Breve crítica de un «indocumentado» a la crítica del «necio» Parrilla

Se responde al artículo publicado en El Catoblepas e intitulado «Dice el necio que el necio dice en su corazón: "hay Dios" (I)», firmado por Desiderio Parrilla, y que se presenta confusamente como «atención a las dudas» (sic) de los lectores de Razón Atea

© Jorge Méndez

1) Nuevamente, [Desiderio] Parrilla [Martínez] pide el principio (táctica abogadil típica de escolásticos, denunciada por el mismísimo católico Unamuno) al sostener que Dios es un «principio» y no una «idea» sin ningún tipo de demostración, ya que ni siquiera da citas textuales del Aquinate en donde diga lo que él (inspirado por Gilson) le atribuye (mucho menos da citas bíblicas ni demostraciones racionales de tal supuesto gratuito y metafísico).
Y por si fuera poco se contradice ya que supuestamente los principios son todos «operaciones de la razón», pero el «principio Dios» es... ¡sobre-racional e ignoto! (sic).

2) Decir que la esencia de Dios es «una quididad actual ignota» es una petición de principio que se basa en la fictio mentis de que «tiene» (según la premisa indemostrada de partida) que haber un ser con plenitud y sin vacíos, actual y perfecto que vaya más allá de las sustancias y de lo que no es sustancia y que, frente a él, esos entes «sean» sólo por analogía con un supuesto ser supremo que les daría el «ser».

3) Decir gratuitamente que el «principio Dios» está por encima del intelecto no es más que el viejo dogma fideísta («fe de carbonero», como lo llamaba Vogt) de nulo valor probatorio que sólo prueba que aunque la mona fideísta se disfrace con ropajes escolásticos, más aparatosos que los del vetusto agustinismo fideísta, mona fideísta queda.

4) Curioso que Parrilla hable contra el «logicismo» en circunstancias que por logicismo se entiende también la creencia de que los principios, que designan a las proposiciones primeras, son principios inconmovibles y «aristocráticos» que gobiernan todo y que no son gobernados por nadie (como el supuesto «principio Dios»), suposición que fue derrumbada gracias a los avances de la psicología (que demolió la pretención de que la inteligencia era un set de «principios» encuadrados en una teoría de categorías a favor de una concepción de la inteligencia más «operativa» y menos «intuitiva»), de las matemáticas (en donde se crearon geometrías no-euclidianas mandando de paseo al otrora «soberano» postulado de las paralelas de Euclides) y de la física (en donde la descripción de los fenómenos cuánticos ha hecho necesaria la abolición, en ese contexto, del principio lógico de exclusión de la tercera posibilidad a favor de lógicas multivalentes que tengan más de 2 valores veritativos).

5) Pretender que el sistema del filósofo Bunge (cuyo sistemático tratado de filosofía básica abarca ocho libros) es obra de un «indocumentado» (a pesar de que Bunge ha dado pruebas de estar bien documentado en filosofía y en ciencias) sólo prueba que el verdadero «galeato» es quién comente la falacia de ataque ad hominem en contra de Bunge y de otros supuestos «jíbaros» que da la casualidad que no son del agrado de Parrilla.

6) Divertido es que Parrilla reconozca que pide el principio, pero que se justifique diciendo que sus petitio principii tienen una mayor «potencia explicativa» que las teorías rivales (pero si pedimos el principio es para mostrar la potencia explicativa de los mismos); pero si sus premisas tienen capacidad explicativa, ¿qué mecanismos describen? ¿A través de qué mecanismo el «principio Dios» hizo el mundo ex nihilo? Al final, las contradicciones entre los dogmas teológicos (Dios creador vs Dios absoluto; Dios infinito vs Dios consciente, etc.) siguen carcomiendo el edificio teológico aunque no sean notas constitutivas de una imposible idea. No menos divertido es que Parrilla nos hable sobre la presunta «superioridad de sus premisas realistas», a pesar de que la única justificación de las mismas sean la repetición ad nauseam del dogma gratuito del «principio Dios ignoto sobre-racional» y citas de la «auctoritas» Gilson o de los «iluminados» profesores de la escuela de la Universidad de Navarra o de Barcelona (los nuevos focos hispanos de la «sabiduría filosófica» que iluminan a las tienieblas de la escolástica degenerada y de la no menos degenerada filosofía moderna) que no son mejores que las premisas antiguas de los silogismos del doctor angélico que se basaban en las supuestas «verdades de la fe» (que se reducían a citas bíblicas y a opiniones de los padres de la Iglesia) y a supuestas verdades de la «luz natural de la razón» (que se reducian a las opiniones de Aristóteles, bautizado como «El Filósofo»), del tipo: «esto es así porque lo dijo El Filósofo en su libro acerca del alma, etc.», que no pasan de ser afirmaciones gratuitas y ad hoc que carecen de toda capacidad demostrativa.

7) En rigor filológico, «esse» no es «existencia», como dice Parrilla, sino que es el verbo latino «ser» y «lo ente» –participio presente de ese verbo– significa «lo que es».

8) Parrilla sigue cometiendo el mismo error que Bueno, ya que secuestra el sintagma «realismo filosófico» (como Bueno hace con «materialismo filosófico») sin tomar en cuenta que:
a) Hay muchas doctrinas gnoseológicas que se declaran realistas, pero que no son de tradición tomista (realismo de Locke, realismo de Diderot, realismo marxista, realismo bungeriano, etc.).

b) Toda doctrina realista es filosófica, porque es meta-científica (aunque se inspire en la metodología científica) y, por eso, el sintagma «realismo filosófico» es tan redundante como «ética filosófica» o «física científica».

9) Para concluir me gustaría señalar que Parrilla, como buen metafísico que es, está preso del –llamado por Carlos Vaz Ferreira– «paralogismo de los metafísicos», que ha afectado a casi toda la filosofía tradicional ya que, como dice el autor del libro Lógica viva, «la gran mayoría de las demostraciones clásicas de las tesis metafísicas son un caso de esta falacia, pues consisten en admitir una tesis y darla por probada con la demostración que la tesis contraria nos lleva a absurdos, a contradicciones, a inconsecuencias o a improbabilidades, sin tener en cuenta que posiblemente las dos tesis están en ese mismo caso»; o sea, dicho en plata, si Parrilla admite la falsa disyuntiva: «Dios es idea o principio» ya produjo el sofisma, ya que una vez que pruebe que una de las tesis es absurda (ej: «Dios es idea») declarará exultante: «luego, Dios es principio», que puede ser tan absurda o falta de sentido como la anterior; o en palabras de Carlos Vaz: «Supongan, pues, ustedes, que se plantea alguna de las proposiciones que encontramos en estos pasajes: “el alma, ¿es negativa o no es negativa?”. La falacia es dejar pasar esta formulación verbal, la de admitir el problema, ¿entienden bien?, sea para sostener o sea para combatir que el alma es negativa; es absolutamente lo mismo: en cuanto el problema se admite, ya el sofisma está producido y no hay salvación lógica posible. Hay que rechazar estos problemas; y hay que acostumbrarse a adquirir una especie de instinto que nos hace sentir la inadecuación verbal, aún antes de empezar a pensar sobre las cuestiones».

Saludos anti-metafísicos a todos.
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