Nº 22: El sexo y los anticonceptivos


Gran parte de los creyentes de las distintas religiones, principalmente de las monoteístas, se consideran poseedores de "la verdad" en prácticamente todos los ámbitos de la vida. Supongo que es esta seguridad en poseer la verdad la que permitió afirmar lo siguiente a Karol Józef Wojtyła (más conocido como Juan Pablo II) en su mensaje a los asistentes a un congreso organizado por la Universidad Católica de Roma sobre regulación de la fertilidad en 1998:

"A todos deseo una fecunda profundización de la enseñanza de la Iglesia sobre la «verdad» del acto de amor mediante el cual los cónyuges participan en la acción creadora de Dios. La verdad de ese acto deriva de que es expresión de la entrega personal recíproca de los esposos, entrega que no puede menos de ser total, pues la persona es una e indivisible. En el acto que expresa su amor, los esposos están llamados a entregarse recíprocamente a sí mismos en la totalidad de su persona: nada de lo que constituye su ser puede quedar excluido de esta entrega. Esta es la razón de la ilicitud intrínseca de la anticoncepción: introduce una limitación sustancial dentro de esta entrega recíproca, rompiendo la «inseparable conexión» que existe entre los dos significados del acto conyugal, el unitivo y el procreativo, que el Papa Pablo VI indicaba como inscrita por Dios mismo en la naturaleza del ser humano (Humanae vitae)."

Cabría preguntarse de donde saca el señor Wojtyła estas conclusiones respecto a la ilicitud de los métodos anticonceptivos, pero ese es otro asunto. El hecho es que para los católicos la anticoncepción es ilícita. Yo no tengo la costumbre de atribuirme el conocimiento de verdades absolutas, y menos en estos temas, así que respeto la opinión que cualquiera pueda tener sobre la "verdad" de las relaciones sexuales (siempre y cuando no pretenda imponérsela a todos los demás), pero esta norma católica me inquieta por varios motivos. En primer lugar porque en la encíclica a la que el Sr. Wojtyła hace referencia, Humanae Vitae, escrita por Giovanni Montini (Pablo VI) en 1968, aparecen párrafos como el siguiente:

"Podría también temerse que el hombre, habituándose al uso de las prácticas anticonceptivas, acabase por perder el respeto a la mujer y, sin preocuparse más de su equilibrio físico y psicológico, llegase a considerarla como simple instrumento de goce egoístico y no como acompañera, respetada y amada."

Deduzco de estas palabras que al Sr. Montini ni se le pasa por la cabeza que las mujeres puedan gozan con el sexo, a no ser que esperen quedarse embarazadas. ¿Por qué esa obsesión por el sexo como algo ofensivo e impuro? ¿Por qué esas alusiones al sexo como un vicio placentero para el hombre y una deshonra y ofensa para las mujeres?. Supongo que unas declaraciones tan machistas sobre el sexo se puede comprender si las situamos en la época en la que fueron realizadas, a finales de los años 60. El problema es que esa sigue siendo la postura oficial de la Iglesia Católica a día de hoy. Y por si a algún católico se le ocurriese cuestionar estas opiniones, en la misma encíclica se nos indica lo siguiente:

"Ningún fiel querrá negar que corresponda al Magisterio de la Iglesia el interpretar también la ley moral natural. Es, en efecto, incontrovertible —como tantas veces han declarado nuestros predecesores — que Jesucristo, al comunicar a Pedro y a los Apóstoles su autoridad divina y al enviarlos a enseñar a todas las gentes sus mandamientos, los constituía en custodios y en intérpretes auténticos de toda ley moral, es decir, no sólo de la ley evangélica, sino también de la natural, expresión de la voluntad de Dios, cuyo cumplimiento fiel es igualmente necesario para salvarse."

Pero el motivo principal por el que me inquieta el veto a los anticonceptivos es el resultado que tendría su seguimiento por parte de toda la población mundial. Si pienso en épocas recientes en las que la utilización de anticonceptivos no estaba extendida en España, la época de mis abuelos, por ejemplo, puedo sacar conclusiones preocupantes. En la familia de mi madre eran 5 hermanos, en la de mi padre eran 9, en la de mi abuela eran 7 y, un caso mas alarmante, en la familia de uno de mis tíos eran 13 hermanos, ¿se imaginan el resultado de semejante natalidad por parte de todos los matrimonios del mundo de forma permanente? ¿durante cuanto tiempo sería sostenible? La población española se duplicó desde 1900 hasta 1980, con una tasa media de crecimiento anual de al rededor del 8 % (hoy está por debajo del 2 %). Con la tasa de crecimiento previa a la normalización de los métodos anticonceptivos en España, la población española sería de 80 millones en 2100, 160 millones en 2200, 320 millones en 2300, y continuaría duplicándose cada siglo ¿Es eso lo que haría feliz al dios en el que creen los católicos?

Obviamente la jerarquía católica es perfectamente consciente del sin sentido que constituye un crecimiento demográfico anual constante del 8%, y por eso aporta soluciones más ¿lógicas?

"En relación con las tendencias del instinto y de las pasiones, la paternidad responsable comporta el dominio necesario que sobre aquellas han de ejercer la razón y la voluntad. En relación con las condiciones físicas, económicas, psicológicas y sociales, la paternidad responsable se pone en práctica ya sea con la deliberación ponderada y generosa de tener una familia numerosa ya sea con la decisión, tomada por graves motivos y en el respeto de la ley moral, de evitar un nuevo nacimiento durante algún tiempo o por tiempo indefinido."

"Dios ha dispuesto con sabiduría leyes y ritmos naturales de fecundidad que por sí mismos distancian los nacimientos. La Iglesia, sin embargo, al exigir que los hombres observen las normas de la ley natural interpretada por su constante doctrina, enseña que cualquier acto matrimonial (quilibetmatrimonii usus) debe quedar abierto a la transmisión de la vida"
En definitiva, lo que todo esto quiere decir es que si has alcanzado el número máximo de hijos que puedes mantener debes ser lo suficientemente "responsable" como para no mantener más relaciones sexuales con tu cónyuge. ¿Tiene esto algún sentido para alguien que aplique el pensamiento crítico? ¿Qué tiene objetivamente de malo el sexo consentido entre dos personas adultas en el que se utilizan métodos anticonceptivos? ¿Por qué debería una pareja que no desea tener mas hijos renunciar a mantener relaciones sexuales? A la vista de la tasa de crecimiento demográfico actual supongo que muy pocos creyentes comparten la visión oficial de la Iglesia católica en relación al control de la natalidad (o tal vez hay menos creyentes de los que nos hacen suponer). Esta fobia al sexo y a los anticonceptivos es un buen ejemplo de tantas doctrinas irracionales, basadas en una interpretación subjetiva de textos supuestamente sagrados que persiguen condicionar nuestra vida por la "ley natural" de un dios que, por lo que sabemos hasta el momento, ni siquiera existe. Uno de esos "mandamientos absurdos" de los que hablaba hace tiempo.

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