Divulgación cientÃfica, el puente que necesitan las dos culturas
ArtÃculo publicado originalmente en divulgaUNED.
Nuestra sociedad puede ser catalogada como una sociedad tecno-cientÃfica, no hay que mirar a nuestro alrededor para percatarnos de ello, pero mientras la ciencia y sus aplicaciones tecnológicas nos rodean por doquier, la inmensa mayorÃa de los ciudadanos están perdidos en lo que al conocimiento cientÃfico se refiere, en ese aspecto son como pequeñas balsas perdidas a la deriva en un mar cuyas aguas están infectadas de corsarios armados de pseudociencia dispuestos a engatusarles y prometerles tesoros que no existen, el canto de las supersticiones como si de sirenas se tratasen nos seducen para llevarnos a un mundo irracional y supersticioso.Siempre se ha considerado culto e intelectual al literato, al humanista pero no al cientÃfico, cualquiera se sonrojarÃa de no saber quien escribió El Quijote, pero cualquiera se jacta de no conocer que dicen las leyes de la termodinámica. Reconozcámoslo, la ciencia no está de moda, la tecnologÃa sà y no por su valor cientÃfico sino porque el disponer de determinados dispositivos tecnológicos se ha convertido en un sello de persona interesante.
Probablemente la principal causa de este declive y desinterés por la ciencia radica en el deficiente sistema educativo que se ha desarrollado, me estoy refiriendo a la discontinuidad que se ha generado entre la cultura humanista y la cientÃfica, algo que sé que no es nuevo y que ya señaló en su momento C.P.Snow, la solución pasa por acercar esas dos culturas, los primeros pasos a dar serÃa que desde los estudios de ciencias también se estudien letras y viceversa. Esto a la larga probablemente consiguiera revertir la situación, ya que la gente de letras al conocer mejor la ciencia no la distorsionarÃa y por la parte de la gente de ciencias estarÃan en mejor situación de acercar la ciencia al público, ya que podrÃan manejar con soltura tanto el lenguaje cientÃfico como el literario. Ahora bien, que se use el lenguaje cientÃfico y matemático para divulgar la ciencia tiene sentido en ese marco en que los puentes entre las dos culturas ya se han tendido y por lo tanto todas las personas con estudios tendrÃan un cierto bagaje cientÃfico. Pero alcanzar ese estado puede ser más difÃcil de lo que parece, ya que implica tomar decisiones polÃticas en lo referente a las leyes que rigen y administran la educación, y al menos en España llevamos varias legislaturas cambiando constantemente la ley de educación sin conseguir un consenso de las distintas fuerzas polÃticas.
Aunque los intelectuales de las dos culturas, es decir, tanto literatos y humanistas como cientÃficos fueran conscientes del problema y, además abogaran por impulsar ese modelo educativo, todavÃa habrÃa que poner de acuerdo a las fuerzas polÃticas involucradas en la toma de dicha decisión, algo que puede que sea difÃcil de conseguir. Y mientras tanto ¿qué hacer? No podemos esperar a que se alcance esa situación, suponiendo, claro está, que consigamos alcanzarla. Pienso que mientras tanto la solución pasa por la divulgación cientÃfica, pero una divulgación cientÃfica que deberÃa reunir las caracterÃsticas esenciales, que enumero a continuación:
a) No renunciar por completo al uso del lenguaje cientÃfico.
b) Que apueste no sólo por la divulgación del conocimiento cientÃfico sino que sea crÃtica, con lo irracional y lo pseudocientÃfico.
c) Una divulgación que denuncie los abusos, tergiversaciones y fraudes de los propios divulgadores, ya sean estos periodistas, cientÃficos o comunicadores.
