Por qué no soy cristiano, por Bertrand Rusell (1927) – 4ª parte
EL ARGUMENTO DEL PLAN
El paso siguiente nos lleva al argumento del plan. Todos conocen el argumento del plan: todo en el mundo está hecho para que podamos vivir en él, y si el mundo variase un poco, no podrÃamos vivir. Ese es el argumento del plan. A veces toma una forma curiosa; por ejemplo se argüyó que los conejos tienen las colas blancas con el fin de que se pueda disparar más fácilmente contra ellos. Es fácil parodiar este argumento. Todos conocemos la observación de Voltaire de que la nariz estaba destinada a sostener las gafas. Esa clase de parodia no ha resultado tan desatinada como parecÃa en el siglo XIII, porque, desde Darwin, entendemos mucho mejor por qué las criaturas vivas se adaptan al medio. No es que el medio fuera adecuado para ellas, sino que ellas se hicieron adecuadas al medio, y esa es la base de la adaptación. No hay en ello ningún indicio de plan. Cuando se examina el argumento del plan, es asombroso que la gente pueda creer que este mundo, con todas las cosas que hay en él, con todos sus defectos, fuera lo mejor que la omnipotencia y la omnisciencia han logrado producir en millones de años. Yo realmente no puedo creerlo. Creen que, si tuvieran la omnipotencia y la omnisciencia y millones de años para perfeccionar el mundo, no producirÃan nada mejor que el Ku-Klux-Klan o los fascistas? Además, si se aceptan las leyes ordinarias de la ciencia, hay que suponer que la vida humana y la vida en general de este planeta desaparecerán a su debido tiempo: es una fase de la decadencia del sistema solar; en una cierta fase de decadencia se tienen las condiciones y la temperatura adecuadas al protoplasma, y durante un corto perÃodo hay vida en la vida del sistema solar. La luna es el ejemplo de lo que le va a pasar a la tierra; se va a convertir en algo muerto, frÃo y sin vida.
Me dicen que este criterio es deprimente, y que si la gente lo creyese no tendrÃa ánimo para seguir viviendo. Eso es una tonterÃa. Nadie se preocupa por lo que va a ocurrir dentro de millones de años. Aunque crean que se están preocupando por ello, en realidad se engañan a sà mismos. Se preocupan por cosas mucho más mundanas aunque sólo sea una mala digestión; pero nadie es realmente desdichado al pensar lo que le va a ocurrir a este mundo dentro de millones de años. Por lo tanto, aunque es una triste opinión el suponer que va a desaparecer la vida —al menos, se puede pensar asÃ, aunque, a veces, cuando contemplo las cosas que hace la gente con su vida, es casi un consuelo—, no es lo bastante para hacer la vida miserable. Sólo hace que la atención se vuelva hacia otras cosas.
LOS ARGUMENTOS MORALES DE LA DEIDAD
Ahora llegamos a una fase más allá en lo que yo llamaré la incursión intelectual que los teÃstas han hecho en sus argumentaciones, y nos vemos ante los llamados argumentos morales de la existencia de Dios. "Saben, claro está, que antiguamente solÃa haber tres argumentos intelectuales de la existencia de Dios, los cuales fueron suprimidos por Kant en la Critica de la Razón Pura; pero no bien habÃa terminado con estos argumentos cuando encontró otro nuevo, un argumento moral, que le convenció. Era como mucha gente: en las materias intelectuales era escéptico, pero en las morales creÃa implÃcitamente en las máximas que su madre le habÃa enseñado. Eso ilustra lo que los psicoanalistas ponen tanto de relieve: la fuerza inmensamente mayor que tienen en nosotros las asociaciones primitivas sobre las posteriores.
Kant. como dije, inventó un nuevo argumento moral de la existencia de Dios, el cual en diversas formas fue extremadamente popular durante el siglo XIX. Tiene toda clase de formas. Una de ellas es decir que no habrÃa bien ni mal si Dios no existiera. Por el momento no me importa el que haya o no una diferencia entre el bien o el mal: esa es otra cuestión. Lo que me importa es que, si se está plenamente convencido de que hay una diferencia entre el bien y el mal entonces uno se encuentra en esta situación: ¿esa diferencia se debe o no al mandato de Dios? Si se debe al mandato de Dios, entonces para Dios no hay diferencia entre el bien y el mal, y ya no tiene significado la afirmación de que Dios es bueno. Si se dice, como hacen los teólogos, que Dios es bueno, entonces hay que decir que el bien y el mal deben tener un significado independiente del mandato de Dios, porque los mandatos de Dios son buenos y no malos independientemente del mero hecho de que Él los hiciera. Si se dice eso, entonces hay que decir que el bien y el mal no se hicieron por Dios, sino que son en esencia lógicamente anteriores a Dios. Se puede, claro está, si se quiere, decir que hubo una deidad superior que dio órdenes al Dios que hizo este mundo, o, para seguir el criterio de algunos gnósticos —un criterio que yo he considerado muy plausible—, que, en realidad, el mundo que conocemos fue hecho por el demonio en un momento en que Dios no estaba mirando. Hay mucho que decir en cuanto a esto, y no pienso refutarlo.
EL ARGUMENTO DEL REMEDIO DE LA INJUSTICIA
Luego hay otra forma muy curiosa de argumento moral que es la siguiente: se dice que la existencia de Dios es necesaria para traer la justicia al mundo. En la parte del universo que conocemos hay gran injusticia, y con frecuencia sufre el bueno, prospera el malo, y apenas se sabe qué es lo más enojoso de todo esto; pero si se va a tener justicia en el universo en general, hay que suponer una vida futura para compensar la vida de la tierra. Por lo tanto, dicen que tiene que haber un Dios, y que tiene que haber un cielo y un infierno con el fin de que a la larga haya justicia. Ese es un argumento muy curioso. Si se mira el asunto desde un punto de vista cientÃfico, se dirÃa: «Después de todo, yo sólo conozco este mundo. No conozco el resto del universo, pero, basándome en probabilidades, puedo decir que este mundo es un buen ejemplo, y que si hay injusticia aquÃ, lo probable es que también haya injusticia en otra parte». Supongamos que se tiene un cajón de naranjas, y al abrirlas la capa superior resulta mala; uno no dice: «Las de abajo estarán buenas en compensación.» Se dirÃa: «Probablemente todas son malas); y eso es realmente lo que una persona cientÃfica dirÃa del universo. DirÃa asÃ: «En este mundo hay gran cantidad de injusticia y esto es una razón para suponer que la justicia no rige el mundo; y en este caso proporciona argumentos morales contra la deidad, no en su favor.» Claro que yo sé que la clase de argumentos intelectuales de que he hablado no son realmente los que mueven a la gente. Lo que realmente hace que la gente crea en Dios no son los argumentos intelectuales. La mayorÃa de la gente cree en Dios porque les han enseñado a creer desde su infancia, y esa es la razón principal. Luego, creo que la razón más poderosa e inmediata después de ésta es el deseo de seguridad, la sensación de que hay un hermano mayor que cuidará de uno. Esto desempeña un papel muy profundo en provocar el deseo de la gente de creer en Dios.