Desventuras en una escuela laica.
Cada mañana, al menos durante los primeros años, la maestra con la que tenÃamos clase nos hacÃa parar al lado del banco para recitar el padre nuestro. Si alguien no se levantaba, la maestra de turno ignoraba a esa persona, pero alguna otra intervenÃa: "A ver, tal persona va a rezar en soledad porque no lo hizo con el resto". Más adelante, en la misma primaria, dos compañeritas de clase me dijeron "Vos no sos hija de Dios porque no vas a la iglesia". Se lo dije a mi madre, mi madre se lo dijo a la directora y al dÃa siguiente la profesora vino y dijo que eso era inaceptable y que no querÃa escuchar nunca más que se dijeran esas cosas.