El primer punto es importante esforzarse por conseguirlo, ahora bien, hay que ser consciente de la situación actual, y en la actual coyuntura poner ecuaciones matemáticas complejas en textos divulgativos puede ahuyentar a los lectores a los que se quiere acercar la ciencia. Seamos prácticos, si colocamos en un texto divulgativo las ecuaciones de campo de Einstein probablemente nadie las entienda salvo los fÃsicos y los matemáticos. Pero es que el destinatario de los textos divulgativos no son los cientÃficos. No hace falta llegar a ese nivel para dar a conocer el lenguaje matemático dentro de la ciencia. Por ejemplo, sà que se puede usar la ecuación de Newton que describe la fuerza de la gravedad, no es complicada, una fracción con algunas multiplicaciones, no es una ecuación que vaya a echar hacia atrás inmediatamente a los potenciales lectores, ya que probablemente todos saben lo que son las multiplicaciones y las fracciones. Pero no sólo es cuestión de poner la ecuación y listo, habrÃa que recurrir al lenguaje literario para explicarla, no podemos dar nada por sabido. Esto es sólo un ejemplo, extensible también a las fórmulas quÃmicas, por ejemplo. Con esto se puede conseguir que poco a poco el público pierda el pavor que parece tener hacia las fórmulas matemáticas y el lenguaje cientÃfico en general. Hay que empezar poco a poco, la finalidad es ir minando ese miedo hacia el lenguaje cientÃfico sin olvidar que los destinatarios de los textos ni son cientÃficos, ni tiene porque serlo, y que probablemente no están entrenados para entender dicho lenguaje. Si se consigue vencer ese miedo irracional al lenguaje cientÃfico se habrá dado un paso de gigante.
En cuanto al segundo, punto es de vital importancia que desde la divulgación se deslegitime la pseudociencia, por una sencilla razón, y es que en la pseudociencia no se admite la crÃtica y ésta sà que es realmente una actitud anticientÃfica donde las haya. El bombardeo constante con pseudociencia que se recibe desde los medios va en contra de la ciencia, ya que ésta es crÃtica por naturaleza, negar la crÃtica es negar el corazón de la ciencia. En esta dirección tanto en el extranjero como en España se ha dado algún paso, en España existe desde hace años ARP- Sociedad Para el Avance del Pensamiento CrÃtico que entre sus actividades está la de mostrar la falsedad de las pseudociencias.
En el tercer punto, quiero poner de relieve que a veces desde la divulgación cientÃfica se vende ideas anticientÃficas o se ataca a la propia ciencia, esto es algo que el resto de divulgadores no puede pasar por alto. Aunque desgraciadamente se pueden encontrar varios ejemplos, sólo me voy a centrar brevemente en uno, Fritjof Capra.
El caso de Fritjof Capra es realmente sangrante, ya que es fÃsico. En su libro El Tao de la fÃsica, Capra utiliza la mecánica cuántica para poner de manifiesto (siempre según él) la interrelación que existe entre la fÃsica moderna y el misticismo oriental. Ante desmanes como estos la comunidad cientÃfica deberÃa plantar cara, pero no sólo los cientÃficos sino también los divulgadores y periodistas cientÃficos. No es que nadie no haya hecho nada, por ejemplo, el fÃsico y también divulgador Victor J. Stenger ha publicado libros denunciando lo absurdo y anticientÃfico de las tesis propuestas por Capra y otros, pero sus obras son más bien una aguja en un pajar.
Utilizar medios generalistas para hacer divulgación cientÃfica puede ser complejo y difÃcil. Por ejemplo, hacer divulgación cientÃfica en televisión es difÃcil, tal vez por ello estemos asistiendo a un revival de la ciencia como espectáculo, y no es que la ciencia no sea espectacular que lo es, pero reducirla a un mero espectáculo no ayuda a transmitir ni conocimiento ni su forma de funcionar. Ha habido programas de televisión que han recurrido a ese formato del experimento como espectáculo. Uno de dichos programas fue Brainiac, pero ahora según creo ya no está en antena, al menos aquà en España. Otro programa en el que se recurre a la ciencia como espectáculo es el Hormiguero. Todas las noches realizan algún experimento, pero la finalidad no es lo educativo o lo que se pueda aprender del mismo sino lo espectacular del mismo. Rara vez hay una explicación de lo que está sucediendo y porqué está sucediendo, lo único importante parece ser lo llamativo del experimento, nada más. Esta forma de presentar la ciencia en los medios es altamente contraproducente para la propia ciencia, ya que no se consigue transmitir ningún conocimiento cientÃfico ni nada sobre cómo es o cómo funciona la ciencia, como espectador lo que recibes es algo completamente opuesto, desde la perspectiva del espectador las experiencias que se realizan parecen magia.
