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Lunes, 3 de Enero de 2011

Hombre y mujer… e intersexo los creó


No es raro el día en el que uno no tenga que desayunarse con alguna estupidez salida de la boca de algún señor con sotana pero en ocasiones el nivel de estulticia supera lo humanamente soportable. En esta ocasión el obispo de Córdoba, Demetrio Fernandez, ha colocado el listón bien alto al afirmar, y no es broma, que "la Unesco tiene un plan para que en 20 años la mitad de la humanidad sea homosexual" (ver noticia). Este plan formaría parte de un programa con el que los siempre malvados científicos tratan de "romper totalmente con Dios, con Dios creador, que ha fijado en nuestra naturaleza la distinción del varón y de la mujer".

Dejando a un lado la más que cuestionable existencia del mencionado creador, de la que ya nos hemos ocupado bastante, a este señor, de intelecto (abro sarcasmo) claramente privilegiado (cierro sarcasmo) habría que aclararle varias cosas, en primer lugar resulta evidente que tiene un lío mental considerable ¿qué tiene que ver la homosexualidad con la identidad de género? un hombre homosexual es un hombre sin dudas de su identidad masculina y una mujer lesbiana es una mujer segura de su identidad femenina, son hombres y mujeres, de eso no hay duda. A lo que si podemos poner objeciones es a esa afirmación tan simplista y maniquea, propia del dogmatismo religioso, de que hay fijada una clara distinción del varón y de la mujer. Evidentemente en la mayoría de los casos la hay pero en aproximadamente 1 de cada 500 nacimientos nos encontramos con situaciones no tan claras, con la presencia simultánea de características sexuales masculinas y femeninas en distintos grados y por distintas causas, es lo que se conoce como intersexo o intersexualidad.

Pongamos un ejemplo gráfico y sencillo que pueda entender incluso el obispo de Córdoba. Nos encontramos con una persona adulta, con pelo largo y maquillada, una agradable voz femenina, sin vello facial ni rastro de haberlo tenido, luciendo un escote que deja adivinar unos senos totalmente naturales y, aunque no lo veamos yo os lo  digo, tiene vagina, parece evidente que estamos hablando de una mujer. Pero vayamos más allá de su aspecto externo y analicemos sus cromosomas, oh sorpresa, ¡esta persona tiene el cariotipo típico de un hombre! 46 cromosomas totales que incluyen un par de cromosomas sexuales XY, no solo eso, el cromosoma Y presenta el gen SRY, el responsable de determinar el sexo masculino, más aun, no tiene óvulos sino testículos situados en la cavidad abdominal incapaces de producir espermatozoides maduros ¿sigue siendo una mujer o de repente es un hombre? La respuesta es que es una persona con el genotipo propio de un varón pero los caracteres externos propios de una mujer debido a que presenta un síndrome de insensibilidad total a los andrógenos (ver foto) ¿cual de las dos características es la que fija la clara y divinamente establecida distinción entre varón y mujer? ¿su aspecto externo o sus genes?. Aunque se trata de un ejemplo extremo es perfectamente real y de hecho se da en aproximadamente 1 de cada 40.000 individuos genéticamente varones, además, en un número similar de nacimientos se presenta el mismo síndrome con grados menores de insensibilidad, lo que hace aún más complejo determinar el sexo que debe asignarse al nacido.

Otro ejemplo ilustrativo es el de la atleta sudafricana Caster Semenya, al perecer se trata de un caso de síndrome de insensibilidad a los andrógenos como el anterior, características sexuales externas femeninas pero cromosomas masculinos y testículos internos inmaduros ¿en qué categoría debería competir? ¿masculina o femenina? Lo interesante de este caso es que dejó patente que las condiciones de la Federación Internacional de Atletismo para determinar que personas pueden competir en cada categoría no son nada claras cuando nos encontramos con un caso de intersexualidad ¿dónde queda la divina, bíblica y clara frontera entre varón y mujer?

