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Miercoles, 16 de Enero de 2019

¿En qué casos el daño cerebral desemboca en fanatismo religioso?

Para quienes han convivido o debatido con fundamentalistas religiosos es claro que estos se cierran a la evidencia de una manera terca y contumaz. No en pocas ocasiones se lee en redes sociales que los fanáticos religiosos "tienen el cerebro frito" o que tienen un "daño cerebral". Pues bien un equipo de neurólogos decidieron investigar si hay una relación entre el deterioro del cerebro y el fanatismo religioso.

Las creencias religiosas son representaciones mentales que se refieren a cosas y entidades sobrenaturales que sea sumen como reales y que son transmitidas socialmente. En algunos casos las  que consisten en eventos sobrenaturales y entidades asumidas como reales. Las creencias religiosas, con frecuencia, no se actualizan o modifican cuando se ven enfrentadas a evidencia o descubrimientos científicos. Justamente esto último ocurre con los fundamentalistas religiosos, quienes ven una gran amenaza en la información que amenaza su cosmovisión, que por lo general se basa en una lectura rígida de un texto presuntamente revelado. Socialmente son muy conservadores y pueden llegar a ser agresivos con quienes les cuestionan o tienen un estilo de vida liberal.

Con lo anterior claro volvamos al caso de la investigación. El estudio sobre la relación entre daño cerebral y fanatismo fue dirigido por Jordan Grafman, de la Universidad Northwestern. Para esto analizó datos de veteranos de la Guerra de Vietnam que se sabía habían sufrido lesiones en la corteza prefrontal del cerebro. Estudios anteriores han mostrado que zonas de la corteza prefrontal están relacionadas con el fundamentalismo religioso, entre otros aspectos del comportamiento social de los Homo sapiens. El estudio incluyó la comparación y análisis de tomografías computarizadas de 119 veteranos de guerra con traumatismo cerebral contra 30 veteranos sanos que no sufrieron daños. También se aplicó entre ellos una encuesta para analizar el grado de fanatismo religioso. La mayoría de los veteranos dijeron ser cristianos, mientras que un 32,5% no especificaron un credo religioso en particular.

"Mi interés principal es comprender las funciones de la corteza
prefrontal humana y mejorar esas funciones después del daño
cerebral. Por lo tanto, tengo intereses adicionales en la
neuroplasticidad, la memoria, las funciones ejecutivas
 y la neurociencia social. Utilizo la IRM estructural y
 funcional, la estimulación cerebral no invasiva,
los registros psicofisiológicos y la genética como
 herramientas en este esfuerzo de investigación."
- Jordan H. Grafman
Tomado de su hoja de vida en la página de la
NorthWestern University
El doctor Jordan H. Grafman justificó su investigación argumentando que el hecho que las creencias religiosas juegan un papel masivo en impulsar e influir en el comportamiento humano en todo el mundo, hace importante comprender el fenómeno del fundamentalismo religioso desde una perspectiva psicológica y neurológica.

La corteza prefrontal está asociada con algo llamado "flexibilidad cognitiva". Este término se refiere a la capacidad del cerebro para cambiar fácilmente de pensar en un concepto a otro, y para pensar en varias cosas simultáneamente. Esta capacidad permite a los organismos actualizar las creencias a la luz de la nueva evidencia, y este rasgo probablemente surgió debido a la ventaja de supervivencia obvia que proporciona tal habilidad. Esta habilidad mental es crucial para adaptarse a nuevos entornos porque permite a las personas hacer predicciones más precisas sobre el mundo en condiciones nuevas y cambiantes. La hipótesis planteada por el equipo del doctor Jordan es que al verse afectada la flexibilidad coginitiva se llegaría a una condición de fundamentalismo religioso.

Según narra RawStory:

"La investigación de imágenes cerebrales ha demostrado que una región neural importante asociada con la flexibilidad cognitiva es la corteza prefrontal, específicamente dos áreas conocidas como la corteza prefrontal dorsolateral (dlPFC) y la corteza prefrontal ventromedial (vmPFC). Además, el vmPFC fue de interés para los investigadores porque estudios anteriores han revelado su conexión con creencias de tipo fundamentalista. Por ejemplo, un estudio mostró que los individuos con lesiones vmPFC calificaron las declaraciones políticas radicales como más moderadas que las personas con cerebro normal, mientras que otro estudio mostró una conexión directa entre el daño vmPFC y el fundamentalismo religioso. Por estas razones, en el presente estudio, los investigadores observaron a pacientes con lesiones tanto en vmPFC como en dlPFC, y buscaron correlaciones entre el daño en estas áreas y las respuestas a los cuestionarios de fundamentalismo religioso".

