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Sábado, 25 de Febrero de 2012

Pregunta #1. El objeto de la Economía

Siguiendo el orden planteado en la entrada anterior, paso a contestar a la primera pregunta. Pero antes destaco que estoy siguiendo este debate en paralelo en una lista de distribución pública asociada a ARP. Os podéis suscribir aquí para participar o simplemente ver cómo va el debate.

El objeto de la Economía será todo aquello que uno tiene en la cabeza cuando habla de economía, sea capaz de avanzar o no en alguna de esa cosas, pero serán también otros más. Los trueques, los mercados, las subastas, la planificación central, los incentivos a la corrupción, la contribución voluntaria, la valoración de los recursos naturales, las crisis económicas, el análisis coste beneficio de poner un nuevo hospital o un pabellón de deportes,… Todo eso le interesa a la Economía. Intentaré escribir Economía para referirme a la disciplina (ciencia o lo que sea) y economía o sistema económico para referirme a cómo se organizan las decisiones económicas en una sociedad.
La Economía, para referirse a todo lo anterior, se define así:
La Economía es el estudio de la asignación de recursos escasos a fines alternativos.
Pero ¿cómo? ¿no era prevenir crisis? ¿saber si la bolsa subirá? Pues, directamente, no. Si se pueden prevenir crisis o subidas de bolsa, estupendo. Si no llegamos a tanto, pues de eso no deberemos presumir. Pero nos quedan muchas otras cosas que podemos hacer. De esto se hablará en la preguntas 6 y 7.
Todo lo que se decía antes interesa en este estudio y la Economía intentará aclarar si algún mecanismo económico usa mejor los recursos que otro (porque consigue, por ejemplo, los mismos fines con menos recursos o consigue llegar más lejos en los fines con iguales recursos) y que haya unos tipos de crisis con unos mecanismos y otros con otros, le interesará. Obsérvese que los fines no se definen. Cuáles son y cómo ponderarlos si son varios depende de las preferencias de cada cual.
Un ejemplo: si 20 personas quedan para cenar, el gasto por comensal será distinto en la situación en que cada uno paga lo suyo que en la situación en que se divide el total a partes iguales (y esto se sabe antes de pedir, claro). Esta diferencia ¿dice algo acerca de la eficiencia del uso de los recursos de los comensales?
Algunos fines son compartidos (creo) por todos, como el de disminuir la tasa de desempleo, aumentar la renta nacional o disminuir el nivel de desigualdad. Pero incluso en este caso, cada cuál tendrá su manera de ponderar unos y otros (cuánto está dispuesto a renunciar de uno para tener algo más del otro). Otros fines son dispares: a unos les gustará más un tipo de urbanismo que a otros, por ejemplo. Pero todo esto será el tema de la pregunta 10.

Escépticos en el pub

El cartel de hoy:

Promete ser divertido. A las 19:30 en el pub The Irish Corner, en c/ Arturo Soria, 6, Madrid.

Miercoles, 22 de Febrero de 2012

Preguntas para un debate ordenado


1. ¿Hay un objeto susceptible de ser estudiado y que a ese estudio llamemos Economía?
2. En el conjunto de cosas que son ese objeto de estudio. ¿Hay regularidades? ¿Cómo podemos establecerlas? ¿Con qué nivel de precisión? ¿Podemos usar el método científico para encontrarlas?

3. ¿Pueden algunas de esas regularidades ayudarnos a definir leyes más generales?
4. ¿Podemos formular alguna teoría que dé cuenta de esas leyes? ¿Permite esa teoría hacer algún tipo de predicciones? Por ejemplo: ayudar a encontrar más leyes o regularidades, predecir algunos acontecimientos o explicar otras regularidades que no eran parte del núcleo de regularidades que usamos para establecer la teoría.
5. Esa teoría, ¿cumple los mínimos para ser una teoría? Es decir: ¿es no contradictoria, sinóptica, contrastable y con poder de explicación?
(No contradictoria: con la lógica y las matemáticas
sinóptica: navaja de Occam
contrastable: los elementos de la teoría tienen contrapartida con algunos elementos de la realidad
con poder de explicación: debe ser falsable)
(OJO: son mínimos, una teoría puede cumplirlos y ser muy mala: puede ser falsable y falsada)
6. Esa teoría: ¿sirve para algo relevante o es tan poco lo que explica que no debe ser usada para orientar ninguna medida de política económica? Es decir: ¿tiene un grado de fiabilidad suficientemente mayor que otras teorías alternativas y que el no tener ninguna (si es que tal cosa es posible)? ¿se aplica a un número relevante de situaciones económicas o únicamente a unas pocas?
7. Si es relevante para algo: ¿cuál es ese algo?
8. ¿Es suficiente que sea relevante en “ese algo” para llamar ciencia a la Economía?
9. ¿Dentro de “ese algo” podremos decir que hay medidas de política económica más acertadas que otras?
10. Dentro de ese algo ¿hay opciones políticas? ¿Permite la Economía separar la parte, digamos objetivable o técnica, de lo que constituyen divergencias políticas?
11. ¿Cuánto hay dentro de ese algo establecido y cuánto son extrapolaciones a cosas más allá de ese algo? ¿Está aquí el origen de las escuelas económicas?
12. ¿Hay progreso en Economía o está estancada? ¿Cómo progresa? ¿Se han desechado teorías? ¿Hay una manera de corregir errores? ¿Cómo funciona la profesión?
A partir de aquí se abrirían otras preguntas. No son directamente acerca del estatus científico de la Economía, pero serán igualmente interesantes (las planteo para no eludirlas y para separarlas de las anteriores).
13. ¿Cuál es la influencia de la Economía así establecida en la política? ¿Hacen caso los políticos a los economistas? ¿A quienes? ¿A los que investigan? ¿A otros? ¿Hacen caso a medias? ¿Apenas?
14. ¿Podemos separar al economista como investigador del economista como ingeniero social? Sería análoga a la separación entre físicos que intentan establecer las leyes de la Física y los ingenieros que construyen puentes o coches de Fórmula 1. Los economistas pueden también establecer leyes económicas por una parte y diseñar mecanismos económicos por otra.
15. Los mecanismos económicos ¿están realmente diseñados por economistas? ¿en cuánta parte? ¿Un fallo en un mecanismo (un puente que se cae, un mercado que no funciona) invalida las leyes establecidas? ¿Se han olvidado, en el diseño del mecanismo, leyes que se debían tener en cuenta? ¿Es el fallo que no se sabían esas leyes? ¿Que se creía que no se aplicaban? ¿Incompetencia del diseñador, que no usó el estado de conocimientos? ¿Estaba mal la teoría desde el principio y este fallo obliga a cambiarla? ¿Es un problema derivado de que no se prestó suficiente atención a unos hechos económicos?
16. ¿Presumen los economistas (todos, algunos,…) de saber más de lo que saben?
17. ¿Hay magufería en Economía? ¿Cómo detectarla? ¿Nos ayuda todo lo anterior a hacerlo?
Puede haber, claro, más preguntas. Antes de introducir unas nuevas, pensad si no caben en algunos de los puntos, a los que ya llegaremos. De momento, empecemos por las primeras. Tras esperar un tiempo por si hay alguna moción de orden, empezaré a decir algo sobre el punto 1 y me ceñiré a ese orden (o al que salga de la moción de orden). Sé que es tentador hablar de todo a la vez, pero creo que iremos más rápidos si nos ordenamos y tenemos paciencia.
Sábado, 18 de Febrero de 2012