La intersexualidad hace referencia a condiciones muy variadas, desde el extremo anterior, una persona que nace con aspecto perfectamente femenino en el exterior pero que presenta una anatomía interna mayoritariamente masculina, hasta casos intermedios en los que una persona nace con genitales ambiguos, por ejemplo una niña con un clítoris notablemente grande y ausencia de apertura vaginal o un niño con un pene excesivamente pequeño y el escroto dividido formando algo más parecido a unos labios vaginales. Incluso podemos encontrarnos con individuos mosaico en los que algunas de sus células son genéticamente femeninas (XX) y otras masculinas (XY). 1 de cada 1000 nacidos no es ni XX ni XY, sino XXY, el conocido como síndrome de Klinefelter, pero también encontramos individuos XO y XYY, además de individuos con aspecto externo masculino pero cariotipo XX y los ya mencionados con aspecto femenino pero cariotipo XY.

¿Dónde colocamos entonces la frontera entre hombres y mujeres? Dejando a un lado mitologías de oriente próximo recopiladas en libros como la Biblia o el Corán, la realidad es que los sexos en la naturaleza no son categorías discretas sino categorías socialmente constituidas para reflejar unas variaciones biológicas reales. Para entenderlo mejor podemos compararlo con el espectro de colores de la luz visible ¿cuando deja el amarillo de ser amarillo y se convierte en verde? ¿un color es amarillo-verdoso o verde-amarillento?. De un modo similar, la naturaleza presenta un espectro de anatomías sexueles. Senos, penes, clítoris, escrotos, labios, gónadas, todos varían en tamaño y morfología. Incluso los cromosomas sexuales varían bastante. Pero en nuestra cultura, las categorías sexuales se simplifican en hombres, mujeres e intersexo.

De modo que la naturaleza no decide cuando un individuo se sale de la categoría de varón para pasar a intersexo, o cuando deja de ser intersexo para ser considerado mujer. Somos los humanos los que decidimos hasta que punto un pene puede ser pequeño antes de pasar a ser un clítoris o hasta que punto una combinación de características es lo suficientemente inusual como para clasificarla como intersexo.

Con todo esto no estoy negando la existencia de hombres y mujeres, que es lo que le parecerá al obispo mentecato y a muchos otros educados en el dogma de encefalograma plano. Lo que quiero es que se entienda hasta que punto existen casos en los que esta distinción no es tan sencilla y hasta que punto es ridículo intentar conocer nuestra realidad, la forma en la que funciona el mundo, basándonos en mitos y leyendas ancestrales. ¿hasta cuándo?
Domingo, 2 de Enero de 2011

Cita sobre religión y moral: Sam Harris (filósofo, neurocientífico y escritor estadounidense)


"El vaticano es una organización que excomulga a mujeres por intentar ordenarse sacerdotes pero no excomulga a sacerdotes varones por violar niños. Excomulga a médicos que realizan abortos para salvar la vida de la madre, incluso si la madre es una niña de 9 años violada por su padrastro y embarazada de gemelos, pero no excomulgó ni a un solo miembro del Tercer Reich por cometer genocidio ¿Realmente estamos obligados a considerar semejante inversión de prioridades como un marco moral alternativo?"

Sam Harris (The moral landscape)
Miercoles, 10 de noviembre de 2010

¿Hasta cuándo? – por Fernando Savater


Tribuna de Fernando Savater en "El País", se puede decir más alto pero no más claro:

"Han preferido el deshonor a la guerra y ahora tendrán el deshonor y la guerra", dijo Churchill en una ocasión famosa; podríamos parafrasear sus palabras para aplicarlas a las circunstancias de la visita de Benedicto XVI a España: nuestras autoridades renunciaron al laicismo democrático para no pasar por anticlericales y ahora se ven sin dignidad laica y encima tachadas de anticlericales por el beneficiario de su abandono de los principios.

¿Acaso aún no han aprendido que la Iglesia es insaciable y se toma todas las concesiones sin agradecimiento por lo que se le da y con aire ofendido por lo que aún se le niega? En eso se parece mucho a los nacionalismos... a los que tanto debe y que tanto le deben.

El Papa denuncia el terrible laicismo de España no solo a pesar de que recibe en su viaje la pleitesía exagerada de todas las autoridades civiles, no solo pese al financiamiento y privilegios fiscales de la Iglesia, no solo a pesar de que se mantiene el concordato de origen franquista que impone la presencia clerical en la educación y hasta en el ejército, sino por los terribles agravios y la "persecución" que sufre por parte de un Parlamento que legisla sobre el aborto o sobre el matrimonio homosexual sin obedecer al clero y que hasta pretende sustentar una asignatura de educación cívica que no cuenta con el níhil óbstat episcopal.

