Dominus Dei XIII: respuesta

Josep Ramoneda, el pasado 31 de enero, publicó en El País el artículo «La nueva alianza de la derecha y el altar», en el que citaba el discurso de Sarkozy en Roma, del que ya hablamos aquí, veamos un fragmento: «Un hombre que cree» -dijo el presidente francés- «es un hombre que espera. Y es del interés de la República que muchos de sus hombres y de sus mujeres esperen». Sarkozy parecía dar la razón a aquellos que piensan que la religión se justifica por su utilidad, por su habilidad para preparar a los ciudadanos para asumir resignadamente los avatares y las pruebas a que les somete un mundo paradójico. Pero el presidente iba más lejos: «una moral laica corre siempre el riesgo de agotarse cuando no está adosada a una esperanza que colme la aspiración al infinito». Y remató el ataque a la cultura laica con estas palabras: «En la transmisión de los valores y en el aprendizaje de la diferencia entre el bien y el mal, el maestro no podrá reemplazar nunca al cura o al pastor, aun siendo importante que se les acerque, porque siempre le faltará la radicalidad del sacrificio de su vida y el carisma de un compromiso conducido por la esperanza». Sarkozy disparaba directamente contra la institución esencial de la laicidad republicana: la escuela. Si hubiera realmente una izquierda en Francia, como ha escrito Regis Debray «esta injuria habría sacado a un millón de ciudadanos a la calle». Pocos días después, el 14 de enero, en un contexto muy diferente, en Riad, ante el Consejo Consultivo de Arabia Saudí, volvía a reiterar su apuesta por la restauración religiosa. Espe gana por una cabeza a Hitler y a Rouco, mientras que Sarkozy y Argüello quedan lamentablemente rezagados Como ven, este discurso no dista mucho del fragmento que proponíamos la semana pasada. Pero Sarkozy no era la respuesta correcta. Gil-Robles, creó el «accidentalismo», teoría política según la cual la forma del estado, fuera república o monarquía, no era importante, con tal de que sirviera a los intereses de la Iglesia. Además desarrolló su actividad política en una época en la que el asunto estaba de actualidad. Los países más atrasados en este asunto, como México, ya habían optado por el laicismo: frente a otros como Uruguay y Francia que lo habían hecho en la primera década del siglo; en España seguimos a la espera, con catequesis dentro del currículo escolar. Y pensar que hoy se cumplen 100 años día por día de la pastoral del obispo de Barcelona contra el proyecto del ayuntamiento de crear escuelas «bisexuales y neutras», según nos informa Historias con historia. Nos desviamos: tampoco es Gil-Robles nuestro hombre. La flamante ganadora de la encuesta es Esperanza Aguirre, gracias a sus conocidas posturas políticas y a su gestión favorable a la Iglesia y a la Familia, que pasa por conceder terrenos de la Comunidad para la construcción de colegios del Opus Dei. Pero tampoco es ella la autora de la cita. Hitler en una publicación de la época. Subrayado en rojo «Ve el cristianismo como el fundamento de nuestra moral nacional y la familia como la base de la vida nacional»; viejos trucos para un Nuevo Orden. Más arriba, el dictador con el arzobispo Cesare Orsenigo, nuncio del Vaticano en Berlín, en 1935 No hay que olvidar a Rouco Varela, cuya fe y cargo, sin duda, le llevarían a suscribir con entusiasmo el párrafo si tuviera ocasión, aunque no sea su autor original. La cita pertenece pues a Adolf Hitler, concretamente al discurso que pronunció durante las negociaciones del concondato con el Vaticano el 26 de abril de 1933, veamos el contexto: Las escuelas laicas no han de ser toleradas, porque tales escuelas no tienen instrucción religiosa y una instrucción moral general sin fundamentos religiosos está construida en el aire; por consiguiente, toda formación del carácter y religiosa debe derivarse de la fe; desde mi punto de vista, como representante del estado, necesitamos gente creyente. Una oscura nube amenaza desde Polonia. Necesitamos soldados, soldados creyentes. Los soldados creyentes son los más valiosos. Lo dan todo. Por lo tanto, mantendremos las escuelas confesionales con el fin de formar creyentes a través de los colegios, pero esto depende de tener verdaderos profesores creyentes y no a marxistas, quienes, en virtud de sus creencias religiosas, no son profesores completos. Las similitudes entre el discurso de Sarkozy y el de Hitler son inquietantes: ambos atacan el laicismo señalando la superioridad de los docentes con esperanzas de vida eterna y ambos apelan a la maquiavélica razón de estado, en relación con la capacidad de sacrificio de sus gobernados; lástima que desestimen otras enseñanzas de Maquiavelo como la separación entre moral y política. Mil gracias a todos que han participado en el juego y enhorabuena a los acertantes. En la foto de la letra capitular vemos a Joseph Ratzinger con su uniforme de las Juventudes Hitlerianas.

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