El equipo del Dr. Grafman esperaban que los participantes con lesiones al vmPFC o al dlPFC obtendrían una puntuación baja en las medidas de flexibilidad cognitiva y apertura mental, mietras que darían respuestas que los alinearan con el fundamentalismo religioso.

Los resultados mostraron justo lo que el equipo esperaba que ocurriría. Pruebas adicionales revelaron que este aumento en el fundamentalismo religioso fue causado por una reducción en la flexibilidad cognitiva y la apertura resultante del deterioro de la corteza prefrontal.

La flexibilidad cognitiva se evaluó mediante una prueba de clasificación de tarjeta psicológica estándar que incluía la categorización de tarjetas con palabras e imágenes según unas reglas. La apertura se midió utilizando una encuesta de personalidad ampliamente utilizada que se conoce como "Inventario de Personalidad NEO". Los datos sugieren que el daño en la Corteza frontal ventro medial vmPFC promueve indirectamente el fundamentalismo religioso al suprimir tanto la flexibilidad cognitiva como la apertura.

Solo una quinta parte de los casos de fundamentalismo religioso se deben a daños en la región prefrontal del cerebro.
Pero, ¿qué podría generar daños en la vmPFC? Hay muchas razones que se han analizado. entre ellas están los traumas cerebrales, trastornos psicológicos, adicción a drogas o alcohol, o simplemente un perfil genético particular, harían a un individuo susceptible al fundamentalismo religioso. El equipo señala que quizás en otros casos, el adoctrinamiento religioso extremo perjudica el desarrollo o el buen funcionamiento de las regiones prefrontales de una manera que dificulta la flexibilidad y apertura cognitivas.

Los autores señalaron que la flexibilidad cognitiva y la apertura no son las únicas cosas que hacen que los cerebros sean vulnerables al fundamentalismo religioso. De hecho, sus análisis mostraron que estos factores solo representaban una quinta parte de la variación en los puntajes de fundamentalismo.  Razón por la que aún hay mucho trabajo por hacer.

En conclusión, el estudio de Jordan H. Graffman y su equipo, publicado en la revista Neuropsychology demostróo que el fundamentalismo religioso es, en parte, el resultado de un deterioro funcional en una región del cerebro conocida como la corteza prefrontal. Los hallazgos sugieren que el daño a áreas particulares de la corteza prefrontal promueve indirectamente el fundamentalismo religioso al disminuir la flexibilidad cognitiva y la apertura, un término de psicología que describe un rasgo de personalidad que involucra dimensiones como la curiosidad, la creatividad y la apertura mental.

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Sábado, 20 de Septiembre de 2014

Un subibaja neuronal apunta a la conducta autista

A través de la optogenética, investigadores descubrieron un circuito neuronal en ratones que se asemeja a un balancín, por un lado están las neuronas sociales, por el otro conductas repetitivas de autoaseo



Glenys Álvarez

Antes de adentrarnos en estos asombrosos hallazgos, comprendamos un poco sobre la optogenética. En esta técnica, los investigadores alteran genéticamente las neuronas en cerebros de roedores para que expresen proteínas sensibles a la luz proveniente de organismos microbianos. Una vez hecho esto, los científicos implantan un pequeño cable de fibra óptica en el cerebro de esos roedores, este cable hace que una luz brille y los investigadores pueden controlar así la actividad de las células, así como los comportamientos asociados a la actividad.

Una vez entendemos esto, podemos comprender mejor los hallazgos en estos nuevos experimentos elaborados en el Instituto de Tecnología en California o Caltech. Los investigadores descubrieron poblaciones de neuronas antagónicas, es decir, unas se encargaban de que el animal sea social, otra de comportamientos asociales como el autoacicalamiento repetitivo. Los científicos dicen que se asemeja a un circuito de subibaja o balancín en la amígdala, una parte del cerebro involucrada en comportamientos sociales innatos.

“Este descubrimiento puede tener implicaciones para la comprensión de las disfunciones de circuitos neuronales que subyacen en el autismo en los seres humanos, donde vemos problemas en las conductas sociales y la tendencia a la generación de conductas repetitivas”, escribieron.

Por supuesto, la experimentación está limitada a los roedores, aunque sabemos que la evolución de nuestros cerebros tomó un camino distinto aunque ambos órganos mamíferos salieron de un mismo tronco. Durante la experimentación, se usaron distintos grupos de ratones modificados. Los investigadores indican que cuando el láser era dirigido a las neuronas sociales con alta intensidad, los ratones se volvían agresivos atacando a un intruso que se ponía en su jaula. Sin embargo, cuando el láser era activado ligeramente, los ratones continuaban siendo sociales, interactuando con el intruso, ya sea intentando aparearse con él o acicalándolo. Nada de agresividad ni violencia.

