«Esto es muy común»

© Fernando G. Toledo

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–Al principio hubo roces de parte de él. Me tocaba la espalda, me invitaba a la casa parroquial cuando no había nadie... La Iglesia alquilaba una casa en la calle Pueyrredón. Pero en un momento, la presión fue grande. Y pasó algo. Recién cuando fui a un terapeuta me di cuenta de todo. Hasta ese momento, nadie supo lo que había pasado. El padre Sergio Martín no tenía responsabilidad alguna, desconocía todo. Después de la consulta al terapeuta volví, hablé con el párroco y decidí preparar un escrito, que le llevé a (el arzobispo de Mendoza, monseñor José María) Arancibia. El dijo que iba a investigar. Después (al vicario Jorge Morelo) lo sacaron de la parroquia. Estuvo un tiempo sin parroquia y lo mandaron a la de Nuestra Señora de la Consolata, en Bermejo. Lo último que supe es que estaba de capellán en el Hospital Español.

–Dijiste que pasó algo. ¿Podés ser más preciso?
–Se llegó a consumar el acto. No fue violento. Desde el momento en que hablé con el terapeuta lo pude recién verbalizar. Yo no había empezado con ninguna patología después de eso, pero sí tenía cierto bloqueo de personalidad. No podía dormir, estaba todo el día nervioso. Cuando pasó lo que pasó, decidí que el contacto con él fuera cero. Incluso, me fui de San Martín y me vine a trabajar a Mendoza. Vivo aquí desde entonces.

–¿No sabés de qué se trató la investigación que hizo Arancibia?
–Arancibia le mostró (a Morelo) mi escrito y Jorge dijo que el 85% era mentira. Sé también que él preparó una especie de castigo, pero no sé si lo aplicó.

–¿Le dijiste de forma directa al arzobispo: «Este cura abusó sexualmente de mí»?
–Quedó sobreentendido en el escrito.

–¿Sabés que sean muy comunes estos casos?
–Esto es muy común. Los curas, además, buscan a gente de la calle. Usan el dinero de muchos fieles para pagar a algún desconocido que trabaja con su cuerpo. Pero algunos curas, no todos. Hay otros que sí cumplen su misión y dedican su vida a Dios.



Publicado en Diario Uno de Mendoza el 14/01/2004:
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