Devoción

os enseña la antigua sabudiría que la mortificación de la carne nos acerca a Dios. Lamentablemente, en estos tiempos impíos se va dejando atrás la santa práctica de la autoflagelación en favor de penitencias más livianas, como la pregrinación de rodillas o meter la mano en una pila de alfileres, poco más que atracciones turísticas. Los grandes tiempos de esta práctica han pasado: santos como Bernardo de Claraval o Francisco de Asís nos muestran su ejemplo, los flagelantes del s. XIII purificaban sus pecados ante el inminente fin del mundo o para poner coto a la peste negra (o ambas cosas). Luces de santidad nos iluminan todavía, como lo penitentes de Semana Santa de Filipinas que ya vimos o los Picaos de San Vicente de la Sonsierra. También estos jóvenes chiítas de Mumbai hacen sonrojar a aquellos cuya fe insuficiente les priva de la penitencia. (Nota: estas imágenes puede resultar desagradables).

Vídeo tomado de LiveLeak.

Los comentarios han sido cerrados para esta nota