Ahora bien, cuando las neuronas asociales eran activadas con la luz láser de la optogenética, los ratones ignoraban a los intrusos y preferían autoacicalarse de forma repetitiva, ya sea limpiándose las patas o acicalándose el rostro, así se mantenían hasta minutos después de apagar la luz. Más aún, los investigadores podían detener esta conducta repetitiva. Por ejemplo, si un ratón solitario comenzaba a acicalarse, los investigadores podían activar la luz en las neuronas sociales y el acicalamiento terminaría en el momento. Una vez apagado, el ratón regresaba a su conducta repetitiva.

Otra magnífica e interesante característica en el estudio es que estas dos poblaciones de neuronas se distinguen de acuerdo a la subdivisión más fundamental de los subtipos de neuronas en el cerebro: las neuronas "sociales" son neuronas inhibitorias (que liberan el neurotransmisor GABA, o ácido gamma-aminobutírico) mientras que las "neuronas de autoacicalamiento" son neuronas excitadoras (que liberan el neurotransmisor glutamato, un aminoácido).

“Sorprendentemente, estos dos grupos de neuronas parecen interferir con la función de cada una, es decir, la activación de las neuronas sociales inhibe la conducta de autoaseo, mientras que la activación de las neuronas de autoaseo inhibe el comportamiento social. Así, estos dos grupos de neuronas parecen funcionar como un subibaja, controlando por un lado si los ratones interactúan con otros y por el otro si se concentran en sí mismos. Fue completamente inesperado que los dos grupos de neuronas podrían ser distinguidos por si eran excitadoras o inhibidoras. Si alguna vez hubo un experimento que excavara en las articulaciones mismas de la naturaleza,”, exclamó David J. Anderson de Caltech y uno de los autores, “este es".

Los autores también han relacionado los hallazgos con las distintas condiciones neurológicas en el cerebro autista debido a que en la condición hay una disminución en las interacciones sociales y, frecuentemente, un aumento en comportamientos repetitivos. Ciertamente, otros estudios han demostrado que las perturbaciones en los genes implicados en el autismo muestran una disminución similar en la interacción social y el aumento de la conducta de acicalamiento repetitivo en ratones. Pero el nuevo estudio ayuda a proporcionar un vínculo necesario entre la actividad genética, la actividad cerebral y las conductas sociales en los roedores.

¿Cómo puede esto ayudar a modificar el comportamiento humano?

“Estamos muy lejos de eso”, responde Anderson, “pero si encuentras las neuronas de la población derecha, podría ser posible reemplazar el componente genético de un trastorno del comportamiento como el autismo, con sólo cambiar la actividad de los circuitos al inclinar la balanza del subibaja hacia la otra dirección”, explicó.


El trabajo fue publicado en línea el 11 de septiembre en el diario Cell.  
Domingo, 10 de Agosto de 2014

Tus hábitos tienen una reconocible señal neuronal

Los hábitos se forman fuera de la intención, cuando erradicamos la meta de la acción y la hacemos de forma automática, ya sin prestar atención, este cambio en el cerebro hace posible que los hábitos sean conductas tan rígidas






