Fútbol y el “becerro de oro”
Crucifijos y biblias en toma de posesión de cargos públicos, sÃmbolos religiosos en colegios electorales, misas de Estado bajo la batuta de un sacerdote, ... Todos estos hechos alejan a nuestro Estado del laicismo. Pero aún hay más, a otros niveles.
Uno muy común y televisivo se da en el mundo del deporte. Raro es el equipo de fútbol, por ejemplo, que no se encomiende a la patrona de su ciudad. Por supuesto nuestro equipo local, el C.D. San Fernando, no iba a ser menos.
Con el comienzo de la temporada, el equipo azulino realizó una ofrenda a la Virgen (¡coronada eh!) del Carmen, patrona de La Isla, para que les ayude a hacer una buena temporada.
Esto me lleva a algunas reflexiones:
- ¿No tiene la Virgen del Carmen otra cosa mejor que hacer - acabar con el hambre y las enfermedades, ayudar al parado, paliar las sequÃas, ... - que dedicarse a ayudar a un equipo de fútbol de Segunda División B?
- ¿Es que acaso la virgen siente predilección por el C.D. San Fernando sobre otros equipos de fútbol? Se me responderá que es que la Virgen del Carmen es patrona de La Isla. Y yo desde mi ignorancia responderé, ¿pero cuántas vÃrgenes existen? ¿No habÃa sólo una, la madre de el hijo de dios? ¿Estamos ante un caso similar al del "becerro de oro"?
Pues posiblemente sea esto último, ¿no?.
Por un lado, los mortales creyentes creen que dios y sus santos sienten predilección por ellos mismos como individuos y después, por sus aficiones, por encima de los demás. ¿Por qué dios o la virgen han de favorecer al C.D. San Fernando, en el caso de que existan (que va a ser que no) en lugar de al Calahorra o el Amurrio? ¿Es que nos creemos la reserva espiritual del Mundo?
Y por otro lado, igual que hicieran esos hebreos blasfemos, ¿no están obrando igual éstos beatos católicos al hacer ofrendas a sus figuras a cambio de favores terrenales?
A mi las respuestas a estas preguntas me importan poco, la verdad. Sólo quiero poner de relieve la contradicción del católico y el hecho de que intenten imponerlas al resto de la Humanidad como si de una Verdad Única e Inquebrantable se tratase. Al final, todo la estructura de la Iglesia Católica, a pesar de sus dogmas vaticanos y de las encÃclicas papales, sobrevive gracias a esta suerte de superstición pagana.





