Cómo cargarse el sistema público de pensiones aún sin querer

En un comentario a la entrada anterior decía que una de las cosas más tristes que uno puede presenciar en un discurso intelectual es la defensa de una buena idea con malos argumentos o con malas propuestas. Sucederá fácilmente que el mal argumento se detecte y esto le haga un flaco favor a la buena idea o que la mala propuesta consiga justo lo contrario de lo que se quería. Esto último es lo que le pasa a Vicenç Navarro con su peculiar manera de abordar el tema de las pensiones.
Como ya recogí hace tiempo en otra entrada, Navarro dice:

“El número de trabajadores por pensionista pasará de 2,24 ahora a 1,15 en 2050 (una reducción de menos de la mitad), pero, lo que es más importante, es que en 2050 cada trabajador producirá mucho más del doble de lo que produce un trabajador ahora, con lo cual podrá sostener más del doble de pensionistas que ahora.”

Aquella vez ya señalé que, para determinar qué hacer con las pensiones, hay comparar los efectos de varias propuestas alternativas, no lo que hace una alternativa mañana frente a lo que hace hoy. Esta vez mostraré que encomendarse al aumento de la productividad como solución (o como parte importante de ella) a nuestro problema de las pensiones es un gravísimo error.
Pongamos que ahora un trabajador, cuando se jubila, recibe el 80% de su último salario. Si no se hace nada, cuando un trabajador se jubile en 2050 solo podrá recibir el 40% de su último salario (recordemos que no se ha recaudado ni cotizado nada más para financiar las pensiones). Es muy cierto que el 40% del último sueldo en 2050 será una cantidad mucho mayor que el 80% del último sueldo ahora. Pero como sabemos que a los individuos no les gusta perder tanto poder adquisitivo repentinamente, es fácil prever que mucha gente ahorrará para gastar en el momento de su retiro, y una de las mejores formas de hacerlo será mediante un plan de pensiones privado.
Fiarse a la productividad de esta manera implica deteriorar el sistema de pensiones público basado en el reparto y fomentar el sistema de pensiones privado basado en la capitalización. Paradojas de tener opiniones pseudoeconómicas.

Aquí hay documentación con estudios sobre las pensiones.

Martes, 14 de Febrero de 2012

Buenas y malas cuentas

A raíz de una discusión escéptica sobre Economía, algunos contertulios me instan a que aclare de dónde saco algunas de mis afirmaciones. Por ejemplo, de dónde saco que los bancos prefieren que las hipotecas se paguen en lugar de que se produzca un impago y se quede con el piso. Con esta afirmación intentaba rebatir la idea contraria (que prefieren los impagos) como parte del argumentario de que los bancos están interesados en que haya crisis.

Creo que el contertulio que me planteó la pregunta en realidad estaba más interesado en saber cómo saben lo que saben (o creen saber) los economistas. Señalaré, como cuestión de orden, que siempre me refiero a la Economía como ciencia (o disciplina, si el nombre de ciencia sabe a mucho) según el consenso académico de los economistas que investigan y publican en las revistas de impacto y que se recoge (en parte) en los libros de texto. Lo que diré se refiere a este quehacer de estos economistas, no a si un economista de una empresa, familia o administración pública o internacional toma decisiones correctas.
Los economistas acumulan conocimientos usando:
1. Teorías generales o hipótesis particulares formuladas con el intento de fundamentar y explicar los comportamientos económicos observados.
2. Contrastación empírica de tales teorías e hipótesis.
La contrastación empírica viene de varias fuentes:
  • Los datos históricos de la aplicación de distintas políticas. 
  • Los datos observados sobre las decisiones de consumo, ahorro, inversión,… en individuos, familias y empresas (por ejemplo, la Encuesta de Presupuestos Familiares).
  • Los experimentos de campo que se producen cuando se aplica un programa piloto sobre una medida económica. Se llaman experimentos porque suelen permitir comparar el comportamiento del grupo de individuos a los que se aplica la medida con otro semejante al que no se aplica y sirve de control. Por ejemplo, se aplica un sistema de bono escolar en una provincia y no en otra similar.
  • Los experimentos de laboratorio en los que varios participantes simulan decisiones económicas.
  • Las simulaciones de modelos econométricos calibrados a los parámetros de un país y que intentan prever los efectos de algunas políticas económicas.

A los que se muestran escépticos sobre si los economistas saben tomar bien los datos les reconfortará saber que han desarrollado toda una rama de la Estadística (con ayuda de estadísticos y matemáticos) para prevenir todo tipo de posibles sesgos: la Econometría.

Es bastante fácil de responder a la cuestión que abría la entrada, no hace falta matar moscas a cañonazos. Basta ver que cuando una hipoteca se paga el cobra todos los intereses del préstamo. Cuando se produce un impago, cobrará solo los intereses hasta la fecha del embargo de la casa (más los de demora por las cantidades debidas hasta ese momento). De la venta de la casa solo se quedará, como mucho, con la parte que haga frente a estos intereses no pagados más el remanente del préstamo sin amortizar y del que no sacará intereses. Digo “como mucho” porque nunca se puede quedar con más, si la venta de la casa genera más que la deuda, el resto va al titular de la hipoteca. Si la venta no da para pagar la deuda, puede no haber nada más que embargar para cobrar el resto. También podemos ir a los balances de los bancos y ver qué rendimiento le sacan a un préstamo hipotecario que se paga y qué rendimiento a uno que acaba en embargo y cuánto puede aumentar el negocio en cada una de estas dos posibilidades.
Frente a esta manera de obtener datos y hacer afirmaciones hay siempre alguien que hace las cosas mal. Por ejemplo, Vicenç Navarro asegura en su libro Hay Alternativas que si España tuviera el tamaño del estado de Suecia (proporcionalmente hablando, claro). Su único argumento es este:

“Si España, que en estos momentos tiene un 9 por ciento de su población empleada en estos servicios, tuviera el porcentaje que tiene Suecia (25 por ciento), tendría como poco 5 millones de puestos de trabajo más de los que tiene ahora, cifra que es superior, por cierto, al número de desempleados actual, lo que significa que el desempleo no existiría en España.” (pag. 95)

Navarro no tiene en cuenta nada más, por ejemplo que si el Estado Español se hiciera cargo de (casi) toda la sanidad y educación del país, muchos, muchísimos de los puestos nuevos que tendría el sector público serían puestos que habría quitado al sector privado, por poner solo un ejemplo. Es una opción, pero hay que hacerse bien las cuentas. Y todo eso sin hablar del nivel de riqueza de Suecia, que se puede permitir más cosas que España, o de su mucha menor corrupción y mayor eficiencia en la cosa pública.
Domingo, 12 de Febrero de 2012

¿Hay observación sin teoría?