Por Glenys Álvarez


Estudios han encontrado que toma entre 15 a 254 días formar un hábito de verdad. Más aún, investigaciones sugieren que en un promedio, el 40% de las actividades diarias que hace la gente es realizada en el mismo contexto todos los días. Ciertamente, existe un componente repetitivo en una conducta habitual, los hábitos, nos dicen, son el resultado de un aprendizaje de asociación.
“Encontramos patrones de comportamiento que nos permiten alcanzar metas. Repetimos lo que funciona y, cuando estas acciones se repiten en un contexto estable, formamos asociaciones entre señales y respuestas”, explica Wendy Wood durante su conferencia en la Reunión Anual 122ª de la Asociación Americana de Psicología.
La investigadora asegura que un hábito tiene una señal neuronal reconocible. Primero, indica, debemos pensar que estamos hablando de dos distintos contextos en el cerebro: el primero tiene que ver con intenciones y metas, el segundo tiene que ver con un patrón repetitivo que funciona sin requerir la atención de la persona.
Veamos este estudio que realizaron los investigadores, tiene que ver con las rositas de maíz o popcorn, ese comestible tan popular en los cines del mundo. Los investigadores probaron distintos grupos, en el primer conjunto, los grupos debían comer el popcorn y decir cuál le gustaba más, uno que estaba fresco y otro que no. Por supuesto, todos eligieron las rositas de maíz frescas como las mejores. Sin embargo, cuando se pone otra variable en el medio y se cambian las señales en el contexto, las personas cambian la intención y no están tan atentas al estado del popcorn. En el nuevo experimento, los sujetos no notaron la diferencia entre el popcorn fresco y el que no lo estaba, debido a que muchos ya tenían el hábito de comerlo mientras ven la película, sin pensar en ello.
Lo que ocurre es que cuando el cerebro encuentra una acción que funciona, ya sea brindándonos placer o produciendo resultados positivos sobre algo, repetirla todos los días en el mismo contexto borra la intención, y nuestra atención para alcanzar esas metas, y puede enfocarse en otras acciones mientras la repite de forma automática. Cuando estás aprendiendo una respuesta asociativa, entran en acción los ganglios basales, que son parte de la corteza prefrontal y ayudan en la memoria de trabajo o a corto plazo, para que puedas tomar decisiones. Al repetir el comportamiento en el mismo contexto, la información se reorganiza en el cerebro. En vez de permanecer en los ganglios se mueve hasta el motor sensorial que sostiene las representaciones de las asociaciones de respuesta a señales. En otras palabras, el cerebro ya no retiene la información sobre el objetivo o resultado. Este cambio de objetivo ayuda a explicar por qué nuestros hábitos son conductas tan rígidas.
“Hay una dualidad mental en juego. Cuando nuestra mente intencional participa, actuamos hacia el cumplimiento de un resultado que deseamos y, típicamente, somos conscientes de nuestras intenciones. Las intenciones pueden cambiar rápidamente, porque podemos tomar decisiones conscientes acerca de lo que queremos hacer en el futuro, lo que puede ser diferente al pasado. Sin embargo, cuando la mente habitual se enciende, nuestros hábitos funcionan en gran medida fuera de la consciencia. No podemos fácilmente articular cómo hacemos nuestros hábitos o por qué los hacemos, tampoco podemos cambiarlos fácilmente. Nuestras mentes no siempre se integran de la mejor manera posible. Incluso cuando sabes la respuesta correcta, no puedes cambiar el comportamiento habitual”, dice Wood.
¿Consejos?
Para Wood, muchos programas que desean ayudar a los demás a cambiar ciertos hábitos, se concentran más en la intención. Sin embargo, es en la repetición como resultado del contexto y las señales que produce esa forma automática en que desempeñamos nuestros hábitos; por eso fallan a largo plazo. Ciertamente, al principio las personas se sienten motivadas y emocionadas por alcanzar las metas, ya que muchos de estos programas cambian la intención, enseñan la teoría; pero no logran borrar el patrón o eliminar el hábito que regresa fuertemente una vez se encuentran con las señales apropiadas.
Recuerda dos cosas, asegura Wood, cambiar el contexto y repetir nuevos patrones. Como dijimos al principio, si logras esperar entre dos semanas a casi un año, y cambiar lo que te rodea de alguna forma, ya sea grande o pequeña, para no reaccionar a las mismas señales de siempre, a lo mejor formes un nuevo hábito que realmente te beneficie.


Publicado en el diario: http://www.spsp.org/
Jueves, 17 de Julio de 2014

¿Por qué aún vive el mito del 10 por ciento?

Una nueva película asegura que su heroína, llamada Lucy, tiene superpoderes debido a que usa todo su cerebro. Se trata de ficción, por supuesto, pero muchos aún lo creen cierto



Por Glenys Álvarez

“Aunque se trata de una idea seductora, el mito es tan malo que cae en lo ridículo”, expresó el neurólogo Barry Gordon, de la Escuela de Medicina Johns Hopkins en Baltimore, Estados Unidos. Y sí, es risible hasta la forma en que surgió, no sólo debido a la carencia completa de evidencias sino a la necesidad de negar lo que dice la tecnología científica con el único objetivo de afirmarlo. Lo cierto es que usamos todo el cerebro casi todo el tiempo.

“Si usaras todo tu cerebro podrías leer la mente”, me dijo. “Por eso es que esa mujer se comunica con los muertos, usa más partes del cerebro que nosotras. Einstein, Da Vinci, Shakespeare... ellos usaban más áreas. Por eso eran genios”.

Como siempre, las justificaciones sin sustento se basan en explicaciones que parecen apropiadas, sin embargo, ninguna de ellas está basada en evidencias. De hecho, la tecnología y los datos científicos han eliminado su posibilidad y, por otro lado, sus orígenes han trazado, desde tiempo atrás, el nacimiento del mito. ¿Por qué seguimos creyéndolo?

