (Siglo XXI, 2007).
La mesianidad de Jesús es la cuestión clave del escrito de Marcos y el ombligo de la nova religio. En la escena situada, sin solemnidad ni motivación, en el camino a Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus acompañantes: «¿Quién dicen los hombres que soy yo?» (Mc 8:27), y enseguida: «Y vosotros, ¿quién decÃs que soy yo? Respondiendo Pedro, le dijo: “Tú eres el MesÃasâ€. Y les encargó que a nadie dijeran esto de Él» (vv. 20-30). Cualquier lector podrÃa sorprenderse de que el episodio se insertase cuando el relato ya habÃa mostrado, en la predicación, a un Jesús «mesianista» en el sentido davÃdico tradicional. Hasta la gran revelación secreta a los discÃpulos que figura en Marcos 8:31-33, los discÃpulos, incluido naturalmente Pedro, habÃan visto, en su experiencia cotidiana, a un Jesús situado en la lÃnea religioso-polÃtica del mesianismo judÃo. La turbadora profecÃa del Nazareno, según la cual vino para ser «rechazado por los ancianos y los prÃncipes de los sacerdotes y los escribas», y ser muerto y resucitado «al tercer dÃa» trastornaba sus expectativas hasta el punto de dejar sin sentido todo lo que el Maestro y ellos habÃan estado predicando, pues su fe en la absoluta inminencia de la instauración del Reino quedaba sustituida por un destino de fracaso y desolación, apenas paliado por una inexplicable resurrección. La reacción de Pedro no sólo expresa sorpresa, sino sobre todo inconformidad con lo anunciado: «Pedro, tomándolo aparte, se puso a reprenderlo» (v. 32). El evangelista no nos dice qué le dijo Pedro al Nazareno, pero, si el episodio hubiera sido auténtico, sus palabras habrÃan indudablemente aludido a fraude o engaño del Maestro a sus discÃpulos. Pero Jesús, al parecer insensible a la justa queja, «volviéndose y mirando a los discÃpulos, reprendió a Pedro y le dijo: “QuÃtate allá, Satán, pues tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombresâ€Â» (v. 33). Y en Mc 9:1, a guisa de consuelo, exclama: «En verdad os digo que hay algunos de los aquà presentes que no gustarán de la muerte hasta que vean venir en Poder el Reino de Dios». Como se trata de un vaticinium ex eventu a partir de la certeza de la condena de Jesús por delito de sedición, todo el anuncio era cualquier cosa menos una profecÃa. El MesÃas vaticinado era una inverosÃmil novedad en el contexto del pensamiento escatológico-mesiánico judÃo, disfrazado ahora de fabulaciones apocalÃpticas. Repitámoslo, dos kerygmas antitéticos e inconciliables. El maltrato dado a los discÃpulos por los evangelios Sinópticos evidencia la necesidad de desacreditarlos paradójicamente por haber creÃdo en el Jesús real, y no haber aceptado verdaderamente la falacia del MesÃas neotestamentario, como lo prueba su expreso rechazo de la supuesta resurrección de Jesús. Concluyamos, pues, que la afirmación de Pedro tiene todos los visos de ser auténtica (v. 29) dentro de la radical inautenticidad de lo que dice y sugiere el evangelista.
Fragmento del capÃtulo «El mito cristiano», incluido en el libro Vivir en la realidad (Siglo XXI, 2007).
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