La veneración a San Juan Diego aumenta gracias a los migrantes
La “casa” antigua y la nueva
CUAUTITLÃN (CNNMéxico) — El 31 de julio del 2002, el bullicio de las calles aledañas a la BasÃlica de Guadalupe, en el norte de la capital mexicana, comenzó más temprano que de costumbre. Miles de personas provenientes de todas partes del paÃs esperaban ver, aunque fuera de lejos, a Juan Pablo II. En su última visita a México, el paÃs “siempre fiel”, el pontÃfice iba a canonizar al primer santo indÃgena: Juan Diego Cuauhtlatoatzin.
En apariciones públicas previas a la canonización, representantes de la iglesia católica en México auguraban un gran recibimiento de este nuevo santo por parte de los indÃgenas de toda América Latina. En su homilÃa, el Papa resaltó la sencillez y la humildad del mexicano al que, según los historiadores católicos, se le apareció la Virgen de Guadalupe en 1531.
Casi nueve años después, el santuario dedicado al “mensajero de la Virgen de Guadalupeâ€, ubicado en un predio cercano a la basÃlica, sigue en obras y algunos estudiosos de la religión católica señalan que el nuevo santo no fue acogido tan bien como el Vaticano esperaba.
Uno de los problemas de la lenta aceptación es que los indÃgenas no se sienten fÃsicamente identificados con San Juan Diego, según Elio Masferrer, académico especializado en la iglesia católica.
“No ha tenido ningún impacto. Al principio se pensaba que se iban a reivindicar a los indÃgenas, pero el rostro que le pusieron es de un europeoâ€, dijo en entrevista el investigador de la Escuela Nacional de AntropologÃa e Historia.
“Si existe alguna duda de que es un desastre el asunto, se puede ver que nadie va al santuario de Juan Diego, ni siquiera ha iniciado la construcción, está ahà como en obra negraâ€.
Representantes de la Arquidiócesis Primada de México opinan lo contrario. En entrevista con CNNMéxico, José de Jesús Aguilar, subdirector de radio y televisión de la Arquidiócesis, explicó que San Juan Diego ha logrado captar adeptos entre indÃgenas de México y América Latina y asegura que es uno de los santos preferidos de los migrantes.
“Las personas que hacen esos comentarios están lejos de las grandes masas, de la gente indÃgena y de los pueblos más sencillosâ€, señaló Aguilar.
“Por ejemplo, en la BasÃlica de Guadalupe hay una celebración que se hace en náhuatl y donde asiste un gran número de personas que son asiduas seguidoras de Juan Diego y también en las poblaciones donde hay un gran número de indÃgenas, evidentemente San Juan Diego les representaâ€.
Con respecto al templo que sigue en construcción, explicó que al ser un proyecto financiado con limosnas de la gente, las obras han avanzado más lento que las financiadas por fondos públicos o por grandes empresas.
Aunque el futuro santuario está aún en fase de excavaciones subterráneas, Aguilar añadió que el recinto podrÃa ser dedicado también al Papa Juan Pablo II, que será beatificado el próximo 1 de mayo en el Vaticano.
“SerÃa el santuario de los dos Juanes. San Juan Diego y Juan Pablo IIâ€, dijo Aguilar.
En los primeros años después de la canonización, algunos religiosos admitieron que Juan Diego tenÃa pocos seguidores.
“La devoción a Juan Diego va lentamente, creo que es el crecimiento natural, espontáneo y lento, pero que poco a poco va creciendo. La gente ya no viene solamente ante la imagen de la Guadalupana, sino ante la imagen misma de San Juan Diego”, dijo en el 2003, Juan Manuel MartÃnez Merlos, de la parroquia de El Cerrito, en Cuautitlán.
La casa de Juan Diego
Hace nueve años, cuando se anunció la canonización de Juan Diego Cuauhtlatoatzin, al interior de la iglesia católica mexicana surgió el debate sobre los orÃgenes del indÃgena. La diócesis de Cuautitlán, municipio al noreste del Estado de México, aseguraba que Juan Diego era originario de esas tierras, mientras que la diócesis de Ecatepec, al oriente de la misma entidad, insistÃa en que era de ahÃ.
Unos tres meses antes de la visita del Papa Juan Pablo II, las autoridades eclesiásticas informaron que tras estudiar documentos antiguos, se habÃa definido que Juan Diego habÃa nacido en Cuautitlán y habÃa vivido en Ecatepec.
Ante la ausencia de un templo exclusivamente dedicado a San Juan Diego, algunos fieles siguen visitado un santuario ubicado en Cuautitlán conocido como El Cerrito o El Santuario de la Siempre Virgen MarÃa de Guadalupe y Casa de San Juan Diego Cuauhtlatoatzin donde supuestamente vivió el santo y que fue constuida en el siglo XVIII.
Virginia y sus 10 hermanos decidieron hacer un viaje de 8 horas, desde la sierra de Guerrero, al sur del paÃs, para que sus padres pudieran conocer el templo donde se venera a Juan Diego.
“QuerÃa que mis papás conocieran este santuario, porque San Juan Diego es el santo de los indÃgenas, pero si no es aquà o en el DF, no hay donde rezarleâ€, explicó mientras sostenÃa a su madre del brazo y le ayudaba a andar por uno de los pasillos del museo que supuestamente guarda restos de la casa de Juan Diego.
Armando Varela, habitante de Cuautitlán desde niño, dice que a este templo lo visitan cada vez más e incluso hay peregrinaciones al lugar.
“Sà ha aumentado la cantidad de personas que vienen a conocer, sobre todo los fines de semana y en diciembreâ€, dijo al ser entrevistado a la entrada de la vieja y pequeña iglesia que tiene la imagen de la Virgen de Guadalupe en el altar y una figura de cerámica de Juan Diego a su izquierda, simulando la aparición que ocurrió en el siglo XVI.
Sor Magdalena Gómez Fraire, que trabaja en el templo de Cuautitlán, recordó orgullosa cómo los han visitado personas de Estados Unidos, Canadá, Chile, paÃses de Europa que no recuerda con precisión y hasta de Asia.
Actualmente se llevan a cabo obras de remodelación y se está construyendo un nuevo templo para atender a los peregrinos que llegan al santuario en Cuautitlán, además del que planea la Arquidiócesis en la Ciudad de México.
La fe por San Juan Diego seguirá creciendo, lento pero seguro, según los trabajadores del santuario de El Cerrito en Cuautitlán y hay que tener espacio para los nuevos fieles.