¿Por qué no creo en Dios? – Filosofía

4.a. Filosofía: tres trampas

La filosofía nos presenta innumerables intentos de justificar racionalmente la existencia de dios. Aquí quiero mencionar a tres de ellos, el "argumento ontológico" de Anselmo de Canterbury (1033-1109, teólogo y arzobispo), la denominada "primera causa" de Tomás de Aquino (1225-1274, filósofo y teólogo) y la "apuesta de Pascal", de Blaise Pascal (1623-1662, filósofo y matemático).

El primero de todos, el argumento ontológico, consta de tres pasos lógicos, o por lo menos, lógicos para su época: primero, se asume a priori que lo real es más perfecto ("mayor") que lo imaginado. Luego, uno puede imaginarse algo perfecto, perfecto, perfecto, cuya perfección no pueda ser superada por nada imaginable. En tercer lugar y haciendo referencia al paso primero, ese ente de perfección pura, en su existencia real, es aún más perfecto que en nuestra imaginación. Luego: dios existe. El argumento es ontológico porque según él, a dios le es propio existir en virtud de su perfección (para hacer una analogía poco feliz pero acorde con la argumentación ontológica: así como la circularidad es una abstracción a la que le es propia, por su naturaleza circular, una circunferencia cuya longitud es p por su radio al cuadrado, dios es una abstracción a la que le es propia, por su naturaleza perfecta, la condición de existente).

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