Felices fiestas



En mi familia celebramos estas fiestas. Incluso las llamamos Navidad, aunque no creemos que naciera ningún salvador o mesías ni por estas ni por otras fechas. Sabemos que son, de muy antiguo, fiestas solsticiales, aunque desplazadas cuatro días respecto del solsticio de invierno por los cambios de calendarios. Si mis hijas lo quieren, hasta les monto un belén. A mí me gusta el árbol, que parece más pagano.

Hay a quien no le gusta esta obligación de ser feliz. Yo mismo decía cosas de estas alguna vez, pero como no me siento obligado a ser feliz no tengo problemas con que los demás se lo pasen bien. Tampoco los tengo con quien no celebre especialmente estas cosas. ¿Qué cosas? No sé lo que celebrarán los demás. Yo celebro que son fechas vacacionales en las cuales, por diversas circunstancias históricas, sucede que familias y amigos están más propensos a reunirse.

Esto está bien. Es una convención social que funciona. Cada uno sabe que los demás harán un esfuerzo por reunirse mayor que en otras fechas y esto hace que uno mismo también encuentre beneficioso hacer el esfuerzo, puesto que el premio será mayor que en otras ocasiones (hay mayor probabilidades de ver a más familia y amigos). Este es el verdadero espíritu de la Navidad. Un equilibrio en un juego de coordinación. Y este espíritu no está decayendo. Otros espíritus, la celebración de mitos y leyendas, cuyo abandono tanto lamentan a algunos, acabará perdiéndose (por mí, cuanto antes suceda, mejor para la salud mental de los mortales, pero esta es otra cuestión).

Otros hablan de que el espíritu de la Navidad debe ir contra el materialismo consumista y a favor de invitar a un pobre a la mesa. Yo lucho contra el consumismo (entendiendo esto como el consumo a lo tonto de cosas demasiado superfluas y solo por seguir modas) el resto del año. No invito a pobres a mi mesa, pero intento apoyar opciones políticas que usen mis impuestos con algún criterio económico y social sensato, que incluya ayudar a los más pobres, así que no me parece mal caer en estas auto indulgencias una vez al año. Que sea justo el único momento en que otros quieren pensar en los demás es tal vez irónico, pero esto no hace insensata mi postura.

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