El pato talibán

Cuando el padre Pato la semana pasada protagonizó un repudiable acto de censura supuse que cuanto mucho la impunidad de la que goza la Iglesia Católica iba a beneficiarlo liberándolo de la necesidad de dar cualquier tipo de explicaciones o pedidos de disculpas y que iban a enterrar en caso en un conveniente olvido. Subestimé ingenuamente la impunidad de la iglesia.

No solo el cura censor no pidió disculpas ni tuvo que dar explicaciones a la justicia, sino que salió en varios medios a justificar su fanatismo inquisidor aceptando orgulloso que su acción fue un hecho de censura y afirmando que como sacerdote fue "puesto por Dios en el mundo, como Jesús, para alentar las cosas buenas y tirar la oreja por las cosas malas". El cura había corrido el límite. No solo se auto adjudicó el derecho a censurar un espectáculo público con total impunidad, sino que nos moja la oreja avisándonos que lo hace (y lo volvería a hacer) porque Dios lo puso en esta tierra para eso.

Sin embargo, volví a pecar de ingenuo cuando asumí que nos quedaríamos en ese nuevo límite que el cura nuevamente traspasó. Reproduzco la noticia de Mendoza Online:

Pero despertó la ira de numerosos sectores cuando el periodista Cristian Molina le preguntó si realmente creía que el incidente de censura a la Coral Luthiereces por parte del cura, era "más grave que el abuso de menores por parte de sacerdotes". "Sí", fue la primera y lacónica respuesta del malargüino. Luego, el periodista, atónito ante la respuesta le repreguntó: "No me quedó claro: ¿cree que es más grave..?". "Es diez mil veces más grave violar las convicciones sacerdotales que a un menor", fue la insólita respuesta del sacerdote de la Diócesis de San Rafael.

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