De acuerdo con el neurólogo estadounidense, la durabilidad del mito se debe a concepciones personales. En otras palabras, las personas al ver sus propios defectos los comienzan a percibir como prueba absoluta de que debe existir materia gris inexplorada en sus cerebros; potencial neuronal sin explotar.

“Estas son suposiciones falsas”, expresó Gordon.

Se piensa que el mito nació de una mala interpretación. Cuentan que se debió al psicólogo y escritor estadounidense William James, quien argumentaba en el libro, Las energías de los hombres, que estamos haciendo uso de sólo una pequeña parte de nuestros posibles recursos mentales y físicos; aparentemente, el pensador iba por otro lado ya que hablaba, con su colega William Sidis, sobre el coeficiente intelectual infantil. Por supuesto, siempre llega otro a erradicar el contexto y añadir sus propios elementos, fue precisamente lo que hizo en 1936 el escritor estadounidense Lowell Thomas quien integró el falso 10 %, atribuyéndoselo erradamente, es desconocido si a propósito o no, al mismo James.

Todo depende de lo que estemos haciendo. No debemos olvidar que el cerebro se encarga de controlar procesos automáticos del cuerpo, que muchas veces se intercalan con nuestras mismas emociones. Distintas áreas cerebrales están siempre en actividad, otras brillan de acuerdo a las tareas que estemos haciendo, algunas descansan mientras dormimos, meditamos o sencillamente nos sentamos a descansar, haciendo absolutamente nada. Cuando te preparas ese rico café o té mañanero, por ejemplo, muchas variables entran en acción desde que sales de la habitación, desde tus movimientos hacia la cocina hasta la forma como planeas y preparas lo que haces. Esa pequeña actividad rutinaria en las mañanas requiere la activación de los lóbulos occipital y parietal, las cortezas sensoriales y motoras, los ganglios basales, el cerebelo y los lóbulos frontales. Todo en unos pocos minutos.

Por supuesto, en ese momento que te sientas a descansar, sin tomar un libro ni encender la tele, no todas las partes cerebrales van a estar brillando con actividad. Sin embargo, los investigadores que utilizan la tecnología de imágenes para observar el cerebro han demostrado que, al igual que los músculos del cuerpo, la mayoría está continuamente activa durante un período de 24 horas.

“La evidencia muestra que en un día utilizas el 100 por ciento de tu cerebro”, dijo para la revista Scientific American, John Henley, neurólogo de la Clínica Mayo en Rochester, Minnesota. “Incluso durante el sueño, áreas como la corteza frontal, que controla cosas como el pensamiento de alto nivel y la autoconciencia, o las somatosensoriales, que ayudan a las personas a percibir su entorno, están activas”.

No olvidemos, por supuesto, que la ficción es igual a falso, por lo tanto, cuando veas a Scarlett Johannson en una película, manifestando poderes extraordinarios debido a que usa el 100% de su cerebro, créelo tanto como has creído en la existencia de Hogwarts y Gollum.
Miercoles, 25 de Junio de 2014

Pensamientos convertidos en acción a través de una computadora

Es el primero en hacerlo. El joven consiguió mover su mano y sus dedos paralizados con la ayuda de un microchip implantado en su cerebro, un algoritmo computacional y una moderna manga de sensores



Por Glenys Álvarez

El movimiento fue algo sutil, pero épico para la neurociencia. El joven estadounidense de 23 años, cuadripléjico debido a una lesión que sostuvo en la médula espinal, movió sus dedos y la mano, no lo necesario para sostener fuertemente una cuchara pero sí para “casi” hacerlo. Y, en este momento, eso no es poco. De hecho, es una de esas noticias pioneras, Ian Burkhart, del estado de Ohio, es la primera persona en mover su mano paralizada a través de sus propios pensamientos.

Y hemos visto los ensayos y experimentos que llevaron a la neurociencia hasta aquí. Por mucho tiempo, neurocientíficos han utilizado algoritmos computacionales para traducir los impulsos eléctricos en nuestro cerebro y enviarlos para crear movimiento, ya sea con macacos moviendo el cursor en una computadora o ejecutando órdenes para alguna máquina. Indudablemente, la mejor comparación fue emitida por el doctor Chad Bouton, investigador principal del experimento del Instituto Memorial Batelle, que enlazó la sangre con las señales eléctricas.

“Lo que hemos hecho es muy similar a un bypass del corazón lo único que en vez de pasar sangre estamos pasando señales eléctricas", dijo Bouton. “Estamos tomando estas señales del cerebro, evitamos el área lesionada y las llevamos directamente a los músculos”.

