El materalismo filosófico no es un fisicalismo


© Fernando G. Toledo
Razón Atea

l materialismo filosófico, el sistema cuyo principal autor es Gustavo Bueno, se opone frontalmente al espiritualismo y al idealismo, así como al materialismo monista. Desde las coordenadas de este sistema, tales posiciones filosóficas, sin perjuicio de que puedan compartirse porciones de sus análisis, aparecerán como metafísicas. Por metafísica se entiende «a toda construcción sistemática doctrinal, toda idea, &c., que, partiendo sin duda de un fundamento empírico lo transforma en una dirección, preferentemente sustancialista, tal que la unidad abstracta (...) así obtenida queda situada en lugares que están más allá de toda posibilidad de retorno racional al mundo de los fenómenos».

1) «Materia» es un concepto filosófico y no físico. Ello no significa que la física (las ciencias en general) no nos informen sobre la materia determinada, sino que para asumir que «materia es sólo materia física» tenemos que «salirnos de las ciencias» y hacer filosofía (no ceñirnos a la categoría de cada ciencia). Si hacemos filosofía ceñida a cierta ciencia en particular (por ejemplo: «materia son sólo leptones») estamos cometiendo un error «formalista», haciendo mala filosofía.

2) Contra el fisicalismo en particular, la crítica es clara para quien haya leído Ensayos materialistas e incluso para quien se haya «asomado» al materialismo filosófico (*). Y esto lo digo porque la crítica al fisicalismo (o al materialismo corporeísta) desde el MF se puede hacer desde numerosos ángulos, uno de ellos, el propio principio de symploké (conexión y desconexión parcial de todos los contenidos del mundo). Si «todo es materia física», o por ejemplo, «todos son leptones», estamos ante un monismo. Monismo es la ontología que dice que hay una sola sustancia (física) en la Realidad. Si todo fuera lo mismo, todo estaría conectado con todo y no podríamos conocer nada (para conocer un pájaro, tendríamos que conocer antes todo el universo, ya que todo está conectado con todo). Repito: ésta es una y sólo una de las refutaciones al fisicalismo.

3) Los tres géneros de materialidad (en el «materialismo cósmico», del «mundo») surgen del propio ejercicio racional. En el materialismo filosófico, además, de la crítica a la «unicidad del ser» (no todo está compuesto por la misma «sustancia»: la materia es una pluralidad de contenidos). La distinción, además, ha sido trazada por casi toda la historia de la filosofía, aunque no siempre desde el sentido materialista, que considera irreductibles y «entrelazados» a los tres géneros (no como, análogamente, los tres «mundos de Popper», que eran reinos separados; así como la distinción «Alma», «Mundo», «Dios» de Wolff; insisto: esto es analogable y no identificable con los tres géneros del materialismo).
Tenemos entonces tres materialidades cósmicas o mundanas, designadas como M1 (términos, físicos), M2 (operaciones, psicológicos) y M3(relaciones, ideales).
Y, como dice Javier Pérez Jara:

«Y esto sin perjuicio de que los géneros de materialidad tengan un orden de génesis; pues el primer género de materialidad (la materia física, situable en coordenadas espacio-temporales -y que por tanto englobaría a realidades no corpóreas, pero reales y materiales, como las ondas electromagnéticas y las gravitatorias- está a la génesis del segundo género (en efecto, no hay «conciencia» sin sistema nervioso). Y lo mismo puede predicarse del tercer género con respecto del segundo (en efecto, no hay ideas, o relaciones -contenidos terciogenéricos- sin un sistema nervioso que los genere mediante las operaciones; y aun diríamos sin un sistema nervioso carente de la corteza cerebral humana, pues, como es obvio, un chimpancé, aun poseyendo M2, no puede generar ideas, ni relaciones, mediante sus operaciones -con palos, piedras, &c.-). Así, los pensamientos, recuerdos, sentimientos, &c., provienen, en su génesis, del sistema nervioso (contenido primogenérico), pero no se reducen a lo físico, sino que constituyen un nuevo género de materialidad, inconmensurable a los otros, independientemente de su génesis -sobre todo cuando los contemplamos desde la materia ontológico general-. Pongamos como ejemplo: aunque no haya recuerdos sin descargas de acetilcolina en el hipocampo del sistema límbico, &c., los recuerdos -contenidos segundogenéricos- no son «formas» de las descargas de neurotransmisores -contenidos primogenéricos- que están en la génesis; sino que la memoria es inconmensurable a las conexiones primogenéricas entre el sistema límbico, la corteza cerebral, &c., y sin las que, sin embargo, no podría existir bajo ningún modo). Asimismo, las ideas, relaciones lógicas, matemáticas, &c., no se reducen a los pensamientos subjetivos (contenidos segundogenéricos por tanto) de quien las forja, sino que son objetivas (mantienen conexiones reales, materiales, por encima de nuestra voluntad), sin querer con ello decir que las ideas estén en un cielo platónico o en el entendimiento divino (lo que equivaldría a hipostasiar el tercer género, operación completamente impugnable precisamente desde el momento en que hablamos de géneros -relacionados entre sí por Symploké-, y no de mundos, o reinos, &c.).»

