Darwin: 200 años

Copérnico sacó la Tierra del centro del universo, Shapley sacó el Sistema Solar del centro del universo y Hubble sacó a la Via Lactea del centro de universo: cada paso en el conocimiento nos enseña cuán poca cosa somos. Esto sin tener en cuenta lo poco que representa la materia visible, la única considerada como tal hasta hace poco, en comparación la total implicada en el universo y sin contar tampoco con las teorías que acuden a dimensiones múltiples.
En el ámbito de la biología hemos pasado de ser los reyes de la creación a considerarnos un organismo vivo más, con el mismo código genético que las bacterias y las archaea, un brote reciente de la rama de las eucariotas, como la remolacha, las setas o el saltamones, descendientes todos de ese buen viejo LUCA. Pero hay algo que nos hace particulares y es que podemos contar esta historia; hemos tomado conciencia de nuestra propia insignificancia, de lo apenas perceptible que es nuestro paso por el tiempo y el espacio: Carl Sagan fue quien expresó este pensamiento de manera más hermosa «We are a way for the universe to know itself.»


Es una historia similar a la de cada hombre que cree en su infancia ser el centro de todo: la adquisición de la madurez implica renunciar a esta ilusión y aceptar las responsabilidades. Los científicos citados más arriba, y otros muchos, nos hicieron dar pasos en ese camino hacia la madurez y merecen nuestro agradecimiento por ayudarnos a encontrar una manera mejor, más completa, de ser humanos. De entre ellos, hoy en particular, un brindis por Darwin, que cumpliría 200 años y en noviembre de este año se cumplirán 150 de la publicación de su obra El origen de las especies, base de toda la biología moderna.

Darwin
Darwin en 1840 según un retrato de George Richmond

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