Hubo intentos epistemológicos para contestar esta pregunta en afirmativo. La ciencia sería una tabla rasa en la que se irían anotando las observaciones para luego construir una teoría. Hoy en día se tiende a pensar que la respuesta es negativa. Cuando, por ejemplo, anotamos la velocidad de desplazamiento de una partícula, anotamos también las condiciones del medio, como humedad y temperatura, pero no anotamos otras, como el tamaño del laboratorio o el color del pelo del asistente de investigación. Esto es porque nuestra teoría descarta que estos últimos elementos influyan en la velocidad de la partícula.
Es más, la verosimilitud del dato experimental, la medida en que nos ratifica o refuta la hipótesis, depende del grado de aceptación a priori de esa hipótesis o de la teoría en que se enmarca. Por ejemplo, si mi creencia a priori es que en tal sitio solo llueve un día de cada 10, el caso que haré a una señal de que va a llover (un informe meteorológico con su margen de error, por ejemplo) en ese lugar será distinta de la que haré a esa misma señal en un lugar donde creo que llueve 90 días de cada 100. En el primer caso dudaré mucho de que la señal quiera decir que, efectivamente, lloverá mañana, mientras que en el segundo caso mi confianza pasará del 90% a un número mucho más cercano a 100.
Muy bien. Aceptemos que no hay observación si teoría. ¿Qué quiere decir esto? ¿Que no es posible la investigación objetiva? ¿Que no tenemos seguridad de que nuestras teorías sean ciertas? ¿Que podemos tener dos teorías distintas pero igual de ciertas?
Ilustremos esto último con el siguiente diálogo:
-Oye, Zorba, ¿es verdad que los griegos para decir “sí” decís “nai”?
-Nai.
-¡Ya sabía yo que no podía ser!
Hay dos teorías sobre el significado de “nai”, y según sea la creencia a priori, así se interpretará la contestación de Zorba. Así, pues, parece que es posible tener dos teorías contradictorias sin poder dilucidar si una es mejor que la otra basándonos en los datos, pues se interpretarán según la teoría.
Pero si seguimos hablando con Zorba terminaremos aprendiendo algo de griego y, finalmente, sabremos el significado de “nai”. Hasta ahora no ha ocurrido que un explorador crea haber aprendido el idioma del nativo y esté tan equivocado en su creencia que cuando cree estar hablando de la caza de rinocerontes, en realidad está hablando de lo desdentada que está la abuela del nativo.
Ahora juzguemos si las teorías científicas se parecen más al escueto diálogo del ejemplo o a una interacción más constante como la del explorador. Ciertamente no podremos demostrar al 100% que nuestra teoría no está equivocada. Ninguna lo pretende y, por otra parte, es algo que epistemológicamente ya sabíamos imposible. Es más, el insistir en “no hay observación sin teoría” no nos aporta demasiado a nuestra lista de cuidados del método científico, que incluye la valoración de hipótesis alternativas, por ejemplo.
La situación tiene incluso su formulación matemática en la estadística moderna. Hay dos maneras de hacer inferencia estadística, la clásica y la bayesiana. La clásica hace sus inferencias ateniéndose solo a los datos. La bayesiana parte de hipótesis previas que va cambiando según vengan los datos. Es más, la bayesiana dice que la clásica, por mucho que quiera, siempre hace alguna hipótesis. Los clásicos creen que los bayesianos complican sin necesidad la inferencia estadística.
Al final da bastante igual porque hace tiempo que se ha demostrado que ambas maneras de hacer inferencia dan los mismos resultados cuando el número de observaciones no es demasiado pequeño. Es más, esto es cierto para cualquier hipótesis de partida que se trajera según la visión bayesiana.
Es decir, tenemos un modelo en que se explica cómo puede haber avances aún aceptando eso de que no hay observación sin teoría y no tenemos ningún caso, salvo los triviales como el diálogo de arriba, en el que ocurra que dos teorías distintas nos dan distintas visiones de la realidad que sean igualmente concordantes con los datos. Si son distintas, una hará unas predicciones y otra, otras. No hemos observado que haya teorías que hagan distintas predicciones y que cada una vea ratificadas sus hipótesis, justamente por la diferente valoración de los resultados de las predicciones. Si dos teorías son distintas solo en la parte no observable, no son distintas en ningún sentido importante.
Jueves, 9 de Febrero de 2012

Odiosa comparación (3)

Esta vez (aquí y aquí las otras) se trata de los puentes transbordadores que quedan en el mundo. El de Bizkaia se suele llamar puente colgante. Aunque toda su vida había sido negro o gris, hace poco lo han pintado del color rojizo del mineral de hierro de Somorrostro. Como él, quedan otros siete, incluido el de Osten, que es casi de juguete (ocho si contamos el de Duluth, Minnesota, que dejó de ser trasbordador para ser levadizo). Se construyeron otros 10 que se han demolido y se comenzó a construir uno más que se desguazó antes de ser acabado.
¿Es o no es el más elegante?

Puente de Bizkaia, Portugalete-Getxo, País Vasco, 1893, en uso. Patrimonio de la Humanidad desde 2006.

Warrington Transporter Bridge, Warrington, Inglaterra, 1916, sin uso.

Middlesbrough Transporter Bridge, Middlesbrough, Inglaterra, 1911, en uso si no hay vientos fuertes.

Newport Transporter Bridge, Newport, Gales, 1906, en uso.

Puente Transbordador de Osten, Osten, Alemania, 1909, uso turístico.

Puente Transbordador de Avellaneda, Buenos Aires, Argentina, 1914, sin uso.

Rendsburg High Bridge, Rendsburg, Alemania, 1913, en uso.

Rochefort-Martrou Transporter Bridge, Rochefort, Francia, 1900, en uso durante el verano.

Domingo, 5 de Febrero de 2012

Epistemología ¿para qué?

