Feliz DÃÂa de la Mujer
Sindioses.org desea a todas las mujeres un Feliz DÃÂa en este 8 de marzo. Y es que la lucha por un mundo más racional pasa por el esfuerzo de alcanzar una sociedad con equidad de género, y en esta empresa, los libertarios se ha tropezado con las religiones monoteÃÂstas, también patriarcales, en las que la mujer ha sido relegada a un segundo nivel.
Durante muchos siglos la mujer mantuvo un papel secundario en las sociedades monoteÃÂstas. Para el catolicismo la mujer no tuvo alma hasta el año 585, en el segundo sÃÂnodo de Macon. Padres de la Iglesia tan influyentes como Santo Tomás de Aquino y San AgustÃÂn, acusaron a la mujer de servir sólo para calmar los deseos sexuales del hombre, y al estar ligadas a la "carne", inducÃÂan al pecado.
Pero tras la revolución francesa, la ilustración y la revolución industrial los derechos de la mujer se fueron abriendo camino. AsÃÂ, poco a poco, la mujer tuvo un puesto en el aula de clase, en la universidad, en las carreras que se consideraban exclusivas del varón, en las urnas de votación, en el gobierno, y pudo pedir divorcio, y decidir sobre sus cuerpos.
Elizabeth Cady Stanton, una activa mujer abolicionista y luchadora por el sufragio femenino en Estados Unidos declaró: La Biblia y la Iglesia han sido los mayores obstáculos en el camino de la emancipación de la mujer. Sin duda alguna la posición de las iglesias, mezquitas y muchas sinagogas han hecho de la mujer como un cuerpo acéfalo, en el que su cabeza es el varón. Aún hoy, en regiones del mundo musulmán la mujer es propiedad del hombre y su voluntad depende de su esposo.
Si bien es cierto que muchas confesiones religiosas, como la Iglesia episcopal o el judaÃÂsmo liberal han abierto espacios de participación y poder a la mujer, la mayorÃÂa de las religiones no los dan, y peor aún , desean imponer por medio de su influencia en las leyes un mundo patriarcal y machista, a las demás mujeres, sean o no de su credo.
La Iglesia Católica ve con preocupación el movimiento feminista, porque cuestiona el modelo de la mujer dedicada sólo al hogar, al cuidado de los hijos, de los cuales MarÃÂa es modelo. Este modelo se vio cuestionado cuando la mujer deseó entrar al mundo laboral, adquirir independencia económica, usar sus facultades mentales para formarse intelectualmente, y poder decidir polÃÂticamente.
Recientemente, Jaume Pujol,, arzobispo de Terragona, respondÃÂa a la pregunta de cuando habrÃÂan mujeres dirigiendo la iglesia, afirmando que «A las mujeres de mi Iglesia siempre les digo lo mismo: 'A quien tienes que cuidar más es a tu marido, él es el hijo más pequeño de la casa, ya sabéis por qué lo digo'. Lo tienen que cuidar, no se pueden descuidar.»
Con declaraciones asÃÂ, ya podemos saber lo que se puede esperar de la ICAR. Pero, más allá de las fuerzas retrogradas de la religión y el conservadurismo, en general, está la voluntad de muchas personas que defienden el empoderamiento de las mujeres de sus derechos, empezando por el derecho a la educación, y la independencia económica, además de la libertad de decidir sobre sus cuerpos. Mary Wollstonecraft, de la primera ola feminista, decÃÂa: "No les deseo que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sàmismas". Y es a esto, y a cualquier empoderamiento, a lo que las religiones con dioses y clérigos masculinos y machistas, le han temido.
Si hay algo que más necesita el mundo es de mujeres valientes que defiendan la libertad dondequiera que estén. Mujeres con la valentÃÂa de Rosa Parks, Tanya Rosenblit, Dolores Ibárruri, Taslima Nasrim, y miles más. Porque, como bien lo expresó Luther King: "Una injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todo lugar"
Durante muchos siglos la mujer mantuvo un papel secundario en las sociedades monoteÃÂstas. Para el catolicismo la mujer no tuvo alma hasta el año 585, en el segundo sÃÂnodo de Macon. Padres de la Iglesia tan influyentes como Santo Tomás de Aquino y San AgustÃÂn, acusaron a la mujer de servir sólo para calmar los deseos sexuales del hombre, y al estar ligadas a la "carne", inducÃÂan al pecado.
Pero tras la revolución francesa, la ilustración y la revolución industrial los derechos de la mujer se fueron abriendo camino. AsÃÂ, poco a poco, la mujer tuvo un puesto en el aula de clase, en la universidad, en las carreras que se consideraban exclusivas del varón, en las urnas de votación, en el gobierno, y pudo pedir divorcio, y decidir sobre sus cuerpos.
Elizabeth Cady Stanton, una activa mujer abolicionista y luchadora por el sufragio femenino en Estados Unidos declaró: La Biblia y la Iglesia han sido los mayores obstáculos en el camino de la emancipación de la mujer. Sin duda alguna la posición de las iglesias, mezquitas y muchas sinagogas han hecho de la mujer como un cuerpo acéfalo, en el que su cabeza es el varón. Aún hoy, en regiones del mundo musulmán la mujer es propiedad del hombre y su voluntad depende de su esposo.
Si bien es cierto que muchas confesiones religiosas, como la Iglesia episcopal o el judaÃÂsmo liberal han abierto espacios de participación y poder a la mujer, la mayorÃÂa de las religiones no los dan, y peor aún , desean imponer por medio de su influencia en las leyes un mundo patriarcal y machista, a las demás mujeres, sean o no de su credo.
La Iglesia Católica ve con preocupación el movimiento feminista, porque cuestiona el modelo de la mujer dedicada sólo al hogar, al cuidado de los hijos, de los cuales MarÃÂa es modelo. Este modelo se vio cuestionado cuando la mujer deseó entrar al mundo laboral, adquirir independencia económica, usar sus facultades mentales para formarse intelectualmente, y poder decidir polÃÂticamente.
Recientemente, Jaume Pujol,, arzobispo de Terragona, respondÃÂa a la pregunta de cuando habrÃÂan mujeres dirigiendo la iglesia, afirmando que «A las mujeres de mi Iglesia siempre les digo lo mismo: 'A quien tienes que cuidar más es a tu marido, él es el hijo más pequeño de la casa, ya sabéis por qué lo digo'. Lo tienen que cuidar, no se pueden descuidar.»
Con declaraciones asÃÂ, ya podemos saber lo que se puede esperar de la ICAR. Pero, más allá de las fuerzas retrogradas de la religión y el conservadurismo, en general, está la voluntad de muchas personas que defienden el empoderamiento de las mujeres de sus derechos, empezando por el derecho a la educación, y la independencia económica, además de la libertad de decidir sobre sus cuerpos. Mary Wollstonecraft, de la primera ola feminista, decÃÂa: "No les deseo que tengan poder sobre los hombres, sino sobre sàmismas". Y es a esto, y a cualquier empoderamiento, a lo que las religiones con dioses y clérigos masculinos y machistas, le han temido.
Si hay algo que más necesita el mundo es de mujeres valientes que defiendan la libertad dondequiera que estén. Mujeres con la valentÃÂa de Rosa Parks, Tanya Rosenblit, Dolores Ibárruri, Taslima Nasrim, y miles más. Porque, como bien lo expresó Luther King: "Una injusticia en cualquier lugar es una amenaza a la justicia en todo lugar"
¡Feliz DÃÂa de la Mujer!