Lunes, 14 de Abril de 2014
BARRABÃS Y JESÚS, ¿DOS PERSONAS CON UN DESTINO, O LA MISMA PERSONA?
Por guerreropirata
En arameo, Bar Abba o Barrabás ( בר-×ב×) significa "hijo del padre". ¿Quién era Barrabás? El Evangelio de Juan dice: «Barrabás era un bandido» (18,40), que en los momentos polÃticos de entonces podÃa significar alguien contrario al régimen de sometimiento romano (como dice Mt 15,7, participó en una insurrección que fue sangrienta, por eso tenÃa acusación de asesinato como dice Lc 23,19.25).
Estamos hablando por tanto de un lÃder judÃo contra Roma, como señala Mateo 27,16: un mesÃas, como dicho nombre «hijo del padre» significa. En este sentido, recuerda Ratzinger que más tarde, la que serÃa la última revolución anti-romanos, en el año 132, fue dirigida por Bar-Kokebá, «hijo de la estrella».«Ratzinger, Jesús de Nazaret»
Los Evangelios hasta el siglo III usan ese nombre: «Jesús Barrabás», Jesús hijo del padre, como un doble de Jesús, dos hombres para la misma misión, pero de una manera muy diferente.
Son las dos opciones mesiánicas: la acción para un reino aquÃ, como le preguntaban a Jesús "¿Es ahora que instaurarás tu reino?" o una acción nueva, "mi reino no es de este mundo", una fuerza transformadora paradójica, aparentemente absurda.
Hyam Maccoby, especializado en el estudio de la tradición religiosa cristiana y judÃa, ha propuesto la teorÃa de que Bar Abba era el apodo que daban a Jesús, que comenzaba siempre sus oraciones con la palabra Abba, "Padre", mientras que el uso de "barabbas" o "Bar-abbas" no parece haber sido un nombre común en dicha época.
Según esta hipótesis, cuando la multitud en La matanza exigió a Pilato que diera libertad a "Bar Abba" (Barrabás) era la libertad del mismo Jesús la que pedÃan.
La teorÃa recibe muy fuerte apoyo de manuscritos provenientes de Cesarea, del SinaÃ, de Siria, etc., y de algunos manuscritos usados por OrÃgenes. Dichos manuscritos llaman al supuesto "Barrabás" Iesous ho Barabbas, es decir Jesus Bar Abba o Jesús Hijo del Padre.
Otro aspecto conflictivo es la costumbre mencionada en los evangelios de liberar a un prisionero durante la Pascua. Los mismos no están de acuerdo en si era una costumbre hebrea o romana, pero en ninguno de los dos casos se encontraron otros registros históricos que confirmaran la existencia de dicha costumbre. Los registros históricos que se poseen sobre Poncio Pilatos muestran un desprecio por la tierra en donde gobernaba, que consideraba una provincia menor del Imperio romano, y la posibilidad de que honrara una tradición judÃa serÃa remota. PodrÃa ser posible que Pilatos creara en el momento una supuesta tradición como excusa para no crucificar a un lÃder popular y no exponerse a motivar rebeliones, pero los evangelios no lo retratan como si tuviera la situación bajo control.
Existen varias lecturas sobre los posibles motivos por los que Jesús y Barrabás, de haber sido la misma persona, habrÃan terminado siendo dos diferentes.
Una interpretación plantea que habrÃa sido responsabilidad de elementos antisemitas en la iglesia, que al dirigir la petición de libertad hacia una persona retratada como reprobable coloca en el judaÃsmo la responsabilidad por la crucifixión.
Es posible también que la historia se retratara asà para retirar la culpa del Imperio romano por los eventos. Esto último se habrÃa hecho para facilitar la introducción del cristianismo entre los romanos, ya que de otra forma para un romano aceptar que Jesús fuera el mesÃas implicarÃa aceptar también que el Imperio habrÃa matado al hijo de Dios. La traición de Judas servirÃa también como elemento para redirigir la culpa.
También podrÃa haberse tratado de un error de traducción. La multitud podrÃa haber pedido la liberación de "Jesús Barrabás" (bar-Abba en arameo, "hijo del padre"), y Pilatos habrÃa rechazado la aclamación popular. Cuando la historia fue traducida a otros idiomas, los traductores podrÃan no haber dominado el idioma arameo: la petición de liberación habrÃa permanecido, pero Barrabás habrÃa pasado en el proceso a ser una persona diferente. En este sentido, debe señalarse que muy poco tiempo antes, quizás menos de una semana, otra multitud compuesta de seguramente las mismas personas habÃa aclamado a Jesús a su entrada a la ciudad.