Nº 39: La incomprensible indiferencia


Cualquier persona que se tome los Evangelios como documentos veraces debería cuestionarse si es realmente posible que la gente de aquella época permaneciese impasible ante los acontecimientos extraordinarios que se narran en ellos ¿Es que por aquel entonces aún no existía la capacidad de asombro?

Empezando por el rocambolesco relato del nacimiento de Jesús, si tomamos conjuntamente los evangelios de Mateo y Lucas (los únicos que lo mencionan, cada uno de forma muy diferente) observamos que tanto los padres de Jesús (José y María) como los padres de Juan el Bautista (Isabel y Zacarias) recibieron visitas de ángeles anunciándoles el nacimiento de sus respectivos hijos, su importancia y su misión. Tres magos de oriente conocían también la naturaleza excepcional de Jesús desde su nacimiento y fueron a adorarle. Incluso a unos pastores que estaban por allí se les apareció ¡el ejército celestial! ¡nada menos! para decirles que encontrarían al Cristo en un pesebre y fuesen a adorarlo, y no solo eso, contaron la historia a más gente que quedaba maravillada. Incluso el rey de la región, Herodes, creyó en la historia de los magos y compartió su preocupación con los sumos sacerdotes y escribas. También un tal Simeón y una profetisa llamada Ana sabían que Jesús era el Cristo salvador y esta última hablaba de ello con todos los que pasaban por el templo.

En resumen, durante los primeros días tras el nacimiento de Jesús una multitud sabía que ese niño era el Mesías pero no demostraron excesivo interés ni con un ejército de ángeles apareciéndose por todas partes. 30 años después parece que ya nadie se acordaba de aquellos prodigios y Jesús tuvo que hacer valer de nuevo su naturaleza divina. Curo a ciegos, expulsó demonios, camino sobre el agua, multiplicó panes y peces, convirtió agua en vino y hasta ¡resucitó muertos!, todo delante de multitud de personas. Como hemos dicho, a nadie pareció impresionarle demasiado ¡¿Todavía hacía falta que matasen a este hombre y saliese de su tumba para creer que era hijo de Dios?! ¡¿Es que esta gente veía milagros todos los días?!

En efecto, según cuentan, a Jesús lo crucificaros, y he aquí que tuvo otra oportunidad para que la gente le creyese de una vez por todas. Según el evangelio de Mateo, cuando Jesús espiró en la cruz, el velo del templo se rasgó en dos, tembló la tierra, se rompieron las rocas y se abrieron las tumbas provocando la salida de muchos cuerpos de santos difuntos que en días sucesivos se aparecieron a muchos ¿A nadie le pareció esto un poco raro? ¿No se convirtió todo Jerusalén al cristianismo inmediatamente? ¿No llegaron semejantes acontecimientos a oídos de ningún historiador?

Estaba claro que Jesús se enfrentaba a un público exigente, ni apariciones angelicales, ni curaciones de ciegos, ni caminar sobre el agua, ni rasgaduras milagrosas de velos acompañadas de terremotos y tumbas abiertas, ni siquiera resucitar muertos era suficiente para que esta gente se convenciese del todo. Hacía falta un último golpe de efecto, Jesús ya lo había dejado caer, resucitaría tras 3 días y 3 noches (Mateo 12:38-40), pero algo le hizo cambiar de planes. Viendo que todo el espectáculo que acompañó a su último aliento no había tenido el efecto merecido, decidió resucitar en menos de 40 horas. No se le puede reprochar si tenemos en cuenta lo rápido que se olvidaban sus vecinos de todo. Ya les pasaba a sus antepasados, si nos fiamos del libro del Éxodo podemos ver lo olvidadizo que era el pueblo elegido, su dios convirtió el agua del Nilo en sangre, mató en una noche a todos los primogénitos de Egipto, incluidos los animales, hasta abrió las aguas del mar rojo para que lo cruzasen, por si esto era poco (ya hemos dicho que era un público exigente) ¡les habló personalmente en el desierto del Sinaí! Pues después de todo esto solo hizo falta que Moisés se ausentase unos días para que se olvidasen de aquel dios y se construyesen un becerro de oro, ¡es ridículo!.

Como íbamos diciendo, Jesús adelantó en más de un día su resurrección, pero para que esta no resultase menos creíble lo hizo de un modo espectacular. Según Mateo un ángel apareció y abrió la roca que cerraba la tumba, todo ante la mirada de los guardias romanos que la custodiaban y que quedaron aterrados. Algunos de estos guardias fueron a contar lo sucedido a los sumos sacerdotes pero por algún motivo no les creyeron y decidieron comprar su silencio con dinero (Mateo 28:11-15), a cambio de este dinero los guardias contaron a todo el mundo que los discípulos de Jesús robaron el cuerpo. ¿Qué clase de guardias eran estos? ¿Es que veían ángeles resplandecientes bajar volando del cielo y abrir tumbas todos los días? ¿como es que no se unieron a los seguidores de Jesús inmediatamente? ¡otra vez ridículo!

Conclusión, o los contemporáneos de Jesús veía milagros como las vacas ven pasar el tren o los Evangelios son unos panfletos propagandísticos de una secta de hace unos 2000 años, que es lo que efectivamente parecen a simple vista.

Los comentarios han sido cerrados para esta nota