La respuesta a cómo conocemos la realidad tiene, hace tiempo, una respuesta, que es el método científico. No es que sea la única manera, puesto que, sin ciencia, algo también conocemos de ella, sino que es la mejor manera, en el sentido que es la que ofrece más y mejores resultados. La ciencia, claro, no resuelve problemas morales o de gustos, aunque pueda aportar un par de ayudas. La primera es sobre el origen (evolutivo, social,…) de nuestras preferencias en esos temas y la segunda es sobre la coherencia interna de algunos sistemas de preferencias.
Todo eso está muy bien, pero los filósofos y los científicos quieren también poner orden en su quehacer y quieren reflexionar sobre cómo es posible ese conocimiento, si tiene unos límites, si algunos tipos de conocimiento tienen una base más sólida que otros o si el estatus de las leyes en una disciplina es distinto que en otra, por poner unos ejemplos.
A estas últimas inquietudes está dedicada la epistemología. Una de las primeras cosas que uno aprende es que ningún conocimiento, salvo la existencia propia (e incluso esta puede no ser del tipo que la imaginamos), es fiable al 100%. La parte empírica puede ser un engaño de los sentidos y no hay lógica que pueda demostrar que las cosas no se comportan de manera distinta cuando no las miramos. Eso, y el que lo que vemos de la realidad puede ser muy distinto de la realidad. La sensación de color no es una longitud de onda, ni la sensación de solidez de un objeto es una fuerza eléctrica repulsiva. La parte lógica, con las demostraciones de la lógica y las matemáticas, tampoco es demostrable lógicamente. Un demonio puede meterse en nuestro cerebro para hacernos sentir la sensación de “correcto” cada vez que damos un paso en una demostración.
Lo anterior no es ninguna reflexión científica profunda, sino un toque de atención de Pero Grullo para poder hacer lo que sí es la buena epistemología. Una vez que nada es 100% fiable, ¿qué hacemos? ¿podemos decir algo acerca de las inquietudes con las que plantábamos la querencia de una epistemología?
Antes que nada habrá que plantearse cómo podemos evaluar si avanzamos o no en nuestra epistemología. La respuesta no puede ser: si demostramos al 100% que es lo correcto, porque ya sabemos que eso no puede ser. La respuesta tampoco puede ser: como nada es 100% correcto, todo vale y no podemos defender una postura frente a otra y solo queda no hacer nada. Habrá grados de aceptación. Habrá, tal vez, posturas epistemológicas que surjan de las evidencias que acumulamos y otras que requieran complicaciones innecesarias.
Una epistemología será mejor que otra si es capaz de encontrar distinciones relevantes. He aquí una lista con varios ejemplos de cuestiones que, en la medida que se contesten total o parcialmente por una epistemología, servirá para evaluarla y preferirla o no a otra:
-¿Hay una diferencia entre la lógica y las matemáticas, por un lado, y las ciencias empíricas, por otro?
-¿Qué se puede decir sobre el problema de la realidad exterior y de las otras mentes?
-¿Hay una diferencia de estatus entre las leyes de unas ciencias y otras?
-¿Por qué unas ciencias parecen avanzar más que otras?
-¿Qué conceptos se aplican a los modelos (a las teorías científicas) y qué conceptos a la realidad?
-Un mismo concepto, ¿tiene significados distintos según se aplique al modelo o a la realidad -por ejemplo, el concepto de existencia-?
-¿Cómo quedan ordenados los cuidados del método científico?
La epistemología que llevo planteando en este blog y en numerosas discusiones en otros, se puede evaluar en estos términos. Otros contertulios proponen epistemologías que no solo no se sabe qué hacen, sino que cuando les pregunto qué quieren hacer se abstienen de contestar, cuando les propongo un plan para ver en qué avanza cada posición me tachan de querer imponer ya una epistemología y cuando les señalo que su epistemología no parece estar dando cuenta de nada contestan que ya pero que qué se la va a hacer, que la mía tampoco da cuenta de nada al 100%.
Si alguien cree que exagero, esta discusión ilustra muy bien lo que señalo.
Domingo, 29 de Enero de 2012

Extrañas finanzas en el primer ESkepticamp


Una constante en el terreno de la pseudociencia es encontrarse a autores que creen haber encontrado un error garrafal en la ciencia oficial que se mantiene por ignorancia, porque nadie ha querido cuestionar un dogma o por encubrimiento conspirativo por razones inconfesables.

En el primer eskepticamp de Madrid, Vicente Álvarez vino a hablar de su libro, la primicia mundial que resolvía las paradojas de las matemáticas financieras y que venía a luchar contra los dogmas (su expresión) admitidos hasta la fecha. Hablaré sólo del cálculo de la tasa interna de retorno de una inversión. Las matemáticas son un poco tediosas, así que solo pondré unos ejemplos sencillos.

Si uno invierte 1.000 euros hoy y el año que viene esa inversión le producen 1.100 euros, la tasa de retorno será del 10%. Otra forma de verlo es que si los 1.100 euros se actualizan al 10% (se dividen entre 1+10/100 o, lo que es igual, entre 1,1), el resultado son los 1.000 euros de la inversión inicial. El problema surge cuando la inversión nos da algo más complicado, como por ejemplo 500 euros el año próximo y 700 el siguiente. La TIR se calculará como el número que actualiza los 500 euros a un año y los 700 a dos años para que se igualen a los 1.000 de la inversión.

Todo esto se puede complicar más, como que haya flujos positivos y negativos durante largos periodos de tiempo. Son básicamente dos los problemas, uno es que una TIR alta es buena para los flujos positivos, pero es mala para los negativos. Otro es que la manera de encontrar la TIR requiere resolver una ecuación polinómica, que en general da varias soluciones, así que hay que tener un poco de cuidado para saber cuál es la solución buena y cómo se usa. Todo esto se explica en los libros de matemáticas financieras.

Vicente Álvarez, sin embargo, nos dice que todo esto es paradójico y nos ofrece su fórmula correcta para deshacer la paradoja. Su método es sumar todos los flujos positivos por una parte y los negativos por otra. Se dividen los primeros entre los segundos (sin el signo negativo) y eso nos da la tasa. Si los negativos (las inversiones, digamos) son 1.000 este año y los positivos son 100 el próximo año, cero los siguientes cuatro años y 1.200 el sexto año, la tasa será 1.300/1.000 = 1,3 (un 30%).

El lector avisado se habrá dado cuenta de dos cosas. Primero, que este método no distingue si los flujos de renta han ocurrido en seis o en veinte años. Esto es grave, pero que se podría corregir fácilmente (por ejemplo, dividiendo ese 30% entre el número de años). Lo más grave es que una tasa así calculada no distingue entre el caso expuesto y el que intercambiara los pagos 100 y 1.200. Es decir, en vez de recibir 100 dentro de un año y 1.200 dentro de seis se recibirían 1.200 dentro de un año y 100 dentro de seis. Claramente esto último es mejor, pero tal cosa le es ajena a la propuesta de Vicente Álvarez.