4) Pedir «evidencias» para saber «qué hay fuera del universo» suena a absurdo. ¿Por qué? Porque estamos inmersos en el universo, somos parte de él, y una ciencia cualquiera también lo está. No puede entonces «salirse del universo» para «ver qué hay allá afuera» (lo estoy planteando en términos toscos, lo sé, pero responden a la tosquedad de la propuesta). Si, como afirma dialécticamente el MF, el mundo está «envuelto» por contenidos de materialidades de distintos géneros (inaccesibles desde nuestro mundo, pero no por ello «inexistentes»), es obvio que no puede «experimentarse» con esos géneros transmundanos por definición. Allí aparece el «ignorabimus!», el reconocimiento de que habrá cosas que no se puedan conocer del mismo modo que se puede conocer la materia física, por ejemplo.

5) ¿Universo finito o infinito? Como dije, alguien puede ilustrar esto mejor que yo, la finitud del universo queda trazada por la propia teoría de la relatividad general. Si el universo es finito y está en expansión, hay que pensar: ¿qué lo envuelve? Si decimos «la nada» estamos postulando un absurdo (no me pondré ahora a detallar el absurdo de la nada, sólo decir que la propia ciencia parte de que la nadda no es posible: «nihilo nihil fit»). Los espiritualistas dirán que está «abrazado por Dios, quien lo creó (de la nada) con el Big Bang», como si fuera tan sencillo resolver esa envoltura divina sin caer en muchas de las aporías que he ido detallando antes. ¿Qué queda? Pues que la codeterminación inherente a la materia funciona «fuera del mundo»: el mundo está «rodeado» de un entramado plural de materialidades que no son las mundanas (M1 o materia física, M2 o materia «psicológica», M3 o materia «eidética»), codeterminadas en symploké.

6) En cuanto al universo infinito, vuelvo sobre mis pasos en el ejemplo de las masas gravitatorias. Lo que quise decir es que si hubiera una cantidad infinita de materia en un espacio finito, esto provocaría el colapso. ¿Cuál sería el problema de materia infinita en un universo infinito? Muchos, parece, según Einstein:

«Si es que tenemos en el universo una densidad media de materia distinta de cero, cuan pequeña pueda ser esta diferencia, entonces el universo no puede ser cuasi-euclideano. Por el contrario, los resultados de los cálculos indican que si la materia estuviese distribuida de manera uniforme, el universo sería necesariamente esférico (o elíptico). Y ya que en realidad la distribución detallada de materia no es uniforme, el universo real se desviará en partes individuales de lo esférico, esto es, el universo será cuasi-esférico. Pero entonces será necesariamente finito.»
7) Decir que porque las ideas, por ejemplo, «estén en el cerebro», son por ello sólo células, es un error común. No son sólo células (o conexiones neuronales) como dije antes usando una metáfora: del mismo modo que la foto de una moneda no es la moneda.


Nota: Este escrito fue concebido originalmente como una respuesta a un comentario y no como un artículo, pero dada su extensión es publicado con este formato.


(*) Por tanto me permito dudar de si la lectura de Paco existió o tan sólo está en sus sueños, como la resurrección de Cristo o los muertos que se comunican en las sesiones de espiritismo, según él.

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