El equipo en Batelle lleva décadas trabajando en el sistema completo. La tecnología ha sido llamada Neurobridge, es decir, como un puente neurológico que salta por encima de la lesión, ignorándola y llevando los impulsos directamente a los músculos paralizados. Sabemos que una lesión en la médula desconecta al cerebro de los músculos del cuerpo, dejando a la persona incapacitada para enviar las órdenes a los músculos para que se muevan; Neurobridge crea un puente por encima de la lesión para que el tránsito de las señales eléctricas neuronales se mueva sin problemas.

Pues bien, para crear este puente se combinaron algoritmos que aprenden a decodificar la actividad cerebral, en otras palabras, qué quieren decir las neuronas con estas órdenes y cómo las interpreto; esencialmente, se trata de traducir los pensamientos del joven y transmitirlos hacia la extremidad paralizada. En este caso, las señales del cerebro de Ian utilizaron este puente, evitando así su lesión en la médula espinal para llegar a los músculos.

Burkhart, que quedó paralítico hace cuatro años en un accidente de buceo, vio la oportunidad de participar en los seis meses de ensayo clínico aprobado por la FDA, en el Centro Médico Wexner de la Universidad del Estado de Ohio, como una oportunidad para ayudar a otros con lesiones de la médula espinal. Él es el primero de cinco voluntarios que probarán el sistema.

“Al principio despertó mi interés porque me gusta la ciencia y es bastante interesante”, dijo Burkhart. “Me he dado cuenta de que esto es lo que hay, lo que tengo. Puedes sentarte y quejarte pero eso no te va a ayudar. Así que lo mejor es trabajar duro, hacer lo que puedas y seguir adelante con tu vida”.

El desarrollo de algoritmos, programas computacionales y la banda de estimulación fue lo primero. Se experimentó grabando los impulsos neuronales de un conjunto de electrodos implantados en el cerebro de una persona paralizada. Estos datos fueron utilizados para ilustrar el efecto del dispositivo en el paciente y probar el concepto. Entonces, hace dos años, el equipo se unió con científicos y médicos de la universidad de Ohio, especialmente Ali Rezai y Jerry Mysiw, para diseñar los ensayos clínicos y, durante una cirugía de tres horas el 22 de abril, Rezai implantó un chip, más pequeño que un guisante, en la corteza motora del cerebro del joven.

Este diminuto instrumento tiene el trabajo de interpretar las señales del cerebro y enviarlas a una computadora, allí, la máquina las decodifica y las envía a la manga de estimulación con electrodos en alta definición que se encargan de estimular los músculos adecuados para que ejecuten los movimientos deseados. Más aún, el equipo consiguió que en menos de una décima de segundo, los pensamientos de Burkhart se convirtieran en acciones. Eso es una hermosura.

“La cirugía implantó el microchip sensor en la zona precisa en el cerebro de Ian que controla el brazo y el movimientos de la mano”, dijo Rezai.

Esta tecnología puede que un día ayude a pacientes afectados por diferentes lesiones del cerebro y la médula espinal, como accidentes cerebrovasculares y lesiones cerebrales traumáticas. Ciertamente, es lo que Burkham, y muchos como él, esperan.

Puedes ver un video aquí:http://media.eurekalert.org/multimedia_prod/pub/media/75193.mp4
Martes, 27 de Mayo de 2014

La corteza visual en el cerebro también procesa sonidos

En muchas ocasiones, un sonido nos enseña a predecir un acontecimiento o la aparición de una imagen que viene acompañada de las ondas sonoras; ahora, investigadores en Glasgow han descubierto que estos sonidos son procesados en el área cerebral de la visión





Por Glenys Álvarez

“Imagina que estás en una calle y que oyes el sonido de una moto que se acerca, obviamente, esperas ver una motocicleta que viene doblando la esquina. Si resulta ser un caballo, te quedarías muy sorprendido”.

Así explica algunos de los objetivos de este nuevo estudio el profesor Lars Muckli, del Instituto de Neurociencia y Psicología en la Universidad de Glasgow, quien dirigió la investigación.

El estudio del cerebro nos deja hoy con un órgano completamente plástico que no sólo trabaja con áreas especializadas sino que está cableado para crear un todo. De esta forma, no sólo hemos observado cómo zonas en funcionamiento pueden tomar trabajo extra de áreas dañadas y permitir que el organismo funcione de formas distintas, sino que el cerebro completo parece estar enterado de lo que está ocurriendo, no sólo en el organismo de forma biológica sino también los estímulos y los eventos que pasan afuera, en el medio, que muchas veces ni siquiera tienen que ver directamente con el individuo. El cerebro es realmente fascinante.

