Desventuras en una escuela laica.

Cursé la primaria en la Escuela Normal Superior San José de Feliciano (ahora le han cambiado el nombre, pero sigue ubicada en San José de Feliciano, en el norte de la provincia de Entre Ríos) a mediados de los noventa. En mi curso había alumnos de varias religiones y me habían mandado a estudiar allí por dos razones: la primera, era una de las mejores escuelas del pueblo. Y la segunda, era una escuela "laica".

Cada mañana, al menos durante los primeros años, la maestra con la que teníamos clase nos hacía parar al lado del banco para recitar el padre nuestro. Si alguien no se levantaba, la maestra de turno ignoraba a esa persona, pero alguna otra intervenía: "A ver, tal persona va a rezar en soledad porque no lo hizo con el resto". Más adelante, en la misma primaria, dos compañeritas de clase me dijeron "Vos no sos hija de Dios porque no vas a la iglesia". Se lo dije a mi madre, mi madre se lo dijo a la directora y al día siguiente la profesora vino y dijo que eso era inaceptable y que no quería escuchar nunca más que se dijeran esas cosas.

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