Las matemáticas de Vicente Álvarez no están mal, en el sentido que hace bien los cálculos. Simplemente su modelo no hace lo que quiere hacer. Pretendiendo resolver unos problemas, por otra parte ya resueltos, nos propone una solución que es todavía peor. No es de extrañar que su resultado se publique en un libro editado por una editorial que solo ha editado ese libro en lugar de en una de las mejores revistas académicas de finanzas.
Viernes, 27 de Enero de 2012

El precio del billete del metro

En Madrid ha habido una polémica campaña de publicidad sobre el precio del billete del metro. En los carteles se establecía una comparación entre el precio del billete sencillo en varias capitales. La crítica venía de tres partes. Por una, se dan los datos de las ciudades con billetes más caros, cuando hay otras con billetes más baratos. Por otra, se comparan servicios distintos (redes más o menos tupidas y billetes con distintos usos). La tercera se refiere a no considerar que, tal vez, esos países con billetes más caros tienen también salarios mayores.
No voy entrar en esas polémicas, que puede uno ver discutidas en otros sitios, pero sí que usaré el ejemplo para discutir un par de cosas.
Primera: ¿Cómo de relevante son los salarios para decir si el billete de metro es caro o barato? Parece extendida la idea de que si en España los salarios son, digamos, un 80% de cómo son en otro país, los precios de las cosas también tienen que ser un 80% de lo que son en ese otro país.
No es así. Si España es más pobre que otros países no puede ser que se pueda acceder a las mismas prestaciones que en otros países. Si somos un 80% más pobres que otros, tendremos acceso a un 80% de lo que acceden los otros. No hay tutía. Acaso los bienes y servicios que sean intensivos en trabajo y que no sean fácilmente exportables serán más baratos, pero aquellos que sean intensivos en capital o que sean fácilmente exportables tendrán un precio bastante homogéneo entre países.
Segunda: ¿Y el caso del metro? Es poco exportable y es intensivo en capital y energía. Me temo que ninguna comparación de billetes dice mucho. Un buen análisis debe empezar por mostrar cuánto logra descongestionar la ciudad y a qué coste y qué otras alternativas hay. Si Londres consigue descongestionar su centro imponiendo un pago por entrar a él, el precio del metro puede muy bien reflejar su coste real, porque la descongestión recae sobre esa otra medida. Si en Madrid no nos atrevemos a cobrar por entrar al interior de la M-30 o a hacer el combustible más caro, pues el metro tendrá que hacer el trabajo de descongestión que no se hace con otras medidas. El que sea más barato tal vez sólo sea indicación de que estamos subvencionando mucho el transporte público porque el privado lo seguimos haciendo más apetecible de lo que debería ser.
Sábado, 21 de Enero de 2012

La economía de la discriminación (11)

Uno de los campos de batalla de las acciones positivas está en las ocupaciones que requieren una cierta educación. En estas ocupaciones los empleadores son más sensibles a las diferencias en productividad y, al mismo tiempo, son precisamente en estos empleos donde las ganancias potenciales para los grupos protegidos son mayores. Los primeros estudios antes mencionados sugieren que los empleadores cumplieron sus objetivos de acción positiva empleando más trabajadores de los grupos protegidos en puestos que no requerían ninguna especialización. Incluso si la oferta de trabajadores de los grupos protegidos con capacidad para desempeñar puestos más altos es limitada y fija durante el periodo de tiempo considerado, debería haberse observado un cierto trasvase de estos trabajadores desde el sector no afectado al afectado.
La presunción a largo plazo de las políticas de acción positiva es que los individuos de los grupos protegidos tendrán más oportunidades de promoción a puestos de más categoría al haberse conseguido una representación mayor en los puestos inferiores. Leonard muestra que, al incluir los datos de la segunda mitad de los 70’s, de hecho se observa un aumento en este sentido. Controlando por las variables adecuadas, Leonard concluye que los programas de acción positiva afectan a todos los niveles de educación y que funcionan mejor cuando su aplicación está acompañada de una buena inspección, cuando se implementan junto con otras políticas para aumentar la especialización de los individuos del grupo protegido y cuando se aplican a empresas en crecimiento. En el mismo trabajo se encuentra que, a pesar de que el establecimiento de objetivos en lugar de cuotas estrictas compromete menos a los empleadores, estos constituyen uno de los mejores indicadores de la composición demográfica de los subsecuentes contratos en las empresas que prevén un crecimiento. Esto ocurre incluso cuando este crecimiento había sido sobreestimado en la redacción de los objetivos.
A partir de 1980, las acciones positivas en los sectores anteriores dejaron de ser una realidad a pesar de que permanecían en el papel (de hecho se aumentaron las inspecciones, pero a fuerza de hacerlas superficiales e inefectivas). Entre 1980 y 1984 el empleo femenino y de minorías creció más despacio en el sector afectado que en el de control, como si los empleadores estuvieran volviendo a la senda de crecimiento de la que habían salido por la aplicación más efectiva de las políticas en los años anteriores. Las acciones positivas pretenden dar a aquéllos en los grupos discriminados una oportunidad de mostrar sus capacidades, y así romper las barreras basadas en prejuicios. En este modelo, las acciones positivas deberían tener repercusiones a largo plazo, incluso tras el abandono de estas políticas. La evidencia en los Estados Unidos sugiere tres posibilidades: (i) Las políticas de acción positiva resultaron en una discriminación hacia los hombres blancos, (ii) el tiempo de duración fue excesivamente corto como para contrarrestar una discriminación que dura generaciones o bien, (iii) que a pesar de que los empleadores hubieran podido aprender las verdaderas capacidades de los grupos discriminados, continúan manifestando unas preferencias contrarias a estos grupos y que están dispuestos a mantener incluso a fuerza de perder oportunidades de contratar a buenos empleados. Un último trabajo, Leonard muestra que no se apreció un descenso en la productividad en el sector afectado, por lo que la posibilidad (i) no tiene base para sustentarse. De todas maneras esta última conclusión se basa en medidas no muy precisas de la productividad.
Finalmente, Leonard estudia los objetivos reales de los programas de acción positiva. A pesar de que el objetivo declarado sea la lucha contra la discriminación, ése no tiene por qué ser el objetivo alcanzado con su puesta en práctica. Un objetivo alternativo es la simple redistribución de trabajos y renta hacia estos grupos. Si el objetivo fuera este último se producirían dos implicaciones contrastables. La primera es que no se ejercería especial presión en empresas con pocas mujeres o empleados pertenecientes a minorías. La segunda es que la mayor presión se estaría ejerciendo en los segmentos del mercado de trabajo donde la oferta es relativamente inelástica, lo que implica más inspecciones en empresas intensivas en empleo más especializado. Leonard sugiere que los datos apoyan la segunda hipótesis como objetivo efectivo de la acción positiva tal como se llevó a cabo en esa época.
Viernes, 20 de Enero de 2012

