Ateísmo agresivo

Un nuevo video de Pat Condell, de su sitio Pat Condell's Godless Comedy.

Por suerte he descubierto cómo descargar también los subtítulos a texto, así que va la traducción abajo. Supongo que va a dar más visibilidad al post, sobre todo en los buscadores. Habérseme ocurrido antes...



He estado oyendo últimamente demasiados quejidos y gemidos en la prensa acerca del ateísmo agresivo e intolerante, como si eso fuera algo malo.

Parece que está bien que la religión pueda disparar, pero no puede recibir, como un matón callejero que llama a la policía cuando sus víctimas los enfrentan.

El ateísmo agresivo es, en realidad, ateísmo defensivo, porque en estos momentos nada es más agresivo que la religión política.

Ser un ateo o un secularista hoy en día ya no es más una cuestión de decisión sino de esquivar activamente, así que diría que cualquier abuso que consigue la religión estará volviendo diez veces más.

Además, no creo que sea posible ser demasiado agresivo al defender la libertad de expresión, que es -por supuesto- absolutamente sagrada, como todos sabemos.

Mucho, mucho más sagrada que cualquier dios o profeta o escritura pudo ser o será desde ahora hasta el final de los tiempos, o de la eternidad, lo que dure más.

A veces la gente me dice: "Eres tan intolerante como la gente a la que criticas."

¿En serio? Eso espero, porque alguien tiene que serlo.

Hay algunas cosas de las que soy muy intolerante y no hay necesidad de tratar de negarlo. Veamos... están la misoginia y el sexismo. Soy extremadamente intolerante con ambos. Espero que eso no ofenda.

¿Racismo? ¿Antisemitismo? No, ninguna tolerancia allí, me temo. Perdón por eso. ¿Homofobia, quizás? No encontrarás una pizca de tolerancia. ¡Dios mío! Tengo algunos problemas, ¿no? ¿Qué tal la crueldad contra los animales? Otra vez, absolutamente ninguna tolerancia. Pero prepárense, porque eso no es ni la mitad.

No sólo soy abierta y descaradamente intolerante con todas esas cosas, sino que si la religión es usada como excusa para cualquera de ellas, me temo que me volveré agresivamente hostil, y lo que es más, no me disculparé por eso porque no tengo ninguna necesidad de pedir disculpas, y tú tampoco.

Se me dice siempre que debería respetar los sentimientos de la gente. De acuerdo, pero... ¿qué hay de mis sentimientos? ¿Qué hay acerca de los sentimientos de completo asco que siento cada vez que pienso acerca del dios del desierto y los horribles pensamientos y hechos que él inspira? Este dios es mi Satanás. Cuando oigo su nombre, huelo azufre, cuando oigo sus palabras, huelo muerte. Puedo ver que esta asquerosa religión ha contaminado el mundo en el que debo vivir mucho más profundamente de lo que cualquier combustible fósil podría siquiera soñar. Y puedo ver que todo lo relativo a este dios ha sido diseñado adrede para envenenar nuestra experiencia de vida en la Tierra, no para mejorarla; para mantenernos asustados, para suprimir el conocimiento, para restringir la libertad y la creatividad y para celebrar la muerte.

No es nada menos que el santificado bajo nivel intelectual de la raza humana, y pedir respeto por eso es francamente un insulto que merece ser repagado con considerables intereses.

La religión no merece absolutamente ningún respeto porque: A) no ofrece ningún respeto, y B) no ofrece ninguna evidencia.

La evidencia es realmente inoportuna, ya que elimina la necesidad de la fe, y eso sería una pérdida de toda esa falsa virtud.

La fe es una de las tres falsas virtudes; las otras son la piedad y la rectitud. No es tanto una trinidad, como tres hermanas feas. A diferencia de las brujas de Macbeth que ven el mundo en un caldero, estas tres han hecho lo mejor que pudieron para tomar el lugar de una, alaben al Señor, y todavía están fortaleciéndose. Entre los muchos regalos de estas musas encantadoras, tenemos el conflicto de Oriente Medio, para empezar, y ese es el regalo que parece que siguen dándonos. Sin mencionar el cáncer en el corazón del mismo, Jerusalén, esa joya en el desierto, ese orinal en la arena desde el cual la muerte negra espiritual del desierto del Oriente Medio ha supurado y se ha expandido a través de este mundo como una vil marea negra, cubriendo y contaminando todo lo que toca con el grueso barro de la ignoriancia pía, sólo que no la llamamos ignorancia; la llamamos fe.

¡Qué horrible y pequeña palabra es esa! Fe, emanando, como lo hace, su falsa aura de pureza y virtud mientras lidera alguna de las más feas ideas que este planeta haya visto; cerrando los corazones de la gente, cuando debería abrirlos, haciéndolos estar orgullosos de cosas de las que deberían estar avergonzados y avergonzados de cosas de las que deberían estar orgullosos.

Cuando miramos la violenta barbarie del mundo islámico podemos ver que ningún acto honrado es tan depravado para una mentalidad que reclama el permiso completo que permite la fe.

Si tomas en serio completamente la palabra de este dios, puedes ser como él, un vicioso monstruo sin corazón, y sentirte bien por ello. Aún en el mundo civilizado, nada es demasiado deshonroso para ser desinfectado por la fe.

Fue la fe, recuerden, lo que privó a los gays de California de sus derechos civiles básicos el mismo día que Estados Unidos elegía un presidente negro. Fue la fe la que persuadió a los cristianos negros para que mandaran a los gays al fondo del autobús.

Todo esto sería suficientemente feo por sí mismo, pero a causa del salvoconducto que consistentemente damos a esta falsa virtud de la fe, la religión está ahora completamente fuera de control.

Ha puesto sus manos alrededor de la garganta de las Naciones Unidas y está presionando a favor de una ley mundial sobre la blasfemia que proteja a la gente de oir palabras que podrían apalancar sus pequeñas mentes fuera de la Edad de Piedra.

El mismo concepto de blasfemia es una ilustración perfecta de la cobarde inmadurez de la mente religiosa y de la vacuidad de la religión misma. Si la religión contuviera alguna verdad que pudiera ser ridiculizada, insultada, aún profanada, sin ser disminuida de ninguna manera. Su verdad se vería brillar, sin disminución, sin mácula, reduciendo al silencio a todos los que la maltrataran.

Pero así no es como son las cosas. La religión es punzante, intolerante y ultra defensiva
precisamente porque es quebradiza y frágil. Es casi tan sustancial como un merengue. Es todo presencia y ninguna sustancia. Ha tenido miles de años para plantear su argumento, y todo lo que ha producido son sofismas, violencia, y una balsa de valores morales que avergonzaría a una serpiente de cascabel.

Y ninguna cantidad de charlatanería y sinsentido de los curas puede ni de cerca ocultar el simple y burdo hecho de que no hay nada ahí afuera. La única cosa verdadera acerca de la religión es que es falsa. Sus afirmaciones de conocimiento más alto son risibles. Ni siquiera tiene ningún conocimiento más bajo. Ninguna de sus ridículas afirmaciones acerca de la realidad tendrían la mínima esperanza de presentarse en una corte legal, y es tiempo de que paremos de tratarlas como si lo fueran.

Eso es todo lo que estamos diciendo, y es todo lo que estamos pidiendo, y cualquiera que piense que es demasiado agresivo sabe qué actitud tomar, y si no lo hacen, estaré más que contento de decírselos.

Paz. Idea loca, tiempos locos.

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