Por lo mismo, aún estamos aprendiendo, observando cómo suceden, neurológicamente, cada conducta y pensamiento; en esta ocasión, cómo la vista y el sonido trabajan juntos, de hecho, los científicos en el equipo observaron cómo muchos sonidos son procesados por la corteza visual. Los resultados sugieren, como en el ejemplo planteado por Muckli, que la entrada auditiva permite que el sistema visual pueda predecir la información entrante y podría hasta conferir una ventaja para la supervivencia.

“Los sonidos crean imágenes visuales y mentales, también proyecciones automáticas”, añadió.

Los equipos elaboraron cinco experimentos diferentes donde utilizaron imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI), con el fin de examinar la actividad en la corteza visual temprana en 10 sujetos voluntarios. En uno de los experimentos los ojos de los voluntarios fueron vendados mientras escuchaban tres sonidos naturales distintos, uno era el canto de los pajaritos, en otro el ruido del tráfico y el tercero era de una multitud de personas hablando. En un segundo estudio, los sujetos ni siquiera escuchaban sonidos o miraban imágenes sino que sólo imaginaban; los resultados mostraron que eso era suficiente para generar actividad en la corteza visual.

Precisamente, los investigadores pueden identificar patrones únicos entre toda la actividad cerebral gracias al uso de un algoritmo especial, de esta forma, pudieron discriminar entre los diferentes sonidos procesados en la actividad de la corteza visual, mostrando cómo todas estas áreas mantienen conexiones con interesantes misiones.

“Esta investigación aumenta nuestra comprensión básica de cómo están interconectadas las diferentes regiones del cerebro. Previamente, no sabíamos que la corteza visual temprana también procesa información auditiva, era un dato que desconocíamos, y si bien habíamos encontrado cierta evidencia anatómica de interconexión en los monos, nuestro estudio es el primero en mostrar claramente esta relación en los seres humanos”, precisó Muckli.

Por supuesto, la mayoría de las investigaciones cognitivas que nos ayudan a desenredar los mecanismos en el cerebro, ayudarán de alguna forma a comprender distintas condiciones neurológicas, la salud mental es uno de los principales objetivos en todos estos estudios.

“En el futuro vamos a probar cómo esta información auditiva es ayudada, respaldada y mantenida por el procesamiento visual; por el momento, asumimos que proporciona predicciones para ayudar al sistema visual a centrarse en acontecimientos sorprendentes lo que conferiría una ventaja para la supervivencia. Más aún, esto proporcionará información sobre condiciones como la esquizofrenia o el autismo, ayudándonos a entender cómo las percepciones sensoriales difieren en estos individuos”.

Los investigadores también explorarán más sonidos para averiguar qué tan precisa puede ser la codificación predictiva en el cerebro.

El proyecto forma parte de un estudio de cinco años financiado por el Consejo Europeo de Investigación titulado “Lectura cerebral de comentarios y predicciones de contexto” que fue publicado en el diario Current Biology.
Miercoles, 11 de Septiembre de 2013

Braintrust

En esta obra Patricia S. Churchland nos acerca a lo que la neurociencia nos dice sobre la moral.

Patricia, en un estupendo trabajo de divulgación, nos acerca a la cuestión de cómo pudo surgir nuestro sentido de la moral. Las raíces del mismo están en nuestra biología, en el funcionamiento de nuestro cerebro, que ha sido modelado por la evolución.

Patricia nos acerca a las bases químicas que hacen posible la confianza. Aquí, moléculas como la oxitocina parecen ser parte central de la respuesta. La autora nos cuenta cuales son las partes del cerebro que parecen estar involucradas en nuestro sentido moral. Una de las cuestiones que se plantea en el libro es la siguiente, ¿cómo es que hemos llegado a desarrollar un sentido de querer ayudar a extraños incluso a preocuparnos por ellos? Desde un punto de vista biológico tiene sentido preocuparse por aquellos familiares con los que compartimos determinada carga genética, si ayudamos a sobrevivir a aquellos con los que compartimos determinado número de genes, estamos ayudando a que parte de nuestros genes perduren y se reproduzcan. Patricia nos da alguna hipótesis de como pudo suceder que nuestro sentido de querer cuidar, o preocuparse por los demás, se extendiera hacia aquellos con los que no compartimos carga genética alguna.