La economía de la discriminación (10)

He dejado algo descuidada la serie sobre discriminación económica. Después de poner sobre la mesa unas cuantas hipótesis (con su modelo teórico coherente) sobre las causas de la discriminación en el trabajo, lo suyo era, y es, saber algo de lo que dice la empiria. En particular, me centraré en las políticas de discriminación positiva. Si alguien quiere opinar acerca de este tema, deberá (i) no decir que son a priori buenas o malas, puesto que hemos visto razones lógicas por las que podrían ser ambas cosas y (ii) estar a lo que digan los datos.
A pesar de la controversia que generan las políticas de acción positiva allí donde se propone su aplicación, son pocos los estudios serios sobre su validez para conseguir los objetivos antidiscriminatorios que pretenden. Los detractores basan sus argumentos en que los individuos del colectivo discriminado al que se pretende apoyar encontrarán menos atractiva su preparación al estar su promoción basada más en su pertenencia a ese colectivo que en la inversión en capital humano que haya podido realizar. Si este comportamiento prevalece, no sólo se producirá una asignación ineficiente de recursos en el mercado, sino que inducirá un empeoramiento en la preparación del colectivo que se pretende favorecer, con la consiguiente pérdida adicional de imagen de este grupo.
Con cierta frecuencia se oyen opiniones contrarias manifestadas por miembros del colectivo cuya participación se promueve y que alegan la dignidad de no recibir favores motivados por la mala conciencia del colectivo tradicionalmente más favorecido. A pesar de no estar formuladas en los términos económicos anteriores, inciden en las consecuencias negativas referentes a la desmotivación de los afectados. A favor de este tipo de acciones se encuentran quienes creen que la acción positiva supondrá un beneficio adicional para los individuos del grupo discriminado y puede servir para contrarrestar el coste añadido que sufren debido a los prejuicios discriminatorios o a la falta de información que se tiene sobre el grupo. Finalmente, existe el argumento, tal vez más usado, de favorecer estas medidas simplemente por razones igualitaristas.
El país occidental donde antes se han aprobado estas políticas y donde más literatura sobre ellas se ha generado es Estados Unidos, donde se vienen promoviendo con desigual intensidad desde principios de los 70’s. Los pocos trabajos sobre su efecto en la primera época de implantación muestran que, a pesar de la casi nula presión que sentían las empresas para llevar a cabo los objetivos propuestos, se produjo una ligera mejora en la participación de los negros en los sectores afectados por las políticas (empresas que contratan con el sector público).
En diversos trabajos, J. Leonard (uno, dos, tres y cuatro) estudia de manera más sistemática y durante períodos más amplios los efectos de las políticas de acción positiva, desagregando por raza y sexo. Para analizar este efecto sugiere comparar el crecimiento del empleo de minorías y de mujeres en el sector con obligaciones o incentivos para participar en las políticas de acción positiva con el crecimiento en empresas similares sin participación en el programa.
Los resultados para el periodo 1974-1980 muestran que el crecimiento en el empleo de los grupos discriminados en el sector objeto de las políticas fue mayor que en el sector de control, con mayor incidencia entre las mujeres de raza negra (cuya participación es un 2,13% mayor debida a estas políticas) y los hombres de este mismo grupo (un 0,84%). En siguientes entradas veremos qué efectos se han encontrado sobre la productividad.
Domingo, 15 de Enero de 2012

¿Es la Economía una ciencia?

En su día defendí la ciencia como la actividad y el cúmulo de conocimientos que se siguen de aceptar el método científico, y éste como una lista de cuidados.

Entonces, la pregunta pertinente es si los economistas van avanzando en su ciencia usando todos los cuidados posibles. La Economía, tal como se practica en el ámbito académico y de investigación, efectivamente, reúne a profesionales que se adscriben a la idea de elaborar los estudios con el mayor cuidado posible. No es que todos los trabajos se hagan de la mejor manera posible, sino que se acepta que se critiquen las carencias y se exijan mejoras si en la revisión entre pares se exigen. Como en otras ciencia, los economistas no aceptan porque sí el estado de la disciplina, las nuevas generaciones proponen nuevos modelos, nuevos métodos, recaban más datos y, a veces, cambian la manera en la que se entendía un problema económico.
Las revistas académicas en economía se rigen por los mismos principios que las de Física, por poner solo un ejemplo. Los trabajos teóricos se publican si muestran coherencia y si suponen un avance de ser ciertos. No se aceptarán hasta que no estén avalados por más estudios, entre ellos los empíricos que los validen. Hay, en cada época, ideas dominantes, pero ninguna revista está cerrada a otras ideas mientras sean prometedoras y se expresen con suficiente rigor como para poder ser confrontadas. En las mejores revistas se han publicado ideas económicas de economistas de muy distintas escuelas, pero sobre escuelas hablaremos más adelante.
Ha habido avance en el entendimiento de la Economía. Desde los tiempos de la economía neoclásica se han incorporado aportaciones sobre cómo conducir la macroeconomía con los estabilizadores automáticos, sobre la conveniencia de tener bancos centrales separados del gobierno, algo se ha aprendido de los estímulos fiscales y de la política monetaria, la incorporación de las expectativas racionales tras el fracaso del keynesianismo dominante a la hora de explicar la estanflación de los final de los setenta (algo le pasará también a las expectativas racionales al no explicar las burbujas), el desarrollo de la teoría de los juegos y de la economía de la información. Hoy en día se está estudiando la economía del comportamiento con la esperanza de que, conociendo si hay desviaciones sistemáticas del comportamiento racional, podemos proponer mejores medidas de política económica (hasta ahora los frutos de estos estudios parecen restringirse a dar “empujoncitos” en la conducta individual).
El avance ha permitido, no solo entender la importancia de los mercados y de la credibilidad de las instituciones públicas, sino diseñar mecanismos que antes no existían, como algunos tipos de subasta, los mercados de emisiones o algunos tipos de contrato de trabajo o de seguros. Algunas veces los políticos escuchan, como en la sugerencia de introducir competencia en el transporte aéreo y en las telecomunicaciones, pero en otras ocasiones no, como en la reticencia a dejar de subvencionar actividades ruinosas y sin futuro o en empeñarse en mantener subvenciones a la compra devivienda tras la experiencia de una burbuja inmobiliaria.
Se han producido otros avances en la recopilación de datos, se ha sugerido mantener distintas bases de datos que son útiles a los investigadores, se han elaborado mejores técnicas econométricas y se han aprovechado los avances informáticos para realizar mejores simulaciones del comportamiento de la economía (fuera de los tiempos de crisis, en que por definición los parámetros de los modelos cambian demasiado).
El avance no ha permitido predecir crisis (tampoco nunca se ha presumido de poder hacerlo), pero ha permitido saber algo acerca de ellas. Por ejemplo, que aumentar el gasto público con la esperanza de expandir la demanda financiándolo con deuda a altos intereses es suicida. Durante décadas hemos visto a países asfixiados por la deuda. La culpa no es el gasto público de por sí, sino el derroche y la financiación con deuda a altos intereses. En vista de los derroches pasados, el FMI, en su famoso consenso de Washington, pedía a los países mucha contención en el gasto. Hubo países que desoyeron estos consejos, pero que fueron capaces de contener el derroche y realizar gasto público productivo sin endeudarse, financiándose con impuestos. Bien por ellos, y toque de atención al FMI para que aprendan a valorar estas nuevas posibilidades.
Hay avance, hay ideas que quedan obsoletas o que se mejoran, hay un continuo interés en cotejar los modelos con la realidad, hay errores y hay un sistema de confrontación de ideas para intentar corregirlos. Hay economistas que simpatizan con partidos de izquierda y de derecha que pueden entenderse entre ellos sin problema porque comparten un método y una ambición por saber cuál puede ser el mejor diagnóstico de un problema y cuál su mejor solución. En los seminarios da exactamente igual la afiliación política, solo importan las aportaciones avaladas por el buen hacer económico. Hay ciencia.

