Jueves 30 de agosto del 2012
En todas las naciones hay fanáticos de todas las religiones. En unas
más, en otras menos. México no es la excepción. Ahora nos enteramos de
la existencia de una de estas comunidades en Michoacán. En ese lugar,
que está aquÃ, en este paÃs en el que vivimos usted y yo, “está
prohibido jugar futbol, leer diarios, ver televisión o estudiarâ€.
Rodrigo Aguiar y
América Juárez
han escrito una crónica que describe cómo se vive en Nueva Jerusalén
fundada “en 1973, luego de que supuestamente la Virgen del Rosario se le
apareció a una anciana llamada
Gabina Romero, que transmitió órdenes al párroco del Puruarán,
Nabor Cárdenas Mejorada, para que creara una comunidad ‘protegida por la divinidad’â€.
El autodenominado
Papá Nabor impuso un estricto código de
conducta. Las mujeres, por ejemplo, tienen que vestirse “como la
Virgenâ€, con largas faldas y pañoletas en la cabeza. Si bien la Iglesia
católica se opone a esta secta, los gobiernos la han tolerado a lo largo
de su historia.
Los priistas lo hicieron a cambio de que todo el pueblo
votara en bloque por el PRI. TÃpica actitud de aquellas épocas: tú
votas por mÃ, yo no me meto contigo y llevamos la fiesta en paz.
Los pobladores de Nueva Jerusalén incluso amurallaron su comunidad para que no pudiera entrar gente ajena. El tal
Papá Nabor,
de acuerdo con la crónica referida, gobernaba como se le pegaba la
gana, transmitiendo sus órdenes como si vinieran directamente de
autoridades divinas. Cuando murió, el liderazgo de esta secta lo tomó el
sacerdote
MartÃn de Tours.
A partir de la muerte de
Cárdenas se dieron divisiones en la comunidad. Hay familias, por ejemplo, que quieren una educación laica.
De Tours,
sin embargo, se opone y ha amenazado con expulsarlos. Por lo pronto
mandó quemar la escuela pública y, cuando comenzó el último ciclo
escolar, sus huestes impidieron que se dieran clases. Según él, son
órdenes que vienen directamente del cielo. No descarta que haya
violencia. En sus sermones afirma que “la Virgen quiere mártires y
sangreâ€.
Las autoridades, las de verdad, las elegidas por los hombres, no
saben qué hacer. Ni los gobiernos perredistas en Michoacán ni los
panistas a nivel federal han resuelto la papa caliente que les heredaron
los priistas. Nadie se ha querido meter en este conflicto que pone en
entredicho al Estado laico y que potencialmente puede generar mucha
violencia. Porque ya sabemos que los pleitos son a muerte cuando están
involucrados fanáticos religiosos que hablan con Dios.
Al parecer todos han querido mantener este caso de fanatismo
religioso escondido bajo la alfombra: el Episcopado Mexicano, al que le
incomoda esta secta católica, los gobiernos federal y estatal y la
propia comunidad de Nueva Jerusalén, a la que le conviene el silencio.
Para entender más sobre este caso, entrevisté a
Bernardo Barranco,
sociólogo de las religiones. Me reiteró que se trata de un viejo
conflicto que recién sale a la luz pública. Considera a Nueva Jerusalén
como una secta católica disidente de la Iglesia. Recupera a
Max Weber para justificar su definición de “secta†por tres caracterÃsticas que las distinguen: un liderazgo fuerte, como fue el de
Cárdenas;
un regreso a las fuentes originales bÃblicas que los hace
fundamentalistas; y una intransigencia al mundo de los valores modernos.
Consideran que los de afuera están mal, que los puros son ellos.
Barranco dice que la secta se opone a las
renovaciones del Concilio Vaticano Segundo y sus reformas eclesiásticas.
Es un grupo ultratradicionalista de alrededor de tres mil habitantes.
Un fenómeno sociológico fascinante: es como una burbuja en el tiempo que
recuerda lo que fue el catolicismo en el tiempo de los cristeros del
siglo XX mexicano.
Tienen, desde luego, un dejo de machismo en contra de las mujeres,
como en el Oriente Medio.
Sus escuelas no imparten el pensamiento laico y
cientÃfico.
Es, en suma, un Estado dentro del Estado. Tienen su propia policÃa y
están encapsulados dentro de un muro. Una comunidad teocrática
profundamente reaccionaria a la modernización. El problema es que en
Nueva Jerusalén se violan muchos derechos constitucionales.
Barranco
lo define como un problema de soberanÃa: “No puede haber un Estado
dentro del Estadoâ€. Las autoridades, por tanto, deben intervenir pero
con mucho cuidado.
Ayer, por lo pronto, alrededor de 200 policÃas federales y estatales
llegaron a las inmediaciones de este poblado a fin de asegurar que los
niños reciban la educación laica, a la que tienen derecho. A ver qué
sucede.
Twitter: @leozuckermann Fuente:
http://www.excelsior.com.mx/index.php?m=nota&seccion=opinion&cat=11&id_nota=855893