El procurador lefebvrista que quemó libros

La Fraternidad Sacerdotal Pio X fue fundada en 1960 por el arzobispo francés Marcel François Lefebvre. El clérigo católico no estuvo de acuerdo con las directrices del Concilio Vaticano II, a cargo del Papa Juan XXIII en 1960, que cambió la misa en latín a los idiomas de cada pueblo y abrió el diálogo con otros grupos cristianos. Para Lefebvre eso era demasiado.

Los lefebvristas son más conocidos por conocidos por conservar la liturgia de la misa en latín y de espaldas al público. Pero en su agenda está su abierta oposición al laicismo: la separación entre estado e Iglesia y el acercamiento ecuménico con otras denominaciones cristianas.

Esta orden que fue separada de la Iglesia Católica  por el papa Juan Pablo II, pero dos décadas después y con la llegada del Papa Benedicto XVI, se les levantó la excomunión el 21 de enero de 2009.

La historia no sería más grande a no ser que un alto funcionario del estado colombiano, el Procurador Alejandro Ordoñez Maldonado pertenece a esta orden y ha antepuesto sus convicciones religiosas en su cargo público. 

Recientemente fue noticia la petición que hizo Ordoñez a la Sala Administrativa del Consejo Superior de la Judicatura rechazó para que remitiera al Ministerio Publico los nombres de las mujeres que por vía de tutela solicitaron la práctica de la interrupción voluntaria del embarazo. En Colombia el aborto está autorizado en tres casos: malformación fetal, violación y riesgo de vida de la madre. Esta petición fue rechazada.

También la Corte Constitucional le pidió al Procurador en septiembre de este año rectificar su posición frente al derecho de las mujeres para interrumpir su embarazo, así como el uso de la llamada y conocida "píldora del día después". 

Ordoñez tergiversó conceptos de la Organización Mundial de la Salud respecto a la acción del Misoprostol, y su funcionaria Ilva Myriam Hoyos envió una carta, en marzo de 2010, diciéndole a la Superintendencia de Salud que como el aborto no era un derecho ésta no estaba en la obligación de remover obstáculos para que las mujeres que hayan sido abusadas sexualmente, que su salud esté en riesgo por el embarazo o cuyos fetos no tengan posibilidades de sobrevivir, puedan acceder a este tipo de tratamientos.

Pero la verdadera muestra de su fanatismo la realizó hace más de 30 años, cuando en su juventud quemó libros de la Biblioteca Pública Gabriel Turbay de la ciudad de Bucaramanga:

En palabras del periodista Daniel Coronel:  "En Bucaramanga, la tierra natal de Alejandro Ordóñez, lo recuerdan por un episodio que refleja su intolerancia. Un buen día, en compañía de Hugo Mantilla -un personaje ya desaparecido y definido por algunos como un fascista nato-, Ordóñez llegó a la Biblioteca Gabriel Turbay. Los hombres, en actitud agresiva, conminaron al encargado a que les mostrara los libros para cerciorarse de que en la biblioteca pública no existiera literatura que pudiera perturbar las frágiles mentes de las juventudes. 

Al asustado bibliotecario no le quedó más remedio que entregar las obras que, a juicio del ahora aspirante a Procurador, contrariaban la moral. (García Márquez, Rousseau y Marx, entre otros). Entre los libros que se llevaron estaba la Biblia porque los censores juzgaron que se trataba de una edición "protestante" y no de la legítima católica, apostólica y romana. Según la versión de un abogado memorioso, las obras "inmorales" alimentaron una hoguera que ardió en un parque cercano."

La revista Kien y Ke narra así estos hechos:

"De joven, como estudiante del Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga, quemó libros de autores de la literatura universal, como Diego Hurtado de Mendoza, Gustave Flaubert, Víctor Hugo, Thomas Mann, Jean-Jacques Rousseau y Marcel Proust, que reposaban en la Biblioteca Pública Gabriel Turbay, el día de la celebración de la Virgen María."

En vista que este acto vandálico e inquistorial hace mucho pasó y el delito de vandalismo prescribió más no así la responsabilidad ética, la Asociación de Ateos y Agnósticos de Bogotá les solicitaran a Ordoñez reponer las obras destruidas.


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