Miercoles, 11 de Enero de 2012

Reivindicación de Malthus

Malthus y sus ideas sobre la población han sido acusadas tanto de geniales como de disparatadas, con la curiosa circunstancia de que ambas calificaciones podían provenir de cualquier parte del espectro político o científico. ¿Es el modelo malthusiano sobre la población ciencia o pseudociencia?

Probablemente la idea más importante de Malthus es la que dice que la población, sin controles artificiales, crece más rápidamente que los alimentos y que, por tanto, en ausencia de control de natalidad, la población estará sujeta a que sean los límites de los alimentos la causa de su control, típicamente por hambre y enfermedades, pero también por guerras.

Vayamos por partes. ¿Es cierto que, en ausencia de control de natalidad, la población crece? Sí y no. Es cierto que nacen más hijos de los que podrán sobrevivir hasta la edad de procreación. Hasta las épocas modernas en las que se aplican controles de natalidad, el número de hijos promedio era muy superior al necesario para mantener el nivel de población (un número ligeramente superior a 2). La mortalidad infantil hacía el resto.

Sin control de natalidad no pueden sobrevivir todos los hijos nacidos, puesto que esto implicaría una tasa de crecimiento exponencial. En cada generación se multiplicaría la población según esa tasa de crecimiento, y ya sabemos que en un mundo finito esto es imposible y, en particular, si no salimos del planeta Tierra, el crecimiento se topará con la finitud muy pronto. La población podrá crecer hasta un límite.

La pregunta que a uno le viene enseguida a la mente como consecuencia de la observación anterior es cuál es ese límite. Sin embargo esta no es la mejor manera de enfocar el problema. Ese límite, recordemos, lo hemos deducido en el supuesto de que sobrevivieran todos los hijos durante todo el periodo hasta llegar al límite, cosa que no ocurre. El límite solo nos sirve para deducir que no todos los hijos pueden sobrevivir en cada generación y en ausencia de control de natalidad. La pregunta interesante es de qué manera no sobreviven todos los hijos.

Si nos obcecamos con el límite fácilmente deducimos que la humanidad irá creciendo sin aparentes problemas hasta que llega un momento en que ocurre un desastre: una gran hambruna o una gran guerra, por ejemplo. Pero no tiene por qué ser así, pueden morirse muchos hijos en cada generación, de manera que el crecimiento de la población sea mayor o menor hasta llegar a un estadio en que no crece más. No tiene por qué haber una gran catástrofe al final del crecimiento, sino pequeñas desgracias en muchas familias de cada generación.

Parece que las críticas se centraban en la primera visión, que era la que tenía Malthus. Pero eso, para la cuestión central, es un aspecto secundario. No es que no sea importante, sino que la afirmación sobre el implacable control natural de la población mediante la muerte por falta de recursos prevalecerá si no hay el control de natalidad. No hay otra posibilidad sin salirnos del planeta.

Hay todavía más críticas también secundarias a esta idea principal, como que, a corto plazo, todavía podemos crecer más gracias a las mejoras en la producción de alimentos o que uno puede usar el argumento de Malthus para, cayendo en falacia naturalista, justificar las guerras o la explotación de los pobres.
Domingo, 8 de Enero de 2012

Televisiones públicas

En el debate sobre la televisión pública y su financiación echo de menos que se hable de lo que creo es más importante (casi lo único importante): qué ofrece la televisión pública que no ofrezca la televisión privada. Solo así estaremos en condiciones de ponderar si merece la pena o no lo que nos cuesta.
He aquí algunas cosas que se me ocurre que podrían hacer:
-En las autonomías con lengua propia, ofrecer un servicio de normalización lingüística que aprovecha un tanto por cierto de la población.
-Informativos y debates menos sesgados que las privadas.
-Programas de más calidad que las privadas.
Ahora veamos la programación de las televisiones púbicas y evaluemos si ofrecen eso. Yo veo la programación de TVE1, por ejemplo, y apenas encuentro nada de lo anterior. Sí ofrece informativos y debates menos sesgados que la media de las privadas, pero programas de más calidad que lo que se encuentra en las privadas, poco. Hay en la programación películas, series y eventos deportivos que podrían darse en cualquier canal. El espacio que ocupan los documentales y programas culturales es escaso. Lo último que he visto son partes del especial de nochevieja y no había nada que no se pudiera ver en cualquier otro canal. La misma música de siempre, como servicio público podría haber mostrado algo más de variedad en la música, alguna canción en catalán, qué sé yo, pero ni por asomo.
TVE2 ofrece programas más especiales, música, documentales, alguna cosa cultural, muy poca ciencia, pero con menor audiencia (y también menos coste).
TVE internacional ofrece un servicio a los españoles fuera de España, pero su programación (al menos cuando la he visto en el pasado) es de llorar.
RNE1 ofrece alguna tertulia que otra menos sesgada, por lo demás, no hay apenas nada que no se encuentre en las demás emisoras.
RNE2 y RNE3 son una bendición de emisoras. Seguramente a coste muy bajo, aunque con baja audiencia también.
Creo que la orquesta de la radio y televisión públicas también está en los presupuestos que se manejan cuando se habla de la financiación.
Todo lo anterior (más algunos canales y emisoras más) por 1.200 millones de euros (antes del recorte a 1.000, que no sabemos qué programación nos traerá), es decir, 26 euros al año por habitante.
En Telemadrid, la otra pública a la que tengo acceso, los informativos y debates son más sesgados que los de las privadas, mientras que el resto de la programación es completamente indistinguible de la que se encuentra en cualquier otro sitio. Creo que anda por los 169 millones de gasto al año (no sé si de presupuesto), también 26 euros al año por habitante.
En total, un madrileño paga 56 euros al año por sus televisiones públicas. Un hogar de cuatro miembros estará pagando, de media, unos 224 euros al año.
¿Algo más? ¿Merece la pena?
Jueves, 5 de Enero de 2012