Para el Papa, estamos como en el año 36 y de ahí a quemar iglesias solo hay un paso. Por lo visto, ni siquiera 40 años de franquismo bajo palio nos autorizan a emanciparnos un poquito de una institución que tan eficazmente ha trabajado por perpetuar el atraso intelectual y la falta de libertades políticas en nuestro país desde comienzos de la modernidad.

Se ha puesto de moda proclamar al inquisitorial Ratzinger nada menos que como una cima de sabiduría insuperable. Para diversos opinadores mediáticos que probablemente no han leído tratado metafísico más profundo que ¿Quién se ha llevado mi queso?, es el primer intelectual europeo, mundial, universal, no inferior en méritos a sabios de la altura de Rappel o Belén Esteban.

Destaca precisamente en teología, una de las ciencias más útiles y con mayor futuro, la única que inventa su objeto mientras dogmatiza sobre él. Por eso puede establecer con especial autoridad la relación entre verdad y libertad. Porque la verdad no es una función que se alcanza a través de la razón que observa, experimenta y deduce, sino la revelación que llega por la boca del que habla desde la infalibilidad. ¡Abajo el relativismo, escuchemos al Absoluto! Y la libertad,claro, es la de obedecer no a humanos vulgares y a las leyes por ellos consensuadas, sino a quienes representan e interpretan el poder de lo sobrehumano...

A algunos de nuestros políticos -no olviden sus nombres a la hora de votar- les encanta que por fin las cosas se pongan así de claras, contra la falta de valores y confusión en que chapoteamos. Además, parece que cuenta con beneficios electorales, de modo que bendito sea Dios.

Por si fuera poco, el Papa merece los máximos honores porque se trata nada menos que de un jefe de Estado. ¡Y menudo Estado, a fe mía! El único de la Europa actual que abiertamente no respeta quisquillosos derechos humanos como la libertad religiosa, la igualdad de sexo para optar a cargos públicos y otras menudencias democráticas semejantes. Es un Estado tan original y único en su género, prueba de la especial protección divina que lo ampara, que se parece mucho más a las teocracias de otros lugares del mundo que a los impíos regímenes laicos que le rodean. El Vaticano es una especie de Arabia Saudí pero decorada por Miguel Ángel y Rafael, lo cual es una gran mejoría estética, aunque en cambio representa poco avance político.

Evidentemente, el gran problema religioso y la mayor amenaza para las libertades públicas en España lo representan las mujeres que llevan velo islámico, no el ver a nuestros representantes electos mostrar todo tipo de deferencia y reconocimiento moral al gobernante de ese Estado modélico... que por lo visto ejemplifica las raíces de la Europa democrática mejor que tanto laicismo y tanta ciencia sin trascendencia como vemos por ahí.

Pese a los menguados coros y danzas que han acompañado la visita papal a Santiago y Barcelona, indudablemente fervorosos (en televisión una señora confesaba: "Se me puso tal nudo en la garganta que no podía ni sacar fotografías"), lo cierto es que las prácticas católicas no dejan de disminuir en nuestro país. ¡Pero si ya incluso hay más matrimonios civiles que eclesiásticos...!

De modo que parece llegado el momento de, sin ofender a los católicos, no agraviar tampoco a quienes no lo somos y a quienes siéndolo comparten con nosotros el deseo de un Estado realmente laico, en el que la religión o la falta de ella sean un derecho de cada cual pero no una obligación de nadie... y mucho menos de las instituciones que son de todos y para todos.

Por eso, es necesaria y urgente una ley de libertad religiosa a la altura de nuestra realidad social y del siglo en que vivimos. Para que los creyentes puedan ejercer a título personal su religión al modo que prefieran, siempre que no conculquen las leyes civiles... y, sobre todo, para que los no creyentes o los que creemos otras cosas no tengamos forzosamente que sentirnos avasallados por la fe de nadie."

Fernando Savater es escritor.