ÁGORA E HIPATIA (3): SOBRE LAS CARTAS DE SAN PABLO Y LAS FALSEDADES HISTÓRICAS

Seguramente no es una verdad histórica el que Cirilo de Alejandría alentara a las incontenibles bandas cristianas a terminar con la vida de la filósofa Hipatia, como Amenábar relata en una de las escenas más intensas de Agora. Seguramente tampoco es verdad que Hipatia tuviera alumnos negros.

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Pero lo que sí es verdad de la buena es que el texto con que Cirilo espeta en el filme a sus rebeldes patricios, es un fragmento canónico de la Primera Carta del (autodesignado) Apóstol San Pablo a Timoteo:
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"No permito que la mujer enseñe ni que domine al hombre. Que se mantenga en silencio. Porque Adán fue formado primero y Eva en segundo lugar. Y el engañado no fue Adán, sino la mujer que, seducida, incurrió en la transgresión. Con todo, se salvará por su maternidad mientras persevere con modestia en la fe, en la caridad y en la santidad."
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Un fragmento, éste, de los muchos que contiene la Biblia como invitación a las mentes racionales para no dejarse convencer por el cristianismo.
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Y un fragmento, por otro lado, que está entre los que la crítica filológica ha descartado como auténticos: parece que la verdad es, más bien, que San Pablo reconocía a hombres y mujeres en plena igualdad, alabando y fomentando el trabajo de las "mujeres apóstoles" y "diaconisas" ("Ya no hay judío ni griego, no ha esclavo ni libre, no hay varón ni mujer", Gálatas). La Epístola a Timoteo podría ser, más bien, una falsificación de algún seguidor paulino y cerril machista, que no soportaba recibir lecciones de las Priscilas o Hipatias de su época, y que "coló" en el siglo II su texto como si fuera de San Pablo. Los autodesignados defensores de la verdad histórica, también podrían lanzar sus dardos contra estas cosas que tiene la Biblia.
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Pero esta verdad filológica no oculta la verdad histórica de que, en tiempos de la Hipatia real, la falsificación en cuestión había sido aceptada como parte del canon dogmático, y podía ser usada impunemente para dar satisfacción a las siempre insaciables ansias de dominio falocéntrico.
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Claro, que "el cristianismo" no tiene culpa, el pobrecito, de que millones y millones de adictos a esa fe hayan preferido vivir según Timoteo que según Gálatas. Es lo bueno de los libros sagrados y las religiones: como mandan una cosa y la contraria, puedes elegir a tu gusto (o al de los Cirilos del momento, que al fin y al cabo, son los que tienen el evangelio por el mango).
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Más:
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