Uno de los capítulos más interesantes del libro es el dedicado a las neuronas espejo. A estas neuronas casi siempre se las relaciona con el comportamiento moral. Patricia expone los experimentos que pueden apoyar esa hipótesis pero al mismo tiempo nos muestra su escepticismo hacía la misma. La autora deja muy claro lo que se sabe y no se sabe sobre las neuronas espejo. Mostrando que a veces se ha exagerado y extrapolado demasiado sobre las mismas.

Un libro ciertamente interesante que nos acerca a las bases neurológicas de nuestra moral. La moral no es cuestión de dioses sino de naturaleza. Lo cual la hace más “real”. No son pocos los que creen que la raíz de la moral es metafísica, es decir, esta mana de alguna clase de dios sea este el que sea, pero trabajos como el de Patricia S.Churchland nos enseñan que las raíces de la misma se encuentran en nuestra biología. Si dios no existen entonces todo está permitido, al menos eso es lo que piensan muchos, sin dios no hay moral. Pero lo que nos enseña la ciencia es que la moral no tiene su base en la metafísica sino que es real, muy real, precisamente porque no mana de los dioses sino de nuestra propia biología.
Martes, 26 de Febrero de 2013

El misterioso funcionamiento del cerebro adolescente

Sarah-Jayne Blakemore nos acerca al desarrollo del cerebro. Nos explica que el desarrollo del mismo no acaba en la infancia sino que sigue en la adolescencia. Este proceso de "maduración" cerebral es lo que hace que los adolescentes tengan los comportamientos que tienen.

Lunes, 11 de Febrero de 2013

Neurociencia para Julia

Excelente libro para adentrarte en el mundo de la neurociencia. Xurxo Mariño nos acerca a lo que posiblemente sea la parte más importante de nosotros, el sistema nervioso. Gracias a él somos quienes somos, de él es de donde surge el “yo”.

Xurxo nos propone un viaje, en él  vamos desde la gran escala del conjunto del sistema nervioso, hasta la escala más pequeña, donde vemos como las moléculas conocidas como neurotransmisores son el medio para que unas neuronas se comuniquen con otras.

Con un lenguaje claro, conciso y sencillo Xurxo nos lleva de la mano en este viaje hacia nosotros mismos. Nos explica los conceptos e ideas con claridad cristalina, de tal modo, que el lector no puede ser llevado a error de ninguna de las maneras.

El libro es divulgación científica en estado puro, una autentica delicia de lectura, la única pega que le encuentro, es que se me ha hecho demasiado corto.


Miercoles, 6 de Febrero de 2013

La ciencia es un juego

El neurocientífico Beau Lotto, nos muestra en esta breve conferencia, como la ciencia, en realidad, es un juego. La consecuencia de este enfoque es que todo el mundo, incluido los niños, pueden hacer ciencia. De hecho, Lotto nos cuenta como un grupo de colegiales realizaron un experimento y consiguieron que sus resultados se llegaran a publicar. Así pues, si la ciencia es un juego, lo único que se necesita es seguir las reglas del mismo, para así poder responder los acertijos que se plantean, en definitiva, la ciencia es para todo el mundo:

Lunes, 9 de Julio de 2012

La naturaleza de la conciencia

La verdad es que el título del libro poco tiene que ver con su contenido. El libro es un debate entre Maxwell Bennett, Peter Hacker, John Searl y Daniel Dennett sobre si los términos que se usan en neurociencia tienen sentido o no.

Para Maxwell Bennett y Peter Hacker hay un problema de fondo en las neurociencias. Según ellos se están usando términos psicológicos de forma indebida de tal manera que el discurso neurocientífico no tienen sentido. Por su parte Searl y Denett discrepan de ese punto de vista.

El principal punto que sostienen Bennett y Hacker es que los neurocientíficos caen en lo que ellos llaman la falacia mereológica. Esta falacia consiste en atribuir a las partes propiedades que sólo son atribuibles al todo. Por ejemplo, decir que el cerebro ve, sería un ejemplo de falacia mereológica, no es mi cerebro el que ve, sino yo. Del mismo modo y siempre según Bennett y Hacker, el cerebro no cree, eso es algo que pueden hacer los individuos, lo mismo se puede decir, de conjeturar, pensar, etc. La crítica de Bennett y Hacker es interesante y señalan varios ejemplos donde según ellos se ve claramente como los neurocientíficos caen una y otra vez en dicha falacia.

A los argumentos de Bennett y Hacker se contraponen las críticas de Dennett y Searl, los cuales discrepan de las posturas de los primeros y con sus argumentos muestran que Bennett y Hacker pueden estar equivocados en sus puntos de vista.

Un libro interesante si te gusta la filosofía y tienes interés por las neurociencias.