Apostasía

Deseo renunciar a la Iglesia Católica y no seguir siendo considerado como miembro de ella.
Las razones que me motivan a tomar esta decisión son las siguientes:
  • Luego de haber examinado los argumentos teológicos que se formulan para postular la existencia de un dios supremo, encuentro que éstos son insuficientes, incompletos, contradictorios e ilógicos. En consecuencia, no puedo aceptar la idea de un dios.
  • Habiéndose descartado la idea de cualquier ente sobrenatural, la Biblia se convierte en una simple colección mitológica y poética. No tiene el menor valor como documento histórico ni como guía moral. Es el producto de primitivas supersticiones tribales que no tienen lugar en una mente racional.
  • La fe, en su definición cristiana, es un suicidio intelectual que traiciona el poder del raciocinio humano. Jamás se ha llegado a la certeza de una verdad por medio de la creencia ciega, caprichosa, puramente sentimental y sin cuestionamientos que se promueve como si fuera una virtud. Sólo el método científico, basado en un sano escepticismo frente al mundo, asegura el alcance de certezas verificables.
  • Pero sobre todo son los defectos de la Iglesia misma los que me mueven a apartarme de ella. Su terca oposición al avance del conocimiento, junto con una persistencia descarada en enseñar supersticiones dañinas y paralizantes; su enfermizo culto al dolor y la muerte por encima de la satisfacción de la vida; sus siglos de intolerancia esclavizante, persecución criminal y evangelización destructora de culturas; su culpabilidad directa por el sufrimiento de millones de personas sometidas a una moral represiva y mojigata, enemiga de la más elemental higiene sexual y promotora de una vida familiar en miseria en medio de la abundancia de hijos; su injustificable opresión de las mujeres, a quienes pretende reducir a esclavas domésticas; su intromisión estorbosa en asuntos civiles tan ajenos a su incumbencia como el divorcio, la educación pública, la libertad de expresión y los derechos de las minorías sexuales; y la arrogancia con que pretende asumir el papel de guardiana de la sociedad, con poder sobre lo que se dice, se hace y se piensa, son apenas una fracción de lo que podría argumentarse contra una institución que ha hecho más perjuicio que bien a la humanidad.
Por las razones citadas no quiero seguir relacionado de ninguna manera con la Iglesia Católica. Rechazo sus doctrinas, niego sus dogmas y me rehúso a reconocerle autoridad alguna a la jerarquía eclesiástica. Por decisión propia, ya no pertenezco a la Iglesia.

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