La religión de Darwin
Cuál fue mi sorpresa cuando en El Origen del Hombre leo a Darwin:
“Creo ocioso consignar que esta cuestión es completamente distinta de otra de orden más elevado: la de saber si existe un Creador y Director del Universo, cuestión resuelta ya afirmativamente por las más privilegiadas inteligencias que ha habido en el mundo”
¡Virgen del Camino Seco! ¡Darwin creyente! Es más, ¡dando la cuestión de la existencia de Dios por resuelta! Sin embargo, pronto nos encontramos con otros textos en los que esta horrible visión se enfoca de manera opuesta. En los fragmentos de la AutobiografÃa de Darwin que nos ofrece su hijo Francis escribe:
“Reflexionando sobre la necesidad de disponer de evidencias claras como requisito para que cualquier hombre en su sano juicio creyera en los milagros sobre los que está sustentado el cristianismo y en que cuanto más sabemos acerca de las leyes fijas de la naturaleza más increÃbles resultan los milagros; en que los hombres de aquellos tiempos eran ignorantes y crédulos en unos niveles que hoy en dÃa nos resultan incomprensibles; en que es imposible demostrar que los Evangelios fueran escritos al mismo tiempo que los acontecimientos que describen; en que difieren en muchos detalles importantes, demasiado importantes a mi entender, como para que dichos detalles sean admitidos como las imprecisiones habituales de los testigos presenciales; a través de reflexiones de este estilo, que enumero no por ser de novedad o tener algún valor, sino porque a mà me influyeron, llegué gradualmente a descreer del cristianismo como revelación divina. Y tuve también en cuenta el hecho de que muchas religiones falsas se hayan extendido como un fuego incontrolado sobre grandes regiones de la tierra”
Y es que Darwin era, ante todo, un cientÃfico que no se interesaba por cuestiones teológicas. Leyendo algunas de sus reflexiones sobre el tema, da la impresión de que la existencia o no de Dios le trae sin demasiado cuidado. AsÃ, mientras su pensamiento cientÃfico avanzaba y se hacÃa un hombre más maduro, fue perdiendo su inicial creencia teÃsta sin darle al asunto más importancia (más bien va fluctuando como muestra la cronologÃa de los textos expuestos: El Origen del hombre se publica en 1871 mostrando a un Darwin teÃsta mientras que en los otros textos de 1860 y 1876 se muestra falto de creencia). Cuando desarrolló el concepto de selección natural y negó cualquier teorÃa del diseño, su fe terminó por erosionarse, si bien nunca se definió como ateo, sino simplemente como agnóstico. En una carta a Asa Gray de julio de 1860, escribe:
“Una palabra más sobre “leyes diseñadas” y “resultados no diseñados”. Veo un pájaro que quiero para comer, cojo mi escopeta y lo mato, lo hago diseñadamente. Un hombre bueno e inocente se encuentra bajo un árbol y mere como consecuencia de un rayo. ¿Cree usted (y la verdad es que me gustarÃa oÃrlo) que Dios mató a ese hombre diseñadamente? Muchas o la mayorÃa de las personas asà lo creen; yo no puedo y no lo creo. Si asà lo cree usted, ¿piensa que cuando una golondrina se zampa un mosquito lo hace porque Dios diseñó que esa golondrina en particular se zampara ese mosquito en particular en ese momento en particular? Creo que el hombre y el mosquito se encuentran en la misma situación apurada. Si la muerte del hombre y del mosquito no ha sido diseñada no veo motivos para creer que su primer nacimiento o producción tuviera que estar necesariamente diseñado”
Y concluimos dejando el asunto claro con otro fragmento para su AutobiografÃa de 1876:
“No puedo pretender arrojar la mÃnima luz sobre problemas tan abstrusos como éstos. El misterio del origen de todas las cosas es irresoluble para todos nosotros, y yo debo contentarme en permanecer agnóstico”