Estamos asistiendo a una epidemia de credulidad anticientÃfica, la irracionalidad, el pensamiento mágico y lo pseudocientÃfico parecen haber encontrado en nuestra sociedad mediática el caldo de cultivo ideal en el cual prosperar. Pero este auge de oscurantismo no es la causa, sino la consecuencia del declive de la ciencia en la sociedad contemporánea. Urge encontrar posibles soluciones al declive de la ciencia y para ello se hace perentorio encontrar sus verdaderas causas.
Me gustarÃa aportar una breve reflexión sobre el carácter desmitificador de la ciencia. La ciencia a lo largo de la historia nos ha ido descubriendo como es el Universo, desde la más pequeña de las partÃculas hasta el Universo a gran escala. Durante ese proceso muchas de las creencias centrales de la humanidad se han visto afectadas, en el sentido de haber sido desmentidas por la ciencia. Los ejemplos más claros y a la par más conocidos, son la revolución copernicana, que nos borró del centro del Universo y, por otro lado, la revolución evolutiva, mediante el descubrimiento por parte de Darwin y Wallace de la evolución por medio de la selección natural. ¿Puede este carácter desmitificador de la ciencia jugar en su contra? Teniendo esto en cuenta, no resulta muy extraño que se quiera devaluar la ciencia y presentarla sólo como una forma más de ver las cosas, igual de válida que cualquier otra. El carácter desmitificador no es algo que pertenezca al pasado de la ciencia, hoy en dÃa puede que vuelva a golpear la preconcepción que tenemos de nosotros mismos. Francisco J. Rubia profesor emérito de FisiologÃa Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense, en su última obra (1) pone de relieve que los datos de los experimentos provenientes del campo de las neurociencias señalan que probablemente la libertad o libre albedrÃo es sólo una ilusión creada por el cerebro. De confirmarse, estarÃamos ante una revolución neurocientÃfica que demolerÃa una de las creencias más arraigadas que tenemos ¿serÃa sorprendente que se atacara la ciencia para negarle su capacidad de decirnos cómo es realmente el mundo?
Pienso que serÃa interesante analizar hasta qué punto el carácter desmitificador de la ciencia influye de forma negativa en la percepción social que se tiene de la misma. La sociedad contemporánea parece encantada de aceptar los productos de la ciencia pero en cambio rechaza sus métodos, la devalúa como si fuera una mera opinión más, un simple punto de vista más de entre muchos posibles. Que se defienda o difunda esta postura desde los modernos medios de comunicación los cuales no existirÃan de no ser por el avance tecnológico derivado del conocimiento cientÃfico, es el claro ejemplo de la dicotomÃa de nuestra sociedad. Reconozco que tampoco estoy diciendo nada nuevo y original, esto es algo que ya denunció el astrofÃsico Carl Sagan en su obra El Mundo y sus Demonios:
¿Dónde se encuentra la ciencia en este continuum subjetivo que va desde una independencia casi total de las normas culturales a la dependencia total de ellas? Aunque es indudable que surgen temas de desviación y chauvinismo cultural, y aunque su contenido está en proceso de ajustamiento continuo, la ciencia está claramente mucho más cerca de las matemáticas que de la moda. La denuncia de que sus descubrimientos en general son arbitrarios y sesgados no es solamente tendenciosa, sino engañosa.(2)
Hasta que hayamos conseguido la formación integral de personas en ciencias y humanidades, debemos plantar cara a esta idea tendenciosa y engañosa que ya denunciaba el difunto Carl Sagan. Es la responsabilidad de cientÃficos, periodistas cientÃficos y divulgadores. La citada obra de Sagan lleva por subtÃtulo La ciencia como una luz en la oscuridad, si dejamos que nos apaguen esa luz a nuestro alrededor sólo quedará una cosa, la oscuridad. De nosotros depende, podemos optar por el mundo oscurantista del medievo o por un mundo heredero de la ilustración, un mundo en el que utilicemos la ciencia como una luz que ilumina la oscuridad que nos rodea.
Ismael Pérez Fernández.
(1) Rubia, Francisco. El fantasma de la libertad. Datos desde la revolución neurocientÃfica. CrÃtica, 2009
(2) Sagan, Carl. El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad. Planeta,1997. p. 285