El país de los simios


Hemos visto estos días varias entradas con el tema de la extensión de algunos derechos a los animales (véase El libro de la almohada, Los monos también curan, BioTay, La revolución naturalista y Frustración voluntaria). He ido dejando algunos comentarios por ahí, pero, mientras lo hacía, se me ocurrió la siguiente situación de ciencia ficción.

Se habilita una reserva de chimpancés. Debe ser muy grande y con capacidad para muchos individuos. Digamos, una extensión de más varios cientos de miles Km2. Se somete a la población a continuos retos a la inteligencia y se detectan los individuos que sobresalen en estos retos. Mediante un calculado programa de procreación, se consigue que estos individuos tengan mucha más descendencia que los demás. Si la tasa de éxito de los más inteligentes es, no un poco mayor, como sucedía con los ancestros del Homo Sapiens, sino miles de veces mayor, sería posible conseguir en unos cuantos miles de años lo que la evolución natural tardó unos pocos millones.

¿Hasta qué punto nos resulta ético este experimento? En algún momento estaremos dejando de seleccionar ejemplares de animales con más habilidades para estar practicando la eugenesia en una población de Mono Sapiens. ¿Es éticamente reprobable hacer de una especie animal una especie inteligente y pensante?

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