¿Por qué el aborto?


La Iglesia Católica española ha hecho del aborto su punta de lanza para mostrar su superioridad moral. Otros grupos religiosos en otros países han optado por otras estrategias, algunas realmente espeluznantes (la guerra contra occidente, el creacionismo, …), algunas más sensatas (fomentar la educación, el pacifismo,…).

En España es el aborto. La Iglesia Católica se ocupa de obtener más atención mediática por su postura en contra del derecho al aborto que por su postura en contra de ninguna guerra, más que por instar a curar enfermedades que causan millones de muertos en el mundo, más que por publicitar su postura contraria a la investigación genética.

Contra la guerra de Irak estaba esta iglesia, pero también muchas otras organizaciones, y no religiosas precisamente. Para más inri, ni siquiera ha estado en contra de todas las guerras recientes (estuvo muy a favor de la Guerra Civil española). Así que la guerra no da buena publicidad.

Contra la investigación genética no tiene mucho que hacer. Es un tema que no arrastra pasiones. Poca gente se va a convencer que hay un alma en un cigoto. Gran parte de los cigotos se van, de manera natural, por el retrete, haciendo de la naturaleza y de su dios el más grande abortista. No es un tema para defender sin tener que dar demasiadas explicaciones metafísicas, y la publicidad no se hace con explicaciones metafísicas.

Creyó que oponerse al matrimonio homosexualidad le daría réditos, pero vaticino que no insistirá con tanto ahínco en este tema, en el que las cosas se han aceptado con la mayor naturalidad por la mayoría, y en donde no tendrá nada que rascar.

El aborto le importó nada o muy poco a la religión cristiana hasta tiempos muy recientes. Ni en el Antiguo Testamento, ni en el pensamiento atribuido a Jesucristo, ni en los textos de Pablo de Tarso, ni en los Padres Apologetas se encuentra ninguna alusión a que el aborto sea pecado (y hay alusión detallada a lo pecaminoso de muchas cosas más nimias). No hubo postura oficial hasta 1869, con Pío IX. Sin embargo, hoy se castiga con la excomunión. En honor a la verdad, hay textos de cristianos tempranos que reprueban el aborto, pero lo hacen porque suele ser la manera de ocultar un adulterio, o porque rompía el vínculo entre sexo y procreación (Agustín de Hipona, más conocido por su nominanción cristiana de San Agustín), y no porque fuera homicidio.

Por una parte, la Iglesia Católica actual lo asimila al asesinato (aunque no ha declarado infaliblemente que eso sea así), incurriendo en la contradicción de equiparar un feto sin un sistema nervioso que le permita tener un “yo” a una persona que sí lo tiene. Por otra parte, a pesar de que apenas haya habido ningún caso de condena por aborto fuera de los casos que recoge la ley, nunca ha pedido que haya que equipararlo con las penas que sí se aplican al asesinato (el aborto debería tener la agravante de premeditación). Incurre, de esta manera, en la contradicción de tolerar penas muy distintas por delitos que considera iguales.

Pero el tema toca fibras sensibles. Se pueden mostrar fetos de ocho meses como prueba del horror del aborto antes de los tres meses. También se pueden mostrar imágenes de fetos más tempranos, pero, por impactantes que puedan parecer, son casi indistinguibles de un feto de chimpancé o de delfín, con lo que la argumentación vía impacto emocional puede perder su sentido.

Así, el aborto es prácticamente el único tema en que la Iglesia Católica puede (i) mostrar una postura distinta de la mayoría de los grupos sociales no religiosos, (ii) decir que tiene, en ese tema, una postura de defensa de los derechos humanos mayor que esos grupos y (iii) esperar convencer a alguien de que eso es así y que, por tanto, tiene superioridad moral.

No les deseo suerte.

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