Ateos, el último desperdicio político



Sally Quinn

Bob Tiernan es agnóstico. «No soy un ateo de los duros», dice. Creció como católico y estudió derecho en una escuela jesuita. Es un abogado especializado en asuntos relacionados con la separación entre iglesia y estado. Es también demócrata. Esta semana estuvo en Denver, donde protestó por lo que para él es una peligrosa mezcla de religión y política, y por la triste exclusión de los no creyentes de un partido reconocido por su globalidad.

El domingo, Tiernan asistió al primer evento de la Convención Nacional Demócrata, una reunión atendida por más de 2.000 personas de distintas confesiones en el centro de convenciones de Colorado. Al habla había distinguidos rabinos, imanes y escolares religiosos. «Me senté en lo que debería llamar un oficio religioso» dice Tiernan «con la rente respondiendo al unísono. Entre medias, Lean Daughtry —pastor y CEO en el comité de la Convención Nacional Demócrata— habló y dijo que a pesar de lo que dicen los medios, los demócratas son gente de fe».

Tiernan dice que no pudo soportarlo más. «Me puse de pie y dije; soy un demócrata y no soy una persona de fe. Dije; esto parece un oficio religioso y nunca pensé que vería a los demócratas hacer algo así». En ese punto, la policía escoltó a Tiernan hacia afuera del recinto. Le dijeron que podía irse o quedarse a ver qué iban a hacer los demócratas con él; así que se quedó, pero nadie le atendió así que finalmente se fue.

«El tema es» dice Tiernan sonriendo «que no soy un manifestante, simplemente no me gusta ver mezclada la religión con la política; está mal y es peligroso».

Esta reunión entre confesiones fue la primera de varias planeadas durante la convención. La Coalición Secular de América ha escrito a Daughtry para pedir que ateos, agnósticos y humanistas seculares sean incluidos en estos eventos. La prensa ha informado de que la petición ha sido recibida pero no contestada.

Los demócratas se ven atados este año. Durante recientes elecciones, los republicanos se han apropiado de la religión. La base evangélica ha ayudado a los candidatos republicanos a ganar las elecciones mientras los demócratas se han quedado en blanco. Este año, los demócratas parecen obsesionados en demostrar que son tan religiosos como los republicanos pero, ¿a qué precio?

En sus discursos, Barack Obama ha hablado no solo de su profunda fe religiosa sino también de los derechos de los americanos, creyentes o no creyentes. Pero si la reunión entre confesiones ha sido un esfuerzo para demostrarse globales, han fallado. Entre el 10% y el 12% de los americanos reconocen abiertamente ser no creyentes, y muchos más en privado admiten no serlo pero creer que es socialmente inaceptable decirlo en sus comunidades.

En el pasado, mujeres, negros, judíos y gays fueron los desperdicios políticos de los dos partidos. Ahora sólo siguen siéndolo los ateos.

Este año, los demócratas han elegido a un negro como candidato a la presidencia, y casi eligen a una mujer. En 2000, un judío estuvo nominado como candidato a vicepresidente. Los homosexuales ya tienen derecho a casarse en varios estados, y los demócratas se reconocen a favor de este tipo de uniones civiles.

¿Se imaginan a un ateo simplemente siendo considerado para ser presidente? Incluso Rick Warren, de la Saddleback Church, una asociación evangélica global y liberal, afirmó a Larry King que nunca votaría a un ateo.

Los demócratas saben que tienen a muchos no creyentes entre sus potenciales votantes, y también que no aceptarles es un canto a la hipocresía. Por otra parte saben que reconocerles formalmente sería un suicidio político.

Así que, ¿cuál era el partido de la unidad, la reunión, el compromiso, la globalidad y el pluralismo? Tristemente, parecen haber adoptado el método de Daugtry; no responder al correo.

Visto en On Faith.

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