Tratamientos no públicos

A cuenta de las cosas de Iñaki Urdangarin se habla de “los duques de Palma”. Cuando la boda de Cayetana Fitz-James apenas se la oía o leía llamar de otra manera que no fuera “duquesa de Alba”. No son los únicos tratamientos de índole exclusiva de una organización privada que tendemos a usar como si fueran o bien títulos oficiales o nombres artísticos. No son lo primero y tampoco creo que los aludidos entiendan esas denominaciones como lo segundo. Teresa Sánchez no firmó sus libros como Santa Teresa de Jesús. Como pseudónimo es más correcto el de Teresa de Ávila, sin incluir títulos privados.
Si yo formo un club en el que los miembros nos hacemos llamar “insignes”, no puedo esperar que el resto de la humanidad se dirija a mí usando ese tratamiento. Ni siquiera insisto en que se me llame doctor y se me trate de usía (lo primero es un título oficial, lo segundo es el tratamiento que creo corresponde a los profesores universitarios, o, por lo menos, así nos llama el Rector en los actos académicos a los que acudimos con la toga). Sin embargo noto miradas de reprobación cuando me dirijo a una monja por su nombre, sin el sor delante.
Propongo poner las cosas en su sitio y no usar esos títulos privados para llamar a gente que tiene su nombre y apellidos, como todos. Fuera, pues, obispos, santos, marqueses y condes, que no significan nada fuera de su club. Para duque, el de la imagen.
Domingo, 1 de Enero de 2012

Feliz año nuevo

Feliz 2012, si es que hay alguien leyendo a estas alturas de las fiestas.

Miercoles, 28 de Diciembre de 2011

Los presos y la educación universitaria

Antes de la reforma de la Ley Orgánica General Penitenciaria (LOGP) de 2003 la matrícula de presos en las universidades públicas españolas no estaba regulada especialmente. La universidad admitía al preso según sus requisitos de admisión y la atención al preso se hacía mediante acuerdo entre la universidad y la institución penitenciaria en la que estaba el preso.

En la práctica, casi todos los presos españoles que decidían hacer estudios universitarios elegían la UNED. Los presos etarras, sin embargo, elegían la Universidad del País Vasco, UPV/EHU. Hubo sospechas acerca del trato de favor a los presos etarras, tanto en la admisión como en la atención y las posteriores calificaciones a estos presos. Tras las elecciones a Rector de 2004, el equipo rectoral realiza un estudio para saber si han existido estos tratos de favor. El informe de agosto de ese año, presentado en el Consejo de Gobierno de la UPV/EHU, encuentra unas tasas de aprobados muy inferiores a la media universitaria y que no hay razón para sospechar estos tratos de favor.

La reforma de la LOGP de 2003 establece que los estudios universitarios de presos en instituciones españolas deben seguir un convenio que se establezca entre la Universidad y la Dirección de Instituciones Penitenciarias (y no, como hasta ahora, con un acuerdo con la institución particular). La única universidad con convenio tras esta ley era la UNED. La UPV/EHU se dirigió en varias ocasiones a la Dirección de Instituciones Penitenciarias para establecer uno propio sin obtener contestación. En ausencia de convenio, la UPV/EHU anuló todas las matrículas de presos en instituciones penitenciarias españolas.

El protocolo de matrícula en la UPV/EHU continúa para los presos en cárceles extranjeras, pero es recurrido en 2004 por el Abogado del Estado. El Tribunal Superior de Justicia del País Vasco desestima este recurso en sentencia de octubre de 2006. El Abogado del Estado recurre al Supremo, que en sentencia de marzo de 2009 anula la sentencia del Tribunal Superior del País Vasco y declara nulo el protocolo de matrícula. El Supremo entiende que el artículo 56.2 de la LOGP afecta también a los estudios de presos en cárceles extranjeras.

La UPV/EHU entiende que se vulnera la Autonomía Universitaria con esta sentencia y recurre al Tribunal Constitucional. El 22 de diciembre de 2011 la UPV/EHU es notificada de la estimación del recurso, en el que el TC declara vulnerado, efectivamente, el derecho a la Autonomía Universitaria y reconoce que el artículo 56.2 de la LOGP no puede extenderse a presos en cárceles extranjeras, sobre las que la Dirección de Instituciones Penitenciarias no tiene competencia.

Esta es la historia cuya última etapa se anuncia con titulares como “El Constitucional avala la matriculación de presos etarras en la UPV“. Es bastante inexacto, porque ni la ley ni los recursos se refieren especialmente a presos etarras, aunque en la práctica les afectará a ellos como a cualquier otro. Con todo, es mejor que titulares previos, que decían que se regalaban títulos. Titulares que fueron objeto de demanda por parte de la UPV/EHU, con resultados positivos hasta el momento. Parece que el valor de la Academia y de los principios amparados por la Constitución se han antepuesto a los vaivenes de la coyuntura política y de las manipulaciones oportunistas.

Sábado, 24 de Diciembre de 2011

Caridad y solidaridad (3)

Sigo, no sé si termino, la serie de solidaridad y caridad. Aquí 1 y 2.
En un pueblo o pequeño barrio, donde todos se conocen, los pobres también son conocidos por todos, y cada uno tiene su pobre a quien dar limosna. Esto es caridad.
En una cuidad grande o en un país entero, donde uno se presenta de manera más anónima en sociedad, no acabamos de saber quién necesita nuestro apoyo y quien no. Consideramos que queremos ayudar a algunos de nuestros conciudadanos y les conferimos derechos a una renta mínima, a unos cupones de alimentación, a una educación gratuita, a asistencia médica,… y creamos instituciones para que así se haga. Esto es solidaridad.
No estaba mal la caridad, cuando uno es responsable de un pobre y no de todos, se resuelve mejor el problema del escaqueado. Cada uno tiene una obligación con su pobre y será muy notorio si no la cumple. No solo para los demás, sino para uno mismo, que sabe que su dejadez no se distribuye entre todos los pobres del país, sino que se sufre por su pobre, a quien conoce.
No está mal la solidaridad, evita que el pobre tenga que aparecer como pobre y sentirse humillado ante sus benefactores, gracias justamente a ese anonimato. También por esta razón la solidaridad permite cumplir aquello de que no sepa tu mano derecha lo que hace la izquierda.
Según la leyenda, alguien dijo algo así. Hay quien lo conmemora mañana.