¿Por qué no creo en Dios? – Introducción

1. Introducción

He caído, una vez más, en una trampa del lenguaje. Estrictamente hablando, el título de este artículo es incorrecto, ya que mi no-creencia no es tal: no creo en dios [1] - no porque me falte fe o porque haya elegido creer en otra cosa, en la ciencia, por ejemplo. O porque el no-creer sea comparable con el creer, como si un acto de fe fuera lo mismo que un acto de no-fe, como si existiera tal cosa como un "acto de no-fe". Más que "falta de fe", es un grado de certeza. Por eso, afirmar que no creo en dios es falaz: tengo la casi absoluta certeza [2] de que dios no existe. Por otra parte, esta aclaración debería no ser necesaria; como todas las trampas del lenguaje, ésta también exige un interlocutor atento y leal: capaz de no caer en ella y noble para no dejar de entenderla como un resumen de lo expuesto más arriba. Capacidad y nobleza son cualidades (lamentablemente) no compartidas por todos los integrantes de este grupo [3], he aquí el porqué de esta aclaración.

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