Nº 36: ¿No matarás? – Incoherencias bíblicas



Las contradicciones en la Biblia son innumerables y sorprendentemente obvias. No hace falta ser ningún genio para encontrarlas. Aún así, las religiones tienen la extraordinaria capacidad de inutilizar las mentes de algunas personas de una forma tan poderosa que merecería ser objeto de estudio. Dedicaré algunas entradas de este blog a presentar varios ejemplos sencillos pero contundentes de contradicciones bíblicas.

En esta ocasión se trata de una contradicción conocida por todos pero que no se menciona entre los creyentes. Si tomamos el libro del Éxodo como verdad revelada por un dios omnipotente, perfecto e infalible nos resultará difícil explicar que Dios le diga a Moisés en el monte Sinaí:

"no matarás" (Éxodo 20:13) - ver texto completo más abajo

para poco después, cuando Moisés desciende del monte y descubre a su pueblo idolatrando a un becerro de oro, el mismo Dios diga:

"maten sin tener en cuenta si es hermano, amigo o pariente" (Éxodo 32:27) - ver texto completo más abajo

¿En qué quedamos? ¿matamos o no matamos? ¿Qué se supone que quería decir dios con "no matarás"? Esta contradicción se repite a lo largo de todo el Antiguo Testamento. Después de que dios tallara por dos veces en piedra el famoso "no matarás" ordena sucesivamente matar a los asesinos (Éxodo 21:12), a los que golpeen o maldigan a sus padres (Éxodo 21:15, 17), a los secuestradores (Éxodo 21:16), a los que trabajen en sábado (Números 15:36), a los que adoren a otros dioses (Deuteronomio 17:5), , a los que desobedezcan a un juez (Deuteronomio 17:12), a los hijos rebeldes (Deuteronomio 21:21) y muchos otros. ¿Qué clase de referente moral podemos encontrar en la Biblia si dios se dedica a dar continuamente órdenes contradictorias?

Cabría preguntarse si cuando en el nuevo testamento resumen los mandamientos en "amarás al prójimo como a ti mismo" (Romanos 13:9) habría que aplicar las mismas excepciones que afectan al "no matarás" original.

Éxodo 20:1-17

Entonces Dios pronunció estas palabras: Yo soy el Señor, tu Dios, que te hice salir de Egipto, de un lugar en esclavitud. No tendrás otros dioses delante de mí. No te harás ninguna escultura y ninguna imagen de lo que hay arriba, en el cielo, o abajo, en la tierra, o debajo de la tierra, en las aguas. No te postrarás ante ellas, ni les rendirás culto, porque yo soy el Señor, tu Dios, un Dios celoso, que castigo la maldad de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación, si ellos me aborrecen; y tengo misericordia a lo largo de mil generaciones, si me aman y cumplen mis mandamientos. No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin castigo al que lo pronuncie en vano. Acuérdate del día sábado para santificarlo. Durante seis días trabajarás y harás todas tus tareas; pero el séptimo es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no harán ningún trabajo, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tus animales, ni el extranjero que reside en tus ciudades. Porque en seis días el Señor hizo el cielo, la tierra, el mar y todo lo que hay en ellos, pero el séptimo día descansó. Por eso el Señor bendijo el día sábado y lo declaró santo. Honra a tu padre y a tu madre, para que tengas una larga vida en la tierra que el Señor, tu Dios, te da. No matarás. No cometerás adulterio. No robarás. No darás falso testimonio contra tu prójimo. No codiciarás la casa de tu prójimo; no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su asno, ni ninguna otra cosa que le pertenezca.

Éxodo 32:25-29

Cuando Moisés vio el desenfreno del pueblo –porque Aarón le había tolerado toda clase de excesos, exponiéndolo así a la burla de sus enemigos– se paró a la entrada del campamento y exclamó: «¡Los que están de parte del Señor, vengan aquí!». Todos los hijos de Leví se agruparon a su alrededor, y él les dijo: «Así habla el Señor, el Dios de Israel: Que cada uno se arme de su espada; recorran el campamento pasando de una puerta a otra, y maten sin tener en cuenta si es hermano, amigo o pariente». Los levitas cumplieron la orden de Moisés, y aquel día cayeron unas tres mil personas del pueblo. Entonces Moisés dijo: «Reciban hoy la investidura sacerdotal de parte del Señor, uno a costa de su hijo, otro a costa de su hermano, y que él